29.1 HOGAR

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El alba se hizo presente y solo en ese momento fueron conscientes de cuánto tiempo habían pasado uniendo sus cuerpos; nuevamente llegaron al éxtasis llenándose de placer y solo después de dejar salir la última gota fue que Bucky dejó caer su cuerpo a un lado del de su amada sin romper la unión, mientras la envolvía entre sus brazos. Los primeros rayos chocaban con sus pieles haciéndolas brillar al reflejarse en las minúsculas gotas de sudor que cubrían sus cuerpos como un paño, sus pechos subían y bajaban tratando de encontrar su ritmo normal, acompasándose al unisonó, sonreían mientras depositan pequeños besos en los labios contrarios.

—Te amo —dijo ella, acariciando sus ahora húmedos y ondulados cabellos.

—Y yo a ti Pequeña, para siempre —besando su frente.

—¿Hasta cuándo sea una viejecita y tenga arrugas y deba usar un bastón? —con sus ojos brillantes por la expectativa.

—Incluso así y no necesitaras un bastón porque me tendrás a mí para apoyarte —acariciando sus mejillas.

—Y tú a mí —besando su nariz para después aferrarse a su pecho.

Pasaron unos minutos en silencio, solo sintiendo el cuerpo contrario y las respiraciones acompasadas, ambos tenían miles de pensamientos y sensaciones las cuales compartían. El sonido de su estómago implorando por comida rompió el silencio haciéndolos reír, a ella avergonzada y a él enternecido y no fue hasta que su propio estomago protestó que estallaron en carcajadas que los hicieron terminar adoloridos.

—Bueno Sra. Barnes, me parece que llegó el momento de abandonar nuestra cama e ir a desayunar ¿no lo cree? —levantándose, saliendo de ella—, pero primero, tomaremos una ducha —envolviéndola en una sábana para después cargarla.

—Me parece una idea estupenda Sr. Barnes —enrollando sus manos en su cuello.

Llegaron al cuarto de baño donde mientras el exsoldado preparaba el agua caliente ella esperaba sobre el pequeño tocador aun con la sabana cubriendo su cuerpo. Miró a su ahora esposo y no pudo evitar tragar duro al ver su cuerpo desnudo, vale que ya lo había visto y sentido casi toda la noche, pero una cosa era verlo en la oscuridad y otra muy diferente a la luz del sol a vivo color, una punzada se instaló en su vientre haciéndola sonrojar ¿pero es que no se podía controlar?, tal parecía que su cuerpo había decidido reaccionar involuntariamente al contrario, era como si una caja de pandora se hubiera abierto esa noche, no podía evitar desear sentir su cuerpo contra el suyo y aunque al principio si había dolido, después de un rato ya ni siquiera recordaba esa sensación y se había dejado llevar por el placer; miró primero su rostro de perfil, vaya que era precioso, nunca se cansaría de verlo, después bajó a su cuello y hombros, sonrió, esa pequeñas marcas ella se las había hecho, todo producto del éxtasis, bajó a su torso y espalda y se relamió los labios y una sonrisa ladina se instaló en su rostro, siguió un poco más hacia su abdomen y pelvis, tragó, no podía creer que todo eso había estado dentro de ella, otra punzada más a su vientre pero esta vez acompañado de esa sensación de calor que había comenzado a reconocer bien, estaba sucumbiendo ante la tentación de ese cuerpo; y por ultimo bajó hacia sus piernas, fuertes y atléticas, volvió a repasar con su mirada su perfil, si, desea su cuerpo y lo deseaba es ese mismo momento y como si hubiera leído su mente, él habló:

—Si sigue mirándome así Sra. Barnes creeré que desea algo de mi —mirándola con un apenas perceptible sonrojo en sus mejillas, pues se sentía complacido de despertar esa clase de sensaciones en su amada, no sabía por qué pero todo lo que ella sentía ahora el también, no podía describirlo con precisión pero desde que la bebida de la copa tocó sus labios la sensación se había hecho presente y al pasar de las horas se hizo más evidente, no le molestaba, era perfeto pues así podría saber si ella estaba feliz, triste o en este caso, excitada, tanto como él lo estaba.

SHURI AND THE WHITE WOLF - EN EDICIÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora