Pov Omnisciente:
El silencio inunda la habitación, solo interrumpido por el crepitar continuo del fuego de las antorchas que arden sin descanso, dejando caer su luz móvil sobre los presentes en la estancia. Los ojos, tanto de la payasa como del juguetero, se cruzan entre sí, fijos los de uno con los del otro, el segundo, buscando algo en los de la primera, y desalentándose al no encontrar nada. ¿Qué era lo que había hecho? ¿En qué había convertido a su preciosa Queen? Su amada muñeca viviente...
-Es magnífica, ¿no te parece? Una auténtica belleza.
-Ella...
-Ella te salvó la vida.
-¿Qué?
El demonio de siete bocas camina lentamente hacia la chica de negro y naranja, rodeándola con absoluta calma al tiempo en que pasa una de sus garras por los mechones entremezclados de ambos colores.
-Jason, Jason, Jason... Encontraste una joya y la desperdiciaste tan tontamente. Una asesina nata, una chica que sabe cuándo tiene oportunidad y cuándo debe contenerse, y bueno, también digamos que mato dos pájaros de un tiro con esto.
-¿De qué demonios estás hablando? Retira lo que sea que le hiciste que ella volverá conmigo.
-Me temo que no es posible. Verás, ella salvó tu vida, al hacer un trato conmigo, y eso la ata aquí.
-¿Qué clase de trato?
-Un juramento de sangre.
-Yo tomaré su lugar en él.
-Es imposible, porque parte del trato, te involucra.
-Déjate de juegos y sé específico, dime de una maldita vez qué es lo que hiciste con ella, de qué se trata ese juramento.
-Bueno, para no hacerlo largo, te simplificaré la cosa diciendo que ella se ofreció a ser mi asesina, mi sirviente, a atenerse a lo que le ordene sin siquiera una réplica, y a cambio, yo tengo prohibido el hacerte daño; no puedo matarte, ni ordenarle a ella o a alguien más que lo haga o te lastime, o sea que vivirás. Aún así, no puede acercarse a ti ni tener ningún tipo de trato contigo, de lo contrario morirá, me aseguré de eso.
Los ojos dorados del juguetero vuelven hacia la joven, la cual se mantiene inmóvil y casi ni parece respirar, mas es obvio que permanece con vida y que, al parecer, hace todo lo posible por no mirarlo. ¿Por qué? ¿Qué intenta conseguir? ¿Está enojada con él por tener que haber hecho este sacrificio por él? El pelirrojo le había dicho que no hiciera nada, que confiara en él, no era su culpa el predicamento en el que se encontraba.
Entonces, por unos instantes, algo de esperanza vuelve a su cuerpo y disipa sus dudas al notar dos cosas en la payasa: la primera es que, aunque solo sucede por un minúsculo instante, sus miradas se encuentran y ve en los de ella, un brillo de anhelo que, aunque es casi efímero, ahí estaba y mostraba que, su anterior suposición era desacertada y, la segunda, que en un pequeño movimiento de ella, algo brilla colgado de su cuello, que lo deja atónito al saber que aún lo tiene. Eso que brilla, no es otra cosa que la llave, esa diminuta que abre algo tan importante, que prefirió mantenerla con ella para tenerla a salvo. Mientras ella la tuviera, nadie podría utilizarla, porque para eso tendrían que matarla y, ahora más que nunca, eso sería una tarea que pocos intentarían realizar, y de esos pocos, muchos menos aún serían capaces de conseguir.
A pesar de todo, de su juramento, el predicamento en el que estaban metidos, los problemas que había acarreado el aceptar estar con él... ella seguía protegiéndolo. ¿Cómo no amarla?

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El Juguetero
AcakQue tus viejos no acepten quien sos porque no vas con su onda, es realmente molesto. Yo sé que no me odian, me aman, pero lo que he elegido para mí (algo completamente opuesto a su vida y creencias hippies) no es de su agrado en absoluto y es muy pe...