Otra noche más, sola, sola en nuestra antigua habitación con tu ausencia sobre mí, recordándote, amándote.
Desde la ventana puedo observar las estrellas, y es ahí cuando te recuerdo, tus pláticas, como me enseñaste acerca de su coraje, antes de que te fueras.
Me decías como su luz podía seguir interminablemente incluso después de su muerte, me explicaste el infinito y cuan hermoso y extraño era el solo existir y nunca pude evitar que me repitieras aquello cada noche mientras mirábamos por la ventana hacia el estrellado cielo.
Daría lo que fuera por escucharte decirlo una vez más, que el universo fue hecho solo para ser visto por mis ojos.
Con tu poco aliento tratabas de explicar el infinito que tan extraño y hermoso es verdaderamente que existiéramos.
Pero ya no estás aquí Stan, y no lo estarás más. Te fuiste dejando un vacío en nuestra cama y nuestro corazón cuando prometiste nunca lo harías, pero supongo no estaba en nuestras manos y realmente solo hubo una cosa que nos separara, la muerte.