12.1 DECISIÓN

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El sonido de la alarma llegó fuertemente a sus oidos haciéndolo despertar, se sentó a la orilla de su cama aun con los ojos cerrados, como todos los días desde hace ya más de tres semanas, lo primero que hizo fue tomar su intercomunicador y hablar:

— Buenas noches Pequeña, no sé si me escuchas, pero, perdóname por todo lo que haya pasado, solo quiero que sepas que te quiero, te quiero muchísimo y pienso en ti todos los días, cambio y fuera — dejo el aparato en la mesa y se dispuso a iniciar su día, no esperaba que ella contestara.

La primera semana después de volver de New York, no intento comunicarse con ella, quería darle su espacio, pero después ya no lo soportó, quería escuchar su voz, oír su dulce risa, así que empezó a llamarla, pero ella nunca contestaba, aun así, él tomo la costumbre de hacerlo todos los días sin falta, a la misma hora en la que ya estaban acostumbrados a hablar, tenía al menos la esperanza de que ella pudiera escucharlo y que supiera que la quería.

Cuando se encontró listo, salió de su casa no sin antes tomar el aparato en sus manos y meterlo en su bolsillo, lo llevaba con en a todos lados, aunque sabía que no sonaría. Camino hacia su trabajo a paso lento mirando las calles llenas de personas que ya empezaban a vender sus productos.

Algunas veces se perdía en sus recuerdos, como en esos momentos, más en específico uno solo; recordaba aquella fatídica tarde, y todo lo que sucedió después de subirse al jet, si cerraba los ojos aun podía ver a su Pequeña, su rostro triste y las lágrimas corriendo por sus delicadas mejillas, haciendo que su corazón doliera y sintiera remordimiento pues, sabía que él había sido el causante de aquello, pero lo que más le dolía de aquellos recuerdos y que casi siempre amenazaba con hacerlo llorar, era su rechazo, cuando su Princesa se alejó de él diciéndole aquellas palabras, las cuales, durante todo su viaje calaron profundo en su corazón, hasta el día de hoy.

Salió de su trance al ver como unas Dora Milaje y miembros de la guardia real pasaron por enfrente de él, recordó automáticamente a Dyol y el día después de su llegada a Wakanda; Iba caminando directo al lugar acordado por la Dora y mientras más se acercaba, más podía distinguir su figura, estaba debajo de aquel árbol, traía un bonito vestido que la hacía ver muy guapa, al mirarlo ella se levantó con una gran sonrisa y se le acerco, cuando estuvieron a solo un metro de distancia, ella hablo:

— Barnes, me alegra verte — con una sonrisa deslumbrante en sus labios rojos

— Hola Dyol, ¿Cómo te ha ido? — poniendo la mejor sonrisa que pudo

— Bien, no pasó nada interesante desde que te fuiste, y a ti ¿Cómo te fue?, ¿Te divertiste?

— Si, lo hice, baile bastante — recordando instantáneamente el rostro de su Princesa

— ¿Tú bailando? ¡Es lo nunca visto! — riendo —¿Y qué tal lo haces?

— Soy un buen bailarín, puedes apostarlo — sonriéndole

— Pues eso debe verse para creerse, de hecho, habíamos estado planeando las chicas y yo en salir al Bar esta noche, ¿Qué te parece?

— La verdad es que no tengo ánimos de salir, si te soy sincero — tomando aire — tampoco iba a venir hoy aquí, pero considere que sería muy cortes de mi parte, si solo te dejaba aquí esperando

— ¿De qué hablas? — cambiando su semblante

— Lo siento Dyol, pero no puedo aceptar tus sentimientos — mirándola con arrepentimiento

— Pero... yo creí que estabas aquí porque yo....

— No me mal entiendas, me gustas, eso es verdad, pero, no puedo salir contigo — mirándola

SHURI AND THE WHITE WOLF - EN EDICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora