SHURI AND THE WHITE WOLF - EN EDICIÓN (COMPLETA)

23. REINA

Shuri se encontraba en la cima de la estatua de Bast, pensaba en lo que haría, definitivamente no quería ser Reina de Wakanda pero no tenía opción, no cuando su hermano ya no podía portar el manto de la Pantera, al menos no por un tiempo, miró las placas que ahora colgaban de su cuello, suspiró y pensó en su prometido, una sonrisa triste se formó en sus labios, ¿Por qué cuando al fin creía conseguir lo que deseaba tenía que suceder eso?, dio otro largo suspiró, era mejor que volviera a su laboratorio y ver como seguía su hermano en vez de estar llenando su mente de pensamientos vagos.

Al entrar a su habitación y verlo acostado con su cabeza vendada su corazón se oprimió ¿Cómo había terminado en ese estado?, se había enterado por palabras de su madre que luchó a muerte por el trono, o al menos eso suponían puesto que lo habían encontrado a él y al collar del Rey en la cima de la cascada donde se solían realizar las ceremonias de coronación, pero no sabían contra quien había peleado, sospechaban que el enemigo se había contactado con él desafiándolo en combate y que había asistido solo al lugar para no alarmar a nadie. Pasó su mano por la cabeza de su hermano mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, había intentado todo lo que estaba a su alcance, pero el mayor no despertaba, ni al haber ingerido nuevamente la hierba en forma de corazón*1 había recobrado la conciencia y aquello no podía ser nada bueno, parecía que el moreno se encontraba en un profundo sueño, uno del que no quería despertar.

Se levantó de la silla donde se encontraba y caminó hacia la ventana, sentía como la furia crecía en su interior, necesitaba averiguar quién le había hecho eso a su hermano y lo haría pagar, obviamente debía ser un miembro de la familia real si su hermano había accedido a combatir en su contra; su primer pensamiento había sido observar a los miembros del Consejo Tribal y a sus sucesores en busca de marcas de combate, pero ni uno se encontraba herido así que eso los descartaba como posibles enemigos, soltó un suspiro frustrada; debía encontrar a quien fuera él causante del estado de agonía de su hermano pronto, si tan solo pudiera ver lo que él había visto estaba segura de que identificaría al criminal, detuvo su andar en seco, ¡Pero por supuesto que podía hacerlo!, la resolución brilló en sus ojos, si lograba acceder a los recuerdos de su hermano podría descubrir lo que quería, si el enemigo había perecido o aún estaba con vida, y si esto último resultaba ser cierto entonces ella se convertiría en la vengadora de su hermano.

Corrió por los pasillos del Castillo en busca de su madre, debía informarle de la idea que había tenido, sus ingenieros y científicos ya habían comenzado a trabajar preparando todo el equipo que necesitarían, solo era cuestión de que cuando todo estuviera listo ella pusiera manos a la obra. Entró al salón del trono a toda prisa donde encontró a su madre reunida con el Consejo Tribal, al verlos aligeró su andar y al llegar hasta donde se encontraban hizo una pequeña venia y después habló:

—Madre, honorable Consejo, he encontrado la forma de saber si nuestro amado Rey logró derrotar al contrincante en combate o si aún es una amenaza, mi equipo ya está trabajando en los preparativos, ¿Puedo saber si el equipo de reconocimiento a encontrado alguna pista de su paradero? —mirando a todos, observando que uno de los puestos de líder de tribu se encontraba desocupado.

—Princesa, nuestros equipos aún no han tenido éxito a pesar de haber recorrido la zona más de una vez, por lo que no descartamos la idea de que aun siga con vida y haya logrado escapar —respondió Okoye, quien se encontraba al lado de la reina Madre.

—¿Cómo planea saber la identidad del enemigo? —preguntó uno de los miembros, que se encontraba sentado a su derecha.

—Accederé a sus recuerdos y sacare toda la información necesaria para el reconocimiento, es básicamente el mismo proceso que se usó con el Sargento James Barnes en su momento —solo con pronunciar el nombre de su amado sentía como su cuerpo se inundaba de un tibio calor.