Anoche estuve con Margot hasta muy tarde haciendo el Fairy Bread. Margot se subió un plato con unos trozos para que cuando se despertara hoy no tener que bajar a la cocina. Esta mañana he recogido su plato de la habitación y solo tenía las migajas y un vaso de leche casi pegado a la mesilla.
Como papá se encarga de cocinar hoy, Margot y yo nos hemos tomado la libertad de irnos de casa por unas horas hasta que papá nos llame porque está la cena hecha. He llevado a Margot a casa de Tessa porque Chase está Kansas City viendo a su abuela; y yo estoy con Taylor, tiradas en su cama rosa hablando de nada interesante.
—¿Vamos mañana en bici al instituto? —me pregunta Taylor.
Sin dejar de mirar las estrellas que Taylor tiene pegadas en el techo, contesto:
—Hace demasiado frío como para ir en bicicleta.
Taylor sigue lanzando la pelota al aire, y la vuelve a coger. La lanza y la vuelve a coger.
—Ayer, comprando con Margot, vi a Noah y se me acercó. O no sé. Pero parecía que iba a hablarme —comento.
—¿Y qué hiciste?
—Salir pitando —contesto con obviedad. Si Noah me hablase declararía el fin del mundo; como una colisión entre universos. No puede pasar—. No tenemos nada de qué hablar, si eso quería. ¿Qué quiere, saber si sigo con los piojos que nunca he tenido? Por mí, Noah Müller se puede ir al país más remoto de África.
Taylor me lanza la pelota y me da de lleno en la tripa.
—Eh. A lo mejor quiere pedirte perdón.
—Llega siete años tarde.
Desde fuera, oímos los gritos de Ella, la madre de Taylor. Seguro que JoJo, el medio hermano, le ha gastado una de sus bromas para subirla a Instagram.
Las dos estamos expectantes, esperando a ver cómo termina la discusión.
—¡Cenarás las sobras de brócoli que han sobrado en la comida, JoJo! —le está gritando Ella, y parece muy enfadada.
Taylor y yo nos miramos y nos reímos. Si papá nos castigara a Margot y a mí con las sobras de la comida, estaríamos mejor que ayudándole en el taller y pringándonos de grasa que nos deja la cara negra.
—¡Ha sido una broma, mamá! —exclama JoJo, y después escuchamos un portazo de la habitación de al lado; la suya.
Taylor adora fastidiar a su hermano mayor o que el karma le devuelva todo lo que molesta con sus bromas. Con una sonrisa socarrona, Taylor dice en alto:
—Se lo merece por plasta.
Desde su cuarto, JoJo grita:
—¡Te he oído!
—¡Eso quería! —responde Taylor a gritos.
Margot y yo no somos así. Volveríamos loco a papá gritandonos de un lado de la casa a otro y preguntándonos por la plancha del pelo o el secador.
Entre risas, Taylor me dice:
—Tienes un mensaje.
Tengo el móvil en la tripa y se enciende y se apaga la lucecita con cada mensaje. Seguro que es papá porque ya habrá hecho la comida y no quiere que se enfríe; además de que tengo que pasar por Margot.
—Será papá para que...—No.Es.Papá—. Oh.
Tengo dos notificaciones de Instagram. Una de seguimiento, de Noah; y otra de un mensaje, de Noah.
Taylor se me echa encima.
—Oh. Mira a ver que dice el mensaje.
Abro el chat de conversación, y reviso todas las palabras de su mensaje.
Mañana, a las once. Ven al campo de lacrosse.
¿Lo estoy entendiendo bien? Bueno, quizás se ha equivocado de persona. Podría ser para Betty June. Se rumorea por los pasillos que tuvieron algo este verano.
¿Vale, Bomer?
Acaba de escribir. No creo que se refiera a mi hermana. Oh, Dios. No quiero que me asalte con: <<¿Por qué huíste de mí el sábado?>> Porque le contestaría mal y terminaría gritándole a la cara lo imbécil y capullo que es ahora, y que era cuando después de besarme pasó de mi.
—¿Le vas a contestar? —me pregunta Taylor.
—No pienso seguirle el juego, Taylor.
No mucho más tarde, papá me llama para que recoja a Margot. No quiere que se quede frío el pastel de carne que ha cocinado. Después de despedirme de Taylor, de Ella, y de JoJo, a través de la puerta; conduzco un par de manzanas hasta casa de Tessa para recoger a Margot. Me quedo en el coche con la radio un poco alta mientras releo los mensajes de Noah y le stalkeo un poco las fotos que tiene subidas. Me planteo contestarle, y escribo sin pensar:
¿Por qué debería hacerte caso?
Me sudan un poco las manos cuando Margot sale de casa de Tessa y Noah todavía no me ha respondido, sin embargo, intento olvidarme de los mensajes y de Noah Müller durante el camino de vuelta a casa.
Pasamos por delante de la casa de Wesley, y está en su patio delantero arreglando un poco las flores con su madre. Margot saca la cabeza por la ventanilla mientras aparco y les grita:
—¡Hola! —Margot baja del coche cuando tiene oportunidad y me espera a que baje—. ¿Puedo ayudarles un rato?
—Papá ya tiene la cena hecha. Pero cuando terminemos puedes hacerlo.
La madre de Wesley va con muletas a todas partes. Tiene un problema en la cadera y no tiene movilidad al cien por cien, por eso Wes es el que hace casi todo en su casa con ayuda de su padre cuando no trabaja.
—Pero vamos a saludarlos.
Margot me lleva arrastras hasta Wes y su madre. Somos nosotras las que nos agachamos para saludarles con dos besos a cada uno. Tienen guantes de jardinería y un pequeño delantal para no mancharse con la tierra de las plantas. Son muy profesionales, mucho más que Margot y yo aunque eso no sea difícil.
Con una sonrisa, Wesley se quita el pelo de la cara con el brazo para no mancharse.
—¡Hey, Margot! —choca el puño con Margot, y parece que no la importa mancharse—. Hola, Sierra —a mi me da dos besos.
—¿Vais a estar aquí más tiempo? —pregunta Margot.
—Ya casi terminamos con estas —contesta Wes, y mira a su madre y después a mi—. Pero todavía tenemos que cambiar unas flores de macetas. Aunque creo que tienes que cenar primero, pero nosotros te esperamos.
Margot ya es feliz para el resto de la noche. Antes de Chase, de que salieran, Margot tenía la fantasía de los chicos mayores en Wesley. Hasta llamó WesWes a un gato callejero que deambulaba por casa hace años. Ahora tiene puesta la cara de Chase hasta en la pantalla del ordenador.
No abro la boca ni para despedirme de ellos cuando tenemos que entrar en casa a cenar. Margot va dando pequeños saltitos de alegría hasta, pero yo no me siento para nada alegre, o sí, pero la intriga tapa todo el resto de sentimientos. Noah todavía no me ha contestado el mensaje, seguro que está riéndose de mí por entrar en su juego. Odio que las personas me hagan dudar de lo que yo misma hago. ¿Ha sido un error responder a Noah? Dios, ¿y si ahora no me deja en paz?
Estoy concentrada en lo mío, pero escucho como Margot dice:
—Creo que Wesley es un buen chico. Y a ti no te vendría mal uno, Sierra.
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El rincón de Millard
Roman pour AdolescentsSierra Bomer ha abierto un blog. "El rincón de Millard". Un blog anónimo y sin censura. Critica a sus compañeros, da su opinión de los rumores, y desenmascara secretos para hacer justicia. Pero... ¿y si su anonimato deja de existir para el capitán...