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El último día es un caos total. Nadie hace caso a los profesores, están todos hablando sobre las notas y de la mayoría de victorias de los equipos del instituto.

Margot y yo nunca hemos sacado malas notas, y este trimestre no ha sido diferente, a si que papá está super feliz.

Estoy en el coche de camino a casa con el sobre de las notas en el asiento del copiloto. Hoy es mucho más tarde que otros días, Taylor y yo nos hemos pasado un rato largo hablando sobre las notas y lo que queremos hacer estas Navidades hasta que me marche a Australia con los abuelos.

Hoy sí me he dado cuenta de que Noah ha ignorado a Chloe, y le he pillado mirándome de vez en cuando como hacía antes. Pero se ha mantenido a la distancia cómo las últimas semanas.

Cuando llego a casa, papá todavía está en el taller trabajando. Suelto la mochila ya para todas las vacaciones y pego las notas con un imán a la nevera junto con las de Margot que me he traído y las de Chase.

Es el primer día en bastante tiempo que como sola, sin que Margot me esté hablando de lo bien que está con Chase, o sin Taylor contándome la nueva broma de JoJo. A si que me siento algo sola porque ni siquiera tenemos televisión en la cocina. Pocas veces he comido tan lento, que llega papá del trabajo y todavía me estoy comiendo unas natillas que compramos hace días.

Papá suelta las llaves de casa en la encimera y se quita los guantes.

—¿Todavía estás comiendo?

—Sí.

Papá saca su plato con arroz y salchichas del microondas y se sienta delante de mí.

—¿Estás segura de que no quieres venir el domingo a comprar? —se coloca un tenedor y un cuchillo al lado del plato.

—Iré con Taylor a patinar. Pero podéis traerme caramelos de la tienda de dulces.

Papá me sonríe mientras llena un vaso con agua.

—Vale. Pero todavía quedan caramelos por algún armario —me dice, y se sienta en la mesa—. Y dime, hija, ¿cómo vas con los chicos?

Me dejo la cuchara a medio camino y las natillas gotean en la mesa.

Nunca hemos hablado de chicos, y la famosa charla nunca la hemos tenido.

—¿Normal?

Papá me mira mientras mastica y traga.

—¿Y la búsqueda de la Universidad?

—Estoy mirando la de Lincoln. No está nada mal su programa, y está cerca.

—No hace falta que te quedes aquí, Sierra, hay mejores en otros estados.

Me encojo de hombros.

Realmente no me imagino viviendo muy lejos de papá y de Margot. Además de que Taylor también ha mirado la de Lincoln y la ha gustado. Margot posiblemente tenga tiempo de subir sus notas e irse del estado, o a una Universidad de Europa con alguna beca. Yo no.

—Me gusta la de Lincoln —aseguro, y rebaño las natillas con la cuchara.

Papá me mira como si no se creyese lo que le estoy diciendo. Desde que mamá no está he querido estar ahí para Margot y para papá; y aunque he pensado que ahora que Margot me hace menos caso porque tiene a Chase, y que papá está refugiado en el trabajo, no me echarán mucho de menos si me voy. Pero creo que la incapaz de vivir sin ellos sería yo.

—¿Y qué piensas de irnos a Australia? A Margot la hace ilusión, creo que más que irse con Chase.

Me levanto de la silla y tiro las natillas a la basura.

El rincón de MillardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora