18. TU Y YO

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Una semana, una semana había pasado desde su confesión de amor, y parecía que en cualquier momento Bucky se volvería loco, entre tratar de detener los constantes intentos de Thor por acercarse demasiado a su Princesa, las insinuaciones que ella tenía con él y los pensamientos inapropiados que ella despertaba con sus acciones, según él, no encontraba donde esconderse, ¡Pero es que si hasta en la sopa ya le veía!; no había podido concentrarse en su trabajo porque se la pasaba pensando en ella, en sus ojos, en su sonrisa, en sus dulces labios que solo una vez había probado y que deseaba volver a probar, en sus manos, en su piel, en sus piernas, sus delgada cintura, en todo de ella, y es que por más que intentaba mantener la distancia, ella siempre parecía encontrar una forma de hacer que él no dejara de pensarla o de ponerse nervioso por aquella insistente cercanía que quería mantener. Aunque al principio se negó a creer que ella haría algo como eso, después de dos días se dio cuenta de que efectivamente, ella estaba tratando de provocarlo, comprendió que a eso se había referido ella cuando dijo que esperara y vería, más bien sentiría, ¡Dios!, si hubiera sabido que eso se ganaría por decirle que no a su propuesta tal vez no lo hubiera rechazado, negaba; al menos en el trabajo descansaba un momento o eso se quería hacer creer, pero lo más jodido de todo el asunto, era que contaba las horas para poder volver a verla, muy en el fondo admitía que le encantaba que ella se comportara así; tenía un profundo debate interno sobre si estaba bien pensar así sobre su Pequeña, pero es que ella era tan linda que no conseguía evitarlo, de verdad trataba de eliminar todos esos pensamientos que tenía sobre su amada, pero de nada le valía porque después ella venia y hacia algo inesperado y ahí estaba él, de vuelta en el mismo punto tratando nuevamente de eliminarlos, y todo sería más sufrible si tan solo pudiera tocarla, pero no, ella siempre lo dejaba ahí pasmado si saber qué hacer y con esa extraña sensación de cosquilleo en sus manos.

Ya no podían hablar más de cinco minutos solos, porque ella siempre tajaba la conversación, no solo lo estaba martirizando con no poder tocarla, si no que ya ni siquiera podían hablar normalmente como antes, eso era lo que lo estaba matando, sus sonrisas ya no se las dirigía a él, ahora solo lo miraba por unos segundos con esa mirada de pantera al acecho y rápidamente le desviaba la mirada, sabía que todo aquello acabaría si solo aceptaba que él de verdad quería estar igual de cerca como ella; había cavilado en ello durante toda la mañana, sabía que si T'challa se enteraba, lo mataría sin remordimientos, el Rey de Wakanda había sido claro con él hace tiempo, aún recordaba perfectamente sus palabras "Puedo asegurarle que cuando ella cumpla veintiún años, le daré mi bendición de todo corazón", veintiún años, no menos, si por alguna razón su cuñado se llegaba a enterar, estaba seguro de que barrería con él el asfalto, no pensaba defenderse, pues se lo tendría merecido, un minuto, no debería estar pensando en ello como si de verdad fuera a aceptar la propuesta de su Pequeña, ¿No?, suspiró, no creía poder estar más mal que como se encontraba en esos momentos, si aceptaba, por fin podría volver a la normalidad, eso era lo que más quería, poder tenerla a su lado como siempre, eso sí, si aceptaba aquello, debían ser muy discretos, negó nuevamente, no podía creer lo que haría, pero ya estaba decidido, le pediría que fuera su novia ni bien volver a la torre.

Shuri se había pasado toda la semana añorando sus noches de platicas a la luz de las estrellas con el Sargento, extrañaba poder estar cerca de él de forma natural, sin necesidad de tener que hacer todo aquello, había descubierto que aunque le salía natural no se sentía muy cómoda, tenía que aguantarse la vergüenza de sus acciones hasta estar en su habitación, al menos al principio; nunca había tocado tan descaradamente al Sargento y aunque le parecía muy excitante, ese no era su estilo, aunque debía conceder que le gustaba ver esa nueva faceta del Sargento que le mostraba cuando actuaba así, solo por eso se esforzaba en su papel, pero ya no quería seguir, si el Sargento no le tenía una respuesta ese día, se daría por vencida, había dado su mejor pelea, pero ya no alcanzaba seguir; deseaba poder tocarlo con normalidad, no toques fugaces como los que obraba, quería poder contemplarlo por largo rato, no como ahora que solo conseguía dedicarle una corta mirada, era mejor que olvidara lo de ser pareja si con ello podía volver a escuchar su voz al leer algún libro interesante, o escucharlo cuando le daba explicaciones sobre los automóviles, o su risa, negó, ¿Qué pensaría de su proceder el Sargento?, ¿Le habría gustado su yo "seductor"?, para empezar, ¿Había siquiera provocado algún efecto en él? , porque ella no había notado nada, tal vez, pensó, había perdió una semana por nada, suspiró, bien acabaría con el juego de una vez, estaba decidida, le daría fin a ese tira y afloja que había estado manteniendo, volvió su vista al reloj, pronto llegaría el Sargento así que debía darse una ducha antes de verlo, tenía tantas ganas de abrazarlo.

SHURI AND THE WHITE WOLF - EN EDICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora