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-Zalgo...

En cuanto esa palabra sale de mis labios, la risa aumenta y, ya subida sobre el mostrador, observo cómo la negrura recubre todo. Maldita sea mi suerte, ¿por qué tiene que pasarme esto a mí? Algo me toca la mejilla de forma suave y me encuentro con el conejo en mi hombro, ¿cuándo se subió ahí?

-Te tomas demasiadas atribuciones, conejo...

Éste se abraza a mi cuello y yo niego con la cabeza al tiempo en que repaso la estancia con la mirada, intentando encontrar el origen de todo esto, es decir, la figura de ese loco. 

-Muéstrate e una vez, ¿a qué esperas? 

-Como dije antes, me gusta tu fuego, tu fuerza...

De la obscuridad frente a mí, se empieza a formar un montículo y a crecer, alzándose cada vez más y más alto, del cual sobresalen dos curvados cuernos, hasta que éste toma forma humanoide y el negro cae, dejando a la vista a lo que parece un chico de cabello largo negro con flequillo en pico, ojos grises, nariz respingada, labios intermedios, piel pálida y algo similar a un traje negro con camisa blanca y corbatín a rayas en el mismo color. Guantes negros de lo que parece cuero cubren sus manos y una especie de capa de piel negra cae desde sus hombros. Ni qué mencionar el par de negros y largos cuernos que surgen desde el centro superior de su cráneo. 

-No tienes el aspecto que esperaba o que me describieron.

-Lo sé, decidí que sería mejor mostrarme ante ti en una forma más humana, más humilde que mi imponencia normal. Creí que seria más cómodo para ti el verme así que en mi aspecto natural.

Mi gesto ante sus palabras no podría ser más escéptico y mi ceja se alza de forma involuntaria ante eso.

-¿Humilde? ¿Y los cuerno son para...?

-Simplemente recordarte con quién estás hablando.

-Como si fuera fácil olvidarse de ese detalle... ¿Qué es lo que quieres?

Lentamente y sonriendo como si fuera el rey del mundo, sin preocupación alguna, empieza a caminar por el espacio vacío de la tienda, dejando que la cola de su capa se arrastre un poco por lo negro que recubre el suelo. 

-Es muy simple, lo que quiero...

Sus ojos se clavan en mí y alza la comisura izquierda con arrogancia. 

-...es a ti.

-¿A mí? ¿De qué hablas? ¿Vas a intentar matarme ahora?

Su carcajada ante mi pregunta me desconcierta, ¿y a éste que mosca le picó? ¿Debería preocuparme de que esté tan risueño? No creo que eso sea normal. 

-No, mi querida Queen, nada más alejado de la realidad. 

-¿Y entonces?

Con absoluta calma, se dirige hacia mí, dando pasos tranquilos, como si fuera el amo y señor. No se acerca del todo, quedan un par de metros que nos separan, mas eso no me impide sentir las vibraciones de poder obscuro que manan de él como olas rompiendo en la costa. 

-Lo que quiero en realidad, es a ti, a mi lado. 

-¿A qué te refieres?

-Bueno, eres una mujer fuerte, muy hermosa (si debo ser sincero) y con una obscuridad que te empeñas en ocultar, sin embargo, está ahí y puja por salir, por más que intentes negarlo y mantenerlo sepultado. No importa cuánto Jason intentó esconderlo, cuánto intentó esconderte a ti de mis ojos... yo puedo verlo todo, tarde o temprano, siempre lo hago. 

-¿Y qué es lo que esperas obtener? Dijiste que querías torturarme, todo para hacer sufrir a Jason. 

-Sí, es verdad, lo dije, no obstante, las cosas cambian. Ahora sé más sobre ti y sería un completo y penoso desperdicio el, quizás, matarte con el único objetivo de que él lo padezca. No, tengo cosas mucho mejores planeadas para ti. ¿Te interesa escucharme? Tengo una propuesta que puede que te interese. 

El JugueteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora