El Juguetero

1°*

Pov Sunshine:

Como todas las mañanas, apenas sale el sol, mis ojos ya están abiertos. No soy una persona que duerma mucho, con un par de horas me basta y suelo pasarme gran parte de la noche dibujando, sin embargo, sin importar si mis horas de sueño se reducen a siquiera una sola, nunca me siento cansada, como si esa sola hora hubiera sido tan reparadora como una noche entera. 

Siendo hoy mi primer día en la universidad (al fin), me levanto y me meto al baño, dispuesta a darme una ducha para poder empezar mi día como corresponde. El agua fría de la lluvia que proviene de la flor me revitaliza por completo y me despierta el cuerpo lánguido por el descanso en la cama. Una vez lista después del Shampoo, el acondicionador y el jabón, salgo de la bañera con una toalla al cuerpo y me seco, revisando mis raíces en el espejo para controlar el blanco: no necesitaré tintura por un par de días más, apenas si se empieza a notar el morocho en el cuero cabelludo. 

Ya lista, salgo y me visto con un vaquero negro a la pierna y roto de las rodillas, unas botas tipo motorista, una camiseta sin mangas roja lisa y un suéter varios talles más grande en negro de cuello redondo. Me coloco mi gorro favorito negro de lana, me delineo los ojos y me pongo rimel, agarro la mochila con mis libros y salgo de mi cuarto hacia la cocina, despidiéndome de mi hermosa colección de muñecas antiguas. Ellas son mi más preciada posesión.  

A penas entro en ella, por la puerta de vidrio de atrás puedo ver a mis padres haciendo yoga en el jardín, lo cual me hace poner los ojos en blanco, agarrar una manzana y salir en busca de mi bicicleta para irme. Mi mañana ha empezado tranquila, no quiero arruinarla con algún comentario de los suyos sobre mi ropa.

Conecto los auriculares a mi teléfono (el que yo misma me he comprado con diferentes trabajos de medio tiempo para no depender de mis padres, que dicho sea de paso, debo buscar uno aquí) y me pongo en marcha, pedaleando tranquilamente hacia la universidad, ya que son a penas las siete menos cuarto, y las clases no empiezan hasta las siete y media. 

Las calles están bastante calmadas y solitarias a esta hora, salvo por alguna que otra persona saliendo a trabajar temprano para llegar a su puesto puntualmente. Al tener universidad, este pueblo es un poco más grande que los de sus alrededores, mas no deja de ser un pueblo, del típico donde la mayoría se conoce, donde todo está cerca y del mismo tipo donde uno puede salir a mitad de la noche a caminar por plena calle sin que nada le vaya a pasar. 

Desde que llegamos hace a penas unas dos o tres semanas, no he tenido muchas interacciones con los vecinos ni nada parecido, me las he pasado ordenando mi habitación en el primer tiempo, y recorriendo las partes silvestres en busca de inspiración para dibujar cuando terminé con mi cuarto. Y, por supuesto, también era para poder mantener distancia con mis padres, aunque fuera un poco. 

No digo que los odie, porque no lo hago como tampoco lo hacen ellos conmigo, de hecho sé perfectamente que me aman, pero de ahí a que los soporte cuando empiezan con su discurso sobre mis elecciones en general, eso es algo completamente distinto. No tengo la paciencia suficiente para eso. 

En fin, después de media hora pedaleando de lo más pacífica con el sol iluminando todo con suavidad y el canto de los pájaros sonando por todos lados ambientando el lugar (aunque no los escuche por estar con mi propia música), mi viaje finaliza y llego al edificio donde se encuentra establecida la universidad. Éste, junto con la residencia estudiantil que posee para los habitantes de los pueblos cercanos que desean cursar en ella, son los edificios más grandes del lugar, aunque tampoco es la gran cosa. No poseen más de tres pisos y no son precisamente gigantes, mas en comparación con todas las casas que hay en el pueblo, sí es notoria la diferencia. Es imposible no reconocerla.