Se supone que las parejas se pelean e intentan arreglar sus problemas por que se quieren. Por eso lo que más me aterra es que Noah haya creado un muro entre nosotros, porque no me quiere o no le he interesado tanto.
Me despierto con ganas de ir corriendo al instituto y hablar con Noah, pero pasa todo lo contrario. No hago nada por acercarme a él durante todo el día, y sólo consigo verle un par de veces: en la clase que compartimos y ahora. Me encuentro con Noah y sus amigos cerrando un círculo frente la taquilla de Paul. Estoy esperando a que Taylor encuentre su subrayador entre el jaleo que tiene en su taquilla, cuando Lucas se separa del grupo en el que está Noah y se acerca a nosotras.
—Buenos días, chicas —nos dice.
<<¿Qué tienen de buenos?>> Saco una sonrisa dudosa y agito la cabeza. Como si ya no doliera nada de lo que pasa.
Taylor saca la cabeza de su taquilla y sonríe.
—Hola.
—Oir, esta tarde Gabriel nos ha invitado a unas partidas de ping-pong en su casa, ¿queréis venir?
Taylor rápidamente asiente. Entonces me miran a mí y yo miro a Noah. Por un momento creo que me está mirando de reojo y que además está atento a lo que hablamos.
—Creo que los abuelos querían que saliéramos a merendar todos juntos. —No es una mentira total, pero es una buena excusa.
Supongo que ya he perdido parte de mi orgullo estos días arrastrándome a Noah, y si sigo así, no haré más que perderlo del todo y sólo me quedará volver a llorar.
—Vale. Pero si al final puedes, pásate por allí.
—Claro.
—¿Os váis ya? Puedo acompañaros al coche —se ofrece de repente.
—Hemos venido andando —dice Taylor—. Para aprovechar el buen día.
—Entonces me ofrezco a llevaros a casa.
Taylor y yo intercambiamos miradas, asentimos, y echamos a andar por el pasillo. Voy un poco alejada de Lucas y de Taylor fingiendo que miro algo en el teléfono, y antes de girar la esquina doy una fugaz mirada hacia atrás. Noah tiene vuelta la cabeza y capto un ligero movimiento de cabeza, como un: <<Hola>>.
A mitad de camino hacia el coche de Taylor, veo un destello al otro lado del aparcamiento, son los autobuses escolares. Si me doy un poco de prisa puedo todavía cojer asiento en alguno.
—Ummm... Margot me acaba de enviar un mensaje, iremos juntas en el autobús escolar a casa.
Lucas me da una mirada y parece algo relajado. Taylor me mira con los ojos desorbitados.
—¿Enserio?
—Sí. Quiere que tengamos una charla de hermanas antes de llegar a casa.
Me doy la vuelta para marcharme, pero Taylor me agarra del cinturón de mi pantalón. Tiene esa mirada indecisa y parece dudar entre si ahorcarme o darme las gracias.
—Te contaré después.
Asiento con un golpe de cabeza y cuando se da la vuelta y pilla el paso de Lucas, yo hago marcha hacia los autobuses. Necesito ir sentada hasta casa. Emer ya ha cogido de nuevo el ritmo del comité del baile y nos ha machacado porque la decoración planeada no era la ideal. Hemos tenido que hacer cientos, o miles, de tiras rizadas de color negro y dorado. De pie. Decía que las tiras rizadas que hicimos de color rosa no pegaban para nada y no eran tan elegantes a como lo son el negro y el dorado.

ESTÁS LEYENDO
El rincón de Millard
Teen FictionSierra Bomer ha abierto un blog. "El rincón de Millard". Un blog anónimo y sin censura. Critica a sus compañeros, da su opinión de los rumores, y desenmascara secretos para hacer justicia. Pero... ¿y si su anonimato deja de existir para el capitán...