El veintiocho por la tarde, Margot aparece en casa con su espíritu alegre llenando toda la casa de vida. Pero yo no estoy de humor y ya no sé si es porque Wesley le ha dicho a papá que no volverá a cortar los arbustos, o porque no dejo de pensar en que Noah vendrá a cenar. A último momento me he rajado. Estoy deseando que Noah me llame y me diga que un trozo de pavo del que cenó anoche se le ha incrustado en un ojo y está en el hospital; o que ha cogido una fiebre súper rara y no puede venir.
Son pasadas las cuatro de la tarde, a una hora de que Noah venga, él puede llamarme para decirme que no viene y así a Margot para la hora de la cena se le habrá pasado la decepción.
Margot está sentada a mi lado mientras le hace nudos a la bufanda y contándome lo mucho que la abuela de Chase la quiere , no sabe lo feliz que suena cada vez que lo repite, y creo que intenta contagiarme esa alegría, pero se rinde y me pregunta:
—¿Se puede saber qué te pasa?
Me paso las manos por el pelo y apoyo la frente en la mesa de la cocina.
—Wesley me besó. Y antes de que chilles, te diré que ya no nos hablamos.
Margot parece un cuadro abstracto. La mitad de su cara expresa alegría, la otra mitad confusión, y seguro que visto desde lejos parece el culo de un mono rojo. Margot siempre a tenido la piel clarita, y el color que tiene durante todo el año en las mejillas por el frío o el calor es súper adorable. Seguro que a Chase eso le encanta.
Margot se inclina sobre la mesa con la boca medio abierta, y como si no se lo creyese, repite:
—¿Qué?
—Que me Wes me besó —suena a lamento.
Margot se lleva las manos a la boca y suelta un chillido agudo como si siguiera sin creerse lo que he dicho.
—¿Y cómo fue?
—No te lo voy a contar, Margot.
—¿Antes o después de que Noah y tú...?
—En NocheBuena —susurro, y golpeo con las uñas la madera de la mesa—. Pero no me gustó... a ver, es Wesley, y pensaba que me gustaba, pero después de ver cómo besaba a aquella chica dejé de pensar tan bien de él a cómo creía. ¿Se lo debería contar a Noah? A lo mejor le molesta si no lo hago.
Margot estira el brazo y me da unas palmadas silenciosas en el hombro.
—Hermanita, si piensas así es porque Noah te gusta —lo sé—. Y si yo fuera tú no se lo contaría. Pasó antes de que realmente saliérais juntos.
Supongo que tiene razón, Noah y yo estábamos en lago falso y que Wes me besara me hizo darme cuenta de que había rodado sobre el hilo hacia Noah. Sólo hacia Noah.
Papá entra en la cocina y deja los guantes sobre la mesa. Lleva horas en el taller trabajando. En Navidad hay más trabajo porque algunos motores se congelan y papá lo arregla. Y muchos compran cadenas para la nieve también. Como Noah, que fue ayer con Mary Anne y Otto, su novio, a por unas cadenas para su coche.
—¿A qué hora viene Noah? —pregunta.
—A las cinco y media —digo, y miro a Margot que intenta desenredar la bufanda—. Ha aprendido a hacer Fairy Bread y quiere hacer contigo.
Margot sonríe, y me alegra que parezca que se haya olvidado de Wesley un rato.
—¿Qué te vas a poner?
Me miro lentamente. No creo que estar en chándal sea un problema.
—¿Tiene algo de malo cómo voy?

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El rincón de Millard
Teen FictionSierra Bomer ha abierto un blog. "El rincón de Millard". Un blog anónimo y sin censura. Critica a sus compañeros, da su opinión de los rumores, y desenmascara secretos para hacer justicia. Pero... ¿y si su anonimato deja de existir para el capitán...