24. DECISIÓN

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Los días restantes habían pasado en un abrir y cerrar de ojos para Shuri, que estuvo ocupada poniendo nuevas medidas de defensa contra los posibles enemigos, además de que revisó y supervisó personalmente los interrogatorios que fueron hechos a todos los ciudadanos no registrados de Wakanda, que por suerte fueron pocos, todos eso aunado al hecho de que intentaba por todos los medios traer de vuelta la conciencia de su hermano, pero sin éxito aparente.

No había hablado demasiado con el Sargento en los días siguientes a su plática de media noche, pero no lograba sacarlo de su mente, y también estaba el Consejo que no dejaba de fastidiarla con la idea de que escogiera un esposo de una buena vez, ya estaba harta y cansada, sentía que en cualquier momento se desmayaría si seguía así.

Caminaba con dirección a su habitación, quería descansar un rato antes de la cena, estaba a punto de llegar a su destino cuando la figura del Dios ojiverde apareció frente a ella, lo que le provocó un respingo por el susto.

—¿Te espanté verdad? —preguntó él con una sonrisa burlona.

—Ya quisieras —contestó con las mejillas coloradas, era obvio que estaba mintiendo.

—Tengo noticias, ¿me invitaras a pasar? —mirando la puerta que segundos antes ella planeaba abrir.

—Por supuesto —poniendo su mano en el lector.

Los dos entraron en la habitación, y pronto el pelinegro se puso cómodo, mientras tanto ella se deshacía de toda la indumentaria que traía en la cabeza, lo miró a través del espejo y dijo:

—¿Conseguiste su ayuda? —mientras dejaba caer su cabello sobre su espalda.

—¿Por quién me tomas? —dijo él con fingida voz ofendida y una sonrisa de medio lado mientras cruzaba sus piernas y brazos.

—¿De verdad? ¡Eres increíble! —saltando hacia la cama y acomodándose a su lado.

—Si, pero tenemos un problema, en estos momentos ese egocéntrico hechicero se encuentra muy ocupado, dijo algo sobre proteger nuestra realidad o algo parecido, dejé de escucharlo cuando aceptó ayudarnos —mirando sus uñas mientras le restaba importancia a lo que el hombre le había comentado—, el punto es que no podrá venir sino dentro de tres días.

—Al menos aceptó ayudar, me había hecho a la idea de que tendríamos que seguir nosotros solos, tres días están bien —con una sonrisa genuina—. Gracias Loki —abrazándose a su brazo.

—Oye, arrugas mi camisa —con sus penetrantes ojos verdes mirándola fijamente, él, Loki, Dios de las travesuras, legitimo Rey de Jötunheim, hijo de Odín, había caído por una niña Midgardiana de veinte años.

—Perdón —respondió con una sonrisa, pero sin soltar su agarre.

—¿Has hablado con tu Sargento? —preguntó interesado mientras se recostaba en la cama.

—No...y sinceramente no quiero hacerlo —acostándose a su lado mientras miraban el techo—, sé que es cobarde de mi parte, pero siento que si lo veo terminaré por soltarme a llorar.

—¿Si sabes que en algún momento él se enterara de que ya no eres la Princesa sino la Reina verdad?

—Si, lo sé, pero...quiero que nuestra relación dure un poco más, solo quiero que nada cambie, que podamos seguir siendo nosotros ¿es eso egoísta?

—Solo un poco —buscando la mano de la menor para tomarla entre la suya—, pero no es nada malo, supongo que es lo normal.

—Dime Loki, ¿alguna vez estuviste enamorado? —preguntó curiosa, mientras movía su cuerpo en dirección a él, mirándolo fijamente.

SHURI AND THE WHITE WOLF - EN EDICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora