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Ayudo a Noah entrenar un poco en el campo de lacrosse. Le lanzo la pelota con la mano lo más lejos que puedo y Noah corre a agarrarla en el stick.

—Oye, Noah, ¿puedo preguntarte algo? —le pregunto lanzando la pelota otra vez.

A unos metros de mí, Noah alarga el stick y mientras la pelota cae, dice:

—Claro.

Espero a que vuelva para hacerle la pregunta. Noah me lanza la pelota y la atrapo en el aire.

—¿Por qué estás enamorado de mí?

Noah me escanea con la mirada y deja el stick en el suelo. Puedo ver como los engranajes de su cabeza se mueven buscando una respuesta. Se me oprime el pecho ante la idea de que no esté enamorado de mí.

—¿Me lo preguntas porque has escuchado cosas? —Me molesta que se haga el sabidillo y use ese tono superficial conmigo. Pensaba que ya habíamos pasado esa fase.

—Te lo pregunto porque ayer no lo hice.

—No me diste mucho tiempo para hablar —dice, y suena como si se burlara.

¿Siempre va a ser tan capullo? ¡Le ha dicho a todo el mundo que está enamorado de mí! No puede costarle mucho decirme una sola razón, a no ser que... No, me niego a que lo haya hecho por llamar la atención.

Lanzo la pelota al suelo y me agacho a recoger mi mochila. Si quiero estar con Noah es porque siento que soy especial para él y que no me trata como a sus colegas o a sus otras conquistas.

Hecho a andar por el campo pisando fuerte en la hierba. Escucho a Noah gritarme un par de veces y apresuro el paso sin ningún efecto. Todos los años hay una carrera benéfica en el polideportivo del barrio, hace dos años Noah dejó de participar, pero lo hacía año tras año y siempre quedaba entre los diez primeros. Así que me coge pronto.

—Venga, Sierra, lo siento. Era broma —me dice alargando la mano para tocarme el hombro. Me remuevo con brusquedad y sigo mi paso.

—No me gusta que me trates como si fuera indiferente a tí. Suena como si no te preocuparas por lo que a mí sí lo hace. Llevo toda la mañana escuchando a las personas preguntar lo mismo una y otra vez sobre nosotros, y cuando te pregunto algo que creo que es importante para nosotros, lo último que espero es que suenes como si te rieras de mí.

Noah permanece en silencio un largo rato. Estamos en la parte trasera del instituto, dónde están los campos de entrenamiento y la salida de emergencias del instituto. Hoy hay poca gente aquí porque hace algo más frío que últimamente, pero aún así Kendall Cass y algunos chicos del club de lucha libre nos están observando desde las gradas mientras comen. Noah sujeta el dobladillo de mi suéter de lana y me frena. Desde las gradas se escucha al cuerpo de puro músculo de Kendall gritar:

—¡Eres un perro que le lame el culo, Müller!

Espero algo negativo de Noah. Antes le hubiera enfrentado, pero ahora sólo sigue mirándome.

—No quería que sonara así, ¿vale? —Con su mano me acaricia la mejilla. ¿Este es otro de tus efectos, Noah? Hoy no funcionan conmigo—. He salido de mi primera clase y unas chicas me han preguntado que cómo me he podido enamorar de alguien como tú.

De brazos cruzados bajo mi pecho, pregunto:

—¿Y qué las has dicho?

—No te pongas tipo "soy la chica mala de esta relación".

—¿Lo ves? Me esquivas el contestarme, Noah.

Tuerzo la cabeza. Si Noah no va a contestarme es una tontería seguir rogándole. Estoy dispuesta a irme cuando Noah me agarra de los mofletes y me besa. Como una voz de fondo, distorsionada y poco clara, Kendall vuelve a gritar:

—¡Eres un marica, Müller!

A Noah se le tensa todo el cuerpo. Tengo mis manos apoyadas en su espalda, y parece que ha crecido con la contracción de sus músculos. Kendall vuelve a gritar, después uno de sus amigos le apoya en el argumento de que Noah sea un lameculos y un idiota gritando todavía más alto. Noah me empuja de la cadera separándonos y se gira encarando a Kendall. Están bastante lejos, pero puedo ver cómo se acercan los cinco chicos.

—¡Te has vuelto todo un romántico, capitán!

Dios. Yo nunca me he metido en una pelea, y cuando las hay, intento estar lo más lejos posible. No me puedo permitir que algún profesor me vea involucrada y llame a papá. Se decepcionaría mucho. Tampo puedo dejar que Noah se meta en una pelea y le hieran

—Noah, vámonos —le pido, y aun así sigue avanzando lentamente—. Por si te interesa, yo estoy enamorada de tí porque eres maduro y tus peleas son debates verbales.

Noah frena en seco, vuelve a mí y me agarra la mano. Está tenso y mueve los hombros como si se quitara el estrés de encima. Kendall no vuelve a gritar nada, y en mitad de nuestra caminata de vuelta al edificio del instituto giro la cabeza y veo de reojo como él y sus amigos vuelven a las gradas entre risas. Por fin respiro a gusto cuando Noah empuja la puerta y los pierdo de vista.

Llegamos en silencio a la cafetería, pero no entramos. Noah permanece apoyado contra la pared y mirando al techo un buen rato. Se le nota tenso y agobiado. Estoy dispuesta a darle un abrazo y a decirle que no es nada de lo que le han llamado, pero suena de vuelta a clase y una manada de estudiantes salen espantados de la cafetería. Veo a Taylor salir acompañada de Lucas, Gabriel, Paul y otros chicos amigos en común. Se nos acercan y permanecemos un un círculo cerrado.

—Umm... Tengo que ir a cambiar unos libros a mi taquilla —informo.

—Vamos todos —dice Paul—. Nuestras taquillas son por allí.

Es agradable andar con tantas personas a mi alrededor que nos introducen a Taylor y a mí en la conversación. Hemos sido solo ella y yo por muchos años, y ahora siento que somos parte de este grupo.

Antes de que Noah tenga que frenar porque estamos delante de su taquilla, me abraza por la cintura con uno de sus brazos y se inclina a darme un beso. Sin separarse mucho y en un susurro muy suave, dice:

—Una de las razones por las que estoy enamorado de tí es porque me haces ver quién realmente soy. —Me da otro beso y después me da un toque con su mano en mi muslo. Noah nunca me ha tocado las piernas, o como otras parejas se tocan—. Nos vemos luego.

***

A la hora de la salida estoy recogiendo todos mis libros de la taquilla cuando un papel doblado aparece en el fondo. Se lo enseño a Taylor.

—¿Noah? Puede ser de él —me dice.

Desdoblo el papel. Es una corta carta escrita con mala letra.

Estoy enamorado de ti por ser tú. No sé las razones exactas; un día me gustabas un poco y al día siguiente no podía dejar de pensar en ti. Pero sé que lo estoy porque se me oprime el pecho de una forma placentera cada vez que te miro. Y nunca he echado tanto de menos a alguien cómo lo he hecho contigo cuándo no estamos juntos.                       Noah.M

Mientras caminamos hacia el coche, abrazo el papel contra mi pecho con una sonrisa boba. Quiero colgarlo del corcho que tengo en mi habitación para leerlo todos los días cuando me despierte. 

El rincón de MillardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora