-¿Trabajar para ti?
-Así es. Verás, hace tiempo que estoy necesitando una ayudante; todo el pueblo me teme por los rumores que corren sobre mí, así que me era imposible e inútil proclamar que requería un empleado, porque nadie se habría presentado. Tú, por otro lado, no me tienes miedo ni crees en habladurías, ¿por qué no habría de proponértelo? Imagino, sin querer ofender, que no tienes trabajo, esto nos beneficia a los dos. ¿Te interesa?
Me lo pienso por un momento, ¿trabajar en este lugar que casi parece mágico? Sería excelente; poder ver de primera mano las hermosas creaciones de Jason, tiene un atractivo importante para mí, estas muñecas son increíbles, adoraría poder contemplar su fabricación. Quizás hasta podría aprender a hacer algunas de estas maravillas, aunque dudo que alguna vez pueda quedarme tan hermoso (lo que sea que haga) como alguno de los juguetes que me rodean ahora. El único problema que veo es el tema horario...
-Para ser sincera, la idea me parece genial, sin embargo, no creo que pueda.
-¿Y eso por qué?
Sus ojos se oscurecen al tiempo en que, en sus finas facciones, una mueca de decepción se hace presente. ¿Tanto le molesta la perspectiva de que, por casualidad, me niegue?
-Bueno, tú abres tu tienda en un horario muy reducido, desde temprano (cuando yo ya he entrado a mis clases), hasta una o dos horas luego de que salgo de mis horas de cursada; si yo trabajara aquí, solo podría hacerlo una o dos horas como mucho, no creo que fuera de mucha utilidad para ti.
-Ah, así que es por eso. Entiendo, no obstante, no será así. Es cierto que mi horario de atención es reducido en este momento, mas eso es por el hecho de que no tengo ayuda. No puedo atender la tienda todo el tiempo que desearía porque, al mismo tiempo, debo estar fabricando y/o arreglando los juguetes y no puedo dejar el mostrador solo. Si tengo quien se encargue de atender a la gente mientras estoy trabajando en el taller, podré abrir más tiempo y más gente podrá venir aquí a hacer sus compras.
-O sea que sería más tiempo de lo que abres ahora y yo me encargaría de la atención cuando salgo de la universidad hasta el cierre en tanto tú estás trabajando en la parte de atrás, ¿no es así?
-Exactamente. ¿Y bien? ¿Qué me dices? ¿Aceptas? Te pagaré un salario fijo más el treinta por ciento de las ventas que realices.
Me lo quedo pensando por un momento al tiempo en que acaricio de forma ausente una de las largas orejas de "Mr. Bunny"; no sé de qué material está hecho, pero sí que es suave y me encanta sentirlo bajo los dedos. Su propuesta es tentadora, sobre todo porque eso me da varios beneficios, como el no tener que cruzarme mucho con mis padres, tener dinero propio y el poder estar rodeada de estos magníficos juguetes, incluso (como ya mencioné antes) quizás podría aprender a hacer alguno y la idea me fascina. La única contra sería que mis trabajos tendría que hacerlos por la noche, sin embargo, como no suelo dormir mucho, eso no supone una dificultad en absoluto.
Contemplo el delicado brillo del ojo sin tapar de color gris del conejito de felpa y sonrío, ésta es mi oportunidad. Decidida, vuelvo a alzar la mirada y me encuentro con el rostro sereno de Jason, aunque en sus iris de oro puedo ver su ansiedad ante lo que vaya a elegir.
-Está bien, acepto el trabajo.
-Excelente, me alegra escuchar eso.
-Solo tengo una petición.
-¿A sí? ¿Y cuál sería?
-¿Podrías dejar de lado tu tono tan formal? Me pone de los nervios.
Sus dorados ojos parecen más grandes cuando sus rasgos muestran una clara sorpresa ante mis palabras y me reiría por su cara, si no fuera porque no quiero ofenderlo. No obstante, él es quien me sorprende, dejando escapar una carcajada y luego un suspiro como de alivio.

ESTÁS LEYENDO
El Juguetero
CasualeQue tus viejos no acepten quien sos porque no vas con su onda, es realmente molesto. Yo sé que no me odian, me aman, pero lo que he elegido para mí (algo completamente opuesto a su vida y creencias hippies) no es de su agrado en absoluto y es muy pe...