3.1 SÉRA

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Corría lo más rápido que sus piernas le permitían, no estaba bien visto que una Princesa hiciera esperar a las personas, no quería que el Sargento Barnes pensara que era una irresponsable y ni siquiera sabía por qué le importaba tanto, ¡ah! eso se estaba volviendo exasperante. Lo distinguió a lo lejos junto con algunas Dora Milaje, pero algo se le hizo raro, él estaba conversado alegremente con Ayo, ese hecho le resultó extraño ya que nunca lo había visto relacionarse con las Dora, decidió no darle mayor importancia después de todo era bueno que volviera a interactuar con las personas normalmente, sonrió y se apresuró a llegar.

—Buenos días, perdonen la demora —dijo al estar frente a todos.

—Muy buen día, Su Majestad —respondieron los ludidos.

—Bien, pueden retirarse todas —habló Ayo a las demás Dora—, yo me encargare de la Princesa.

Todas siguieron la orden y se retiraron hasta que quedaron solo el Sargento Barnes, Ayo y Shuri.

—Princesa, suba por favor —pidió la Dora señalando la nave, a lo que la menor obedeció y subió las escaleras de la nave con ayuda del castaño quien le dedicó una amable sonrisa y creyó que la seguiría, pero se sorprendió al ver que se quedó de pie fuera de la nave.

—Si me permite, las damas primero —dijo el ojiazul con una sonrisa coqueta a Ayo mientras le extendía la mano.

—¡Vamos Barnes!, que esto no funciona conmigo, tendrás que intentar con algo mejor —contestó al mismo tiempo que pasaba a lado de él rosando su brazo con el suyo y dedicándole una sonrisa socarrona dejándolo confundido por un momento.

—Lo tendré en cuenta —dijo él para terminar subiendo los escalones y cerrando la puerta a su entrada.

Shuri no tenía idea de lo que acababa de pasar, pero intuía que ese había sido un intento fallido de coqueteo por parte del Sargento, lo podía casi jurar, si no lo conociera menos diría que estaba tratando de conquistar a Ayo, si, por las memorias que había visto del hombre podía decir que no se equivocaba.

Por un lado, estaba feliz de que el Sargento fuera más abierto a volver a ser el mismo, pero por otro lado no le gustó esa opresión que se instaló en su pecho al verlo tratar así a Ayo, tan centrada estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que Ayo le había hablado.

—...esa, Princesa.

—¿Eh? ¿Sí?

—¿Se encuentra bien? —instintivamente volteó a ver al Sargento quien la observaba intensamente, interrogándola con la mirada.

—Si, perfectamente —dijo desviando la mirada de esos ojos azules—, llévanos al orfanato por favor —ordenó poniéndose el cinturón.

—Lo que usted ordene, Su Majestad.

Sabía que debía voltear y explicarle al Sargento porque lo había llevado con ella, pero no se atrevía a mirarlo, se sentía triste por alguna razón, de reojo lo vio levantarse de su asiento y sentarse a lado de ella.

—¿Estas bien, Pequeña? —le preguntó tomándole la mano, poniéndola nerviosa.

—S...si, es solo que me canse de correr —respondió con una sonrisa para que no le hiciera más preguntas, aun evadiendo su mirada.

—¿Segura? —insistió él.

—Si, segura, todo bien —tomando una bocanada de aire para relajarse, debía cambiar el tema así que dijo—. Bien, Sargento Barnes, hoy iremos a un orfanato a ayudar y a jugar un rato con los niños, por supuesto, esto sirve como parte de su terapia, por eso lo he traído.

SHURI AND THE WHITE WOLF - EN EDICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora