- Perdón – decide interrumpir con el silencio Alex – perdona por decirte todas esas cosas sin conocerte, fue mi culpa que haya pasado todo esto.
- Y yo te pido perdón por invadirte así involucrándome, hice mal, por eso me disculpo – agrega Ricardo.
Rubén solo los observaba en silencio y retrocede unos pasos para darle camino libre hasta la puerta.
Ambos se miran un poco decepcionados por ellos mismos y avanzan para marcharse. Miguel también avanza unos pasos hasta pararse al lado de Rubén del cual mantenía una mirada seria. Después de todo, era normal que los trate así, ellos provocaron que él se sienta más incomodo e invadido, si les llegaba a odiar no sería raro.
- No los considero mis amigos para nada –
Los dos se dan vuelta cuando estaban por llegar a abrir la puerta.
- pero ya no importa lo que pasó, no estoy enojado con ustedes, sólo eso – y sin más se da la vuelta para seguir caminando por el pasillo.
- ¿Entonces, nos perdonó? – seguía un poco confundido Alex.
Miguel se acerca a ellos y les abre la puerta.
- Es claro que no teh lo dirá direhtamente tonto – sonríe y les cede el paso para que se marchen.
Los dos ahora más aliviados cruzan la puerta hasta llegar afuera.
- ¿Crees que nos considerará sus amigos algún día? –
- No te diría que esoh pudiera sucedeh prontoh, recién acaba de aceptarme por fin como su amigoh a mí, pero quien sabe… -
Los tres sonríen y Ricardo y Alex se alejan para marcharse.
- ¡Nos estamos viendo pronto! – grita Alex a lo lejos mientras se subía a la moto –
- Agárrate fuerte – y acelera a toda velocidad el mecánico haciendo que por poco si no se sostenía el de atrás a tiempo se hubiese caído.
- Par deh locos – se ríe y termina cerrando la puerta.
Ahora Miguel mientras observaba por aquel pasillo y sabía que aquel chico lo estaba esperando en la mesa del comedor, no podía evitar sentir una felicidad inexplicable. Se sentía más cerca a él, a pesar de que sea que solo haya aceptado ser su amigo, esto ya era demasiado, algo tan simple como eso le bastaba con hacerle sentir todos esos sentimientos en su interior. De ahora en más se esforzaría en no apartarse nunca de él y que su relación vaya creciendo aún más.
Cruza el pasillo y lo ve allí sentado con el botiquín frente a él sobre la mesa. Su mirada observaba hacia afuera, al patio.
- ¿Quéh ves? – se acerca hacia él haciendo que éste se de vuelta a mirarle.
- El jardín… -
Mira hacia éste también.
- ¿Qué pasah con él? – toma una silla y la coloca a su lado para sentarse.
- Nunca había notado que se veía tan descuidado –
Miguel se sorprende mientras le veía fijamente y éste no apartaba su mirada hacia el jardín.
- Nuncah le dihte importancia – sonríe – em… el botiquín ¿vas a abrihlo?
Rubén reacciona para volver a cruzar miradas con él.
- Ah! Cierto – lo abre sacando una pomada y una venda – dame tu mano.
Acerca su mano dejando que este la sostenga y con un poco de crema en sus dedos, comienza a acariciarle suavemente la muñeca. Miguel no podía quitar su mirada de él, mientras que muy concentrado y tratando de no hacerle doler seguía pasando aquella crema. Apreciaba todos sus finos rasgos, aquellos cabellos, sus ojos, sus labios, su tranquilidad… Nota como en un momento presiona sus labios con algo de fuerza y tragaba nervioso saliva, sus ojos se comenzaban a moverse un poco temblorosos.