Me tocó acompañarla varias veces al doctor, no iba a permitir que algo le pase en el camino. A pesar que su doctor me caía mal, por alguna extraña razón nos mirabamos mal. El flaco ese creía que con sus ojos color miel iba a intimidarme.
Ya la había disculpado por no quererme ver la última vez que estuvo internada, no podía estar separado de ella.
Un día, me llegó un mensaje de su madre, algo que se me hizo muy raro pues ¿quién le facilitó mi número?
-Me gustaria hablar con usted joven, soy la mamá de Lia. Lo espero hoy, una hora antes de entrar a clases en la avenida principal.
¡Joder! No sabía que responder y no respondí nada, solo se que a las 12 estaba parado en la avenida esperandola.
-Buenas tardes ¿Emir Vasquéz?
-Si, ya nos conociamos, pero Lia olvidó presentarnos- dije con la voz en un hilo por los nervios, y estiré mi mano.
La señora sonrió y me hizo una señal para que suba a su carro, era un auto básico del padre de Lia, lo usaban todos, menos Lia, tenía miedo conducir.
Me llevó hasta un parque no muy lejano del colegio.-Hijo, Lia tiene cáncer
¿Que había dicho, la mujer más hermosa que conocía tenía cáncer? ¿Porqué? ¿Era verdad? ¿O era para que me aleje de ella? ¡Maldita sea!
Eso fue devastador para mi, tanto que al oirlo mis lágrimas cayeron lentamente, no podía creerlo.-¿Co.. co.. cómo? ¿Cáncér? ¿A que? ¿Porqué?
-Esta enfermedad se apoderó de mi hija Emir, es a el estómago, es muy grave en realidad. Cuando la operaron se dieron cuenta, la razón del "coma" de mi hija no fue en realidad eso, el doctor Levent ordenó sedarla hasta lograr hacerle los estudios, cuando la operó se dió cuenta que no era una simple peritonitis, si no que era eso.. cáncer.
-Por eso ha bajado de peso en los últimos dias- dije para mi mismo
-Si, y va a ser peor, vendrán dolores, se quejará, cuando inicié las quimioterapias su pelo se caerá, va a sufrir mucho Emir- respondió la mujer ya con lágrimas en los ojos
-¿Usted quiere que me aleje de ella?
-No, no, no al contrario, vine a pedirte que te quedes con ella, va a necesitarte mucho en esta etapa, el año escolar esta por terminar y se quedará sola
-Lo haré, Lia se va a curar, señora yo tengo 16 años, yo se que Lia piensa que no puedo quererla, pero la quiero y mi edad ni nada va a impedir que me quedé a su lado
La mujer me miró, sonrió dulcemente y me abrazó. Supuse que lo aceptaba.
-Tengo que irme ahora, Lia no sabe nada de esto, no se lo digas aún Emir, ya hallaré el momento preciso, vamos te dejaré en el colegio.
Estuvimos hablando cerca de una hora, de trivialidades, de Lia, de mi, de nuestras familias, sin duda me agradó y le agradé.
Al llegar al colegio vi a Josue y juntos ingresamos, conversamos un rato antes de entrar al aula, se nos unió Steven y Nicolás, los tres no paraban de preguntarme que tenia, decían que se notaba que había llorado.
-Vamos hermano, ¿que pasa?- dijo Nicolás
-Si ya dinos, o llamaremos a Lia- dijo Josue
-Dejenlo tranquilo, ya nos dirá chicos, vamos, el licen esta por llegar- me defendió Steven.
Este último era un gran amigo, hace dos años cuando llegó al colegio fui yo su guía y único amigo hasta qie conoció mejor a Jordan y formarón el duo del momento que perduraba hasta hoy.
Tuve que reponerme rápido pues a lo lejos vi una falda larga, un pelo natural, sin señas de haber sido tinturado, algo que me hizo sonreir por saber inmediatamente de quien se trataba.
-Hola, no se donde se metió mi madre no alcanzó a traerme, tuve que venir sola, casi no llego
-Lia, ¿qué tal?
-Normal Emir
Que dificil fue para mi mirarla y no llorar, tuve que componerme varias veces para decirle la verdad.
No tenía que intervenir, su madre me lo había pedido.
La veía ir y venir con Luna, otras veces con Alison, pero más a menudo con Camila, Lia parecía ser la única en no darse cuenta que la falda le quedaba floja, y que la polo se le escurría por los hombros a cada paso que daba.
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Eterna.
Short StoryVa más allá de cualquier cosa, si la vida me pedía, mi vida misma se la daba. Con solo ver sus ojos, decidí entregarle mi vida. Si, era la nueva del salón, pero ¡joder! La estaba esperando. Fue la primera mujer ajena a mi madre, que tras sonreir pro...