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Por cosas así Noah te hacía sentir especial. Y me molesta admitir que lo sigue haciendo. Te ayuda y está contigo, y piensas: <<¡Vaya! Noah Müller me ayuda, ¡a mí!>> Pero Noah era —y parece ser— así. Tiene ese poder. Y aunque sabes que no es así, que la magia se va a ir porque ayudar es parte de Noah y lo hace con mucha gente, te sientes especial por un momento.


Me está llevando de vuelta a casa por que no puedo conducir. Tengo vendada la mano y unos cuantos puntos que me duelen todavía. Creo que papá ha llamado a Margot para que me deje relajarme el resto del día. Pero Chase está en casa y con él, Margot está más entretenida.

—No recordaba que fueras tan torpe —comenta Noah, divertido.

—No me conoces, Noah.

Noah sabe que tengo razón. Está callado un rato más, hasta que frena en un semáforo.

—Creo que algo sé de ti —permanece en silencio, creando suspense—. Me robaste mi primer beso, Sierra.

Me quedo de piedra. ¿Qué yo qué?

—¡Fuiste tú!

Dios. No quiero que saque ahora este tema. Es vergonzoso y patético, porque sí se acuerda, y tiene que recordar que salí corriendo después de eso.

Noah se gira a mirarme y enarca una ceja.

—Yo no lo recuerdo así.

—Tú recuerdas lo que te viene bien.

Como lo de mis piojos falsos. ¿Eso lo recordará?

Noah vuelve a arrancar.

—No, no. Es más, estoy seguro de que tú quisiste que jugara.

—Tu seguridad me asusta. Además, fue de Freya la idea, yo ni siquiera quería estar allí...

—¿Y por qué lo estabas entonces? 

Porque era una tonta que le seguía la corriente a Freya en todo. Pude haberme negado y haber ido a recoger a Margot para ir a casa juntas. Pude haber dicho que me sentía mal. Incluso pude haber huído por el pasillo en cuanto sonó el timbre de la última clase. Pero en el fondo sé que quise jugar, quise ver si era en este universo en el que la botella giraba y nos elegía a Noah y a mí. Era ese <<quizás>> que no quería perderme.

Me encojo de hombros y dejo de mirarle. Noah siempre ha sido guapo, y es de ese tipo de belleza que grita <<¡Mírame!>>. No es guapo a lo modelo, ni guapo como Lars Asger porque él tiene una belleza extranjera; Noah es guapo de una forma infantil y divertida, con sus pecas, y sus rizos.

—Que sepas que nunca me creí el rumor que Freya se inventó —dice, de repente.

Estamos ya entrando en mi calle. Quiero llegar y fingir que nunca hemos hablado de esto. 

—No pareció eso.

—Salía con ella en aquel momento. Se iba a enfadar y no quería eso porque de verdad me llegó a gustar.

Eso es como tirarle una piedra al corazón a mi niña pequeña interior.

—Ya no me importa, Noah —aseguro. No lo hace aunque el rencor sigue ahí.

Noah asiente con la cabeza y con una sonrisa, como si acabara de arreglar los seis años sin hablarnos.

Pasamos por delante de casa de Wesley. Está entrando con su madre en casa y los se giran a mirar el coche extraño que aparca delante de mi casa. Es tan adorable el comportamiento de Wes con su madre, que también tengo algunos <<¿y si?>> sobre él. ¿Y si Margot tiene razón y Wes y yo pegamos? ¿Y si me gusta aunque sea un poco?

—¿Mañana vas a ir a clase? —me pregunta Noah.

—Sí.

—Oh, se me olvidaba que tienes un record sin faltas —bromea.

Estamos callados un rato. ¿Salgo ya? ¿Me va a decir algo más? No parece, a si que me bajo, y antes de cerrar la puerta, digo:

—Puedes venir mañana por la tarde para solucionar lo de Betty.

Noah sonríe y asiente con la cabeza.

Cuando desaparece con el coche calle arriba, corro hasta casa y abro con las llaves. Papá no ha llegado todavía, y Margot y Chase están tirados en el sofá. Nada más verme, me asaltan a preguntas. 

El rincón de MillardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora