Que tus viejos no acepten quien sos porque no vas con su onda, es realmente molesto. Yo sé que no me odian, me aman, pero lo que he elegido para mí (algo completamente opuesto a su vida y creencias hippies) no es de su agrado en absoluto y es muy pe...
Media noche, solo faltan cinco minutos para que el reloj marque el final del día y aquí estoy, en la cama, leyendo para intentar que el tiempo pase más rápido porque, hasta el momento, se ha desplazado con tal lentitud, que podría jurar que sentía los minutos y segundos lamiéndome la piel, burlándose de mí, de mi ansiedad, de mi necesidad de que pasara rápido.
Jason no me dijo ninguna hora en específico, solo que no me durmiera temprano y esto me está volviendo loca, ¿a qué hora planea aparecer?
Suspiro con frustración y trato con todas mis fuerzas de concentrarme en lo que estoy leyendo: "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne, intentando mimetizarme con la historia y quedar cara a cara con nada menos que el Capitán Nemo. Pero, por más esfuerzo que le pongo, no consigo siquiera imaginarme su rostro y, cuando me quiero dar cuenta, ya he pasado tres hojas y no tengo ni idea de lo que decía en ellas. En su lugar, mi mente vuelve una y otra vez sobre las ideas y bocetos que he hecho durante todo el día, sobre lo que mi cerebro ha creado como imagen de Jason convertido en lo que sea que mute. Me lo imagino de tantas y tan diversas maneras... Lo único perpetuo, son los ojos verde neón que, estoy segura, yo misma he visto y pondría la mano en el fuego de que los tiene en ese momento de cambio.
Frustrada, me dejo caer completamente sobre la almohada y el libro queda sobre mi rostro, ocultando mis rasgos de la estancia en la que me encuentro y resguardándolo de la penumbra que me rodea, cortada tan solo, por la débil y pálida luz de mi lámpara de noche, la cual se encuentra en la mesita junto a mi cama, esa en la que apoyé a Mr. Bunny aquella noche, antes de que el conejo atrevido decidiera que no estaba cómodo y se metiera en la cama conmigo. Sé que se supone que una no debe leer con una luz insuficiente, que eso arruina la vista, no obstante, llevo años con esto de leer solo con esta lámpara y, hasta ahora, no me ha hecho nada malo, mi vista está acostumbrada, por lo que nunca cambié eso ni lo pienso hacer ahora.
A pesar de la poca iluminación, aún bajo la carpa que forma el cuaderno (que cambié por el libro ya que no me servía de nada el tenerlo abierto ya), puedo ver un par de mis dibujos en sus hojas, uno de cada lado: una chica con una melena negra que parece difuminarse al tiempo en que llora con el rimel un poco corrido en las mejillas y otro de un peluche maltratado, que me inspiró una tarde trabajando en la juguetería. Está remendado, con un ojo de cruz y otro de botón, con la cabeza abierta y el relleno salíendose al tiempo en que un alfiler es clavado en su corazoncito cocido en su pecho en una frase de amor. También tiene varias costuras por algunas zonas de su cuerpo, uniendo las diferentes partes de su ser y, en cada pierna, una lleva un corte como el de la cabeza y el otro una cinta ataca a modo de zapato.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.