"Vuelve hoy en la noche y te lo explicaré todo. Nos vemos aquí a las doce en punto".
Esas habían sido las últimas palabras de Jason hoy antes de que me fuera de la tienda al finalizar mi horario, con más preguntas en la cabeza que un cuestionario de orientación vocacional. La intriga tampoco había desaparecido, y habría que sumarle también la rabia que asomó su rostro por mi mente cuando, la aparición de cierto policía por la entrada del local, cortó la respuesta que iba a darme mi pelirrojo sobre el escarlata opaco de sus dedos.
Maldito fuera ese... ¿Cómo se llamaba? ¡Ah sí! Ya me acorde: "el oficial Mathsch". Maldito idiota, le hubiera arrancado la lengua cuando empezó a acusar a Jason y a interrogarlo como si él fuera el culpable de la desaparición de esa descerebrada que todo el mundo busca. ¡Ja! Como si fuera algo importante; sería un gran alivio para el mundo si no vuelve a aparecer jamás.
Todavía puedo sentir los resquicios del odio que manó en mi ser a penas ese infeliz puso un pie en la tienda; sabía lo que planeaba y lo confirmé a penas abrió su bocota, la cual me habría encantado cerrar de un buen golpe, ponerle un cierre o hasta cocérsela si tuviera la oportunidad. Sería un gran alivio no tener que escucharlo, quizás hasta podría llegar a ver el "atractivo" del que hablaba Ericka si permaneciera en completo silencio.
No estoy segura de si el pelirrojo notó o no las olas tras olas de odio que destilaba por cada poro de mi cuerpo hacia el oficial inepto.
Flashback:
Veo en sus ojos dorados cómo se debate por dentro sobre mi pregunta hasta que, finalmente, pasa saliva haciendo que su manzana de Adán se mueva y suspira, abriendo la boca para contestarme, aunque no llega a hacerlo. Justo cuando está por decir algo, la puerta se abre y el mismo policía que me "interrogó" hoy en la universidad aparece por ella.
Gruño como oso enojado por dentro y suelto a Jason, poniéndome de frente al intruso, y sí, dije intruso porque eso es lo que es, no un cliente ni nada similar, solo un intruso y yo sé lo que quiere o, más bien, lo que va a intentar y quiero arrancarle la lengua por esa misma razón.
Bajo del mostrador, aprieto los puños y contengo mi boca, la cual quiere ser mordaz en este preciso momento y preguntarle de forma sumamente grosera qué se supone que está haciendo acá si habían descartado a mi jefe de sospechoso luego de la última inculpación que le hicieron. Se suponía que ya no lo molestarían y aquí está este monigote de azul. Idiota.
-Buenas tardes, usted es el dueño del establecimiento, ¿no? El juguetero.
-Así es, ¿en qué puedo ayudarlo?
-Oficial Mathsch, vengo a hacerle unas preguntas sobre la desaparición de una joven en el pueblo.
-Creí que había quedado claro la última vez que pasó y vinieron a acusarme, que no tengo nada que ver en ese tema. Revisaron toda mi tienda y mi casa, no encontraron nada.
-Yo decidiré si tiene o no algo que ver. ¿Dónde estuvo anoche?
-Aquí, terminando un encargo para hoy.
-¿Puede probarlo?
-Atrás y adelante de la tienda hay cámaras de seguridad, si hubiera salido, estaría registrado y no lo hice. La última que salió de aquí fue mi empleada aquí presente, que salió por esa puerta a las siete de la noche.
-¿Por qué tiene cámaras si dice ser inocente?
-Porque, después de la última vez, estoy harto de que inútiles como tú vengan a acusarme y decirme que mi palabra no vale, por lo que prefiero tener un registro que demuestre que no miento.

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El Juguetero
DiversosQue tus viejos no acepten quien sos porque no vas con su onda, es realmente molesto. Yo sé que no me odian, me aman, pero lo que he elegido para mí (algo completamente opuesto a su vida y creencias hippies) no es de su agrado en absoluto y es muy pe...