Desde el día que volví a desmayarme de dolor en el colegio, he estado hablando con Levent, me parece que es muy interesante, es un chico genial, tiene mucho conocimiento, es buen doctor, le gusta leer, renta un pequeño departamento en una de las principales avenidas de la ciudad, es soltero, no tiene hijos, sus padres viven en Vilcabamba, es hijo único, su mascota favorita para tener en casa son los loros.
Pasé dos días internada, días que me sirvieron para conocer a mi joven y apuesto médico. Aveces se tornaba molesto, decía que me duerma, o me obligaba a comer. Personalmente el me ponía los sueros y me administraba la medicación, se ocupó exclusivamente de las limpiezas de mi herida. Fue un tiempo muy agradable.
Agradecí que el día que me internaron fue fin de semana, así que para el lúnes estuve lista para ir a clases.
La razón de mi dolor fue que se me había inflamado el lugar donde se amarraban los hilos internos de mi operación, nada grave en realidad.
-Te extrañé, fui a verte un par de veces a la clínica pero el doctor no me dejó verte- Me confesó Emir un poco molesto y triste a la vez.
-Lo siento es que no quería ver a nadie
-¿Ni a mi Lia?- Contestó el, poniendose de pie. Su actitud avisaba que iba a irse
-Ni a ti Emir, estoy bien, no quiero darte lástima ni que creas que quiero llamar tu atención- dije enojada
-Bien, espero que cuando te sientas mal alguien te ayude Lia, nos vemos.
Eso fue un golpe bajo, era mi amistad masculina más cercana, Cami y Lu no iban a cargarme si me volvia a desmayar. Pero le reste importancia, total Emir para mi era un compañero más.
-Hola mami- Escuché decir a esa dulce voz, dulce voz que conocía muy bien.
-Mi reina bella, dame un beso
Me incliné para estar a su altura, ella me abrazó y cuando me dispuse a cargarla apareció mi madre gritando que no lo haga que podía lastimarla, grito que ignoré por su puesto, ninguna enfermedad iba a impedir que carge a mi hija.
Mi madre parecia haber llorado mucho, la cara de mi padre estaba de pocos amigos y mis hermanos ni siquiera hablarón en la mesa.
¿Estaban molestos? Por alguna razón nadie habia dicho nada, solo se oían mis risas y las de mi hija. Mi madre me vió y sus lágrimas rodaron al instante, acto seguido mi padre se levantó para llevarla al cuarto y calmarla.-¿Que pasa Sara? Puedes decirme porque llora, no entiendo desde que llegué esta así- Le pregunté a mi hermana mientras acurrucaba a Itzel en mis piernas, ya se estaba quedando dormida.
-No es nada, vamos te ayudo con la niña, recoje la mesa, si es que puedes ñaña, si no recuestate y yo me encargaré de todo.
-Si puedo, tranquila, levanta a la niña para que pueda pararme. La cambiaré y vuelvo para hablar.
Cuando deje a mi hija dormida y volví para conversar con mi hermana, esta se había ido y ahora estaba lavando los platos. No se si era mi impresión o es que me estaban evitando. ¿Que rayos pasaba? Yo era la paciente, hace menos de un mes me habían sacado la apéndice, y hace poco estuve internada por una recaída y simplemente nadie me queria ver.
-Siento lo de hoy Emir
-Ok, no es nada
-Si que lo es, no quiero perder tu amistad por algo tan simple
-Descansa te veo mañana.¿Era eso posible? el chico que mis amigas decían que me amaba a más no poder estaba ignorandome tambien.
Desanimada me acosté junto a mi hija, la única que se alegra de verme siempre sin importar mi situación.
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Eterna.
Short StoryVa más allá de cualquier cosa, si la vida me pedía, mi vida misma se la daba. Con solo ver sus ojos, decidí entregarle mi vida. Si, era la nueva del salón, pero ¡joder! La estaba esperando. Fue la primera mujer ajena a mi madre, que tras sonreir pro...