Lia

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-Cuando mi hermana murió, quedé devastado, algo que empezó como una simple gastritis acabó con su vida, tenía tu edad Lia- me confesó Steven arrodillado y apoyando sus manos en la cama.

-Yo no te dejaré Steven, pero si algo pasa cuida de mi hija porfavor- respondí con una sonrisa para tratar de darle aliento.

Steven se convirtió para mi en mi hermano mayor, a pesar de ser menor. Me daba incluso más detalles que Emir o Levent, su compañia era lo mejor que tenía en esos momentos.

-No te mueras Lia, no me dejes solo tu tambien

-No lo haré mi niño, yo quiero verte triunfar, es más voy a verte triunfar

Poco despues entró Sara y anunció que iban a empezar.

Las quimioterapias son el uso de farmacos para combatir las células cancerosas. Estos medicamentos actuan evitando que estas células crezcan y se dividan en más células dañiñas.

La previa cirugía que me habían realizado fue para extirpar exclusivamente la parte afectada del estomago por lo que agradecí esa intervención oportuna.

Pasarón las primeras semanas, pude soportarlo, tenía que hacerlo, afuera mi hija me esperaba.

Mi pelo empobreció en vitaminas, se caía con solo mirarlo, eso no me afectaba, estaba consiente que era parte del proceso.

Fue muy pero muy doloroso, lloraba a diario, Steven siempre me visitaba, Cami y Lunita ayudaban a mi madre con mi hija, por su parte Emir casi no llegaba a verme, decía que tenía que trabajar, pero que siempre pensaban en mi.

Me dolió mucho no tenerlo en esa etapa tan dolorosa de mi vida, a pesar de que Jordan, Josue y Alison, no dejaron de visitarme ni un solo dia.

Cami y Lu, iban por las tardes porque como ya les conté amigos, por las mañanas ayudaban en mi casa.

Veía a entrar a Levent cada día más felíz, ya no como los primeros días.
Me decía que lo estabamos logrando, lad fiebres había cesado, el vómito con sangre fue convirtiendose en vómito sin liquído rojo.

Definitivamente estaba mejorando, al cabo de un mes y medio estuve lista para dejar esa habitación en la que tan mal la había pasado.

Dejaría al fin los llantos, los mareos, todo, todo se iría para siempre.

-Lo hiciste Lia, lo hiciste. Lo venciste, sabía que tu podías, siempre lo supe- gritó Levent, muy emocionado y saltando como un loco. -Mira hermosa, mira esto, todas esas células dañinas han desaparecido, logramos detener la metástasis, no se desarrolló Lia, ¿entiendes eso? Lia ningun otro órgano se contaminó, eres libre señorita Ulusoy libre- afirmó aun más emocionado.

Me levantó, me abrazó, estaba felíz. Hace días no lo veía así, mientras estuve mal, el parecía un fantasma, subía y bajaba el ascensor como un muerto viviente, de todos sus pacientes yo era la más grave, era, porque ahora estaba dada de alta.

-Casate conmigo Lia, porfavor, hazlo, yo respondó por ti y por tu hija- Espetó de golpe, dejandome paralizada de golpe.

-Yo, Levent, no se que decir- respondí muy emocionada y asustada a la vez.

La cajita roja que sostenía en sus manos abierta, dejaba entrever un precioso anillo, y no cualquier anillo, un anillo de compromiso, era plateado, muy fino, y en el centro rezaban las letras: LLK. Levent y Lia Karaesky.
Era una joya muy especial, no un tipico anillo con un diamante de adorno.

-Acepto- afirmé con la voz un poco más firme.

-¿De verdad? Lia, nos casaremos, si tu deseas tendremos más hijos, si no educaremos solo a Itzel, nos mudaremos a un departamento más amplio, Itzel entrará a una de las mejores escuelas, mi carro será tuyo o si prefieres compraremos uno para ti, lo que tu quieras, seremos felices, este año te graduas, no dejarás el estudio, seras la psicológa que quieres ser, te conseguiré un consultario aqui en la cliníca, todo irá bien.

¿Dije que si? Estoy loca acaso, no se en que pensé, acepté y tenía a Levent prometiendome el mundo.
¿Ya tengo edad de casarme? ¿Que diran mis padres? ¿Que haré? ¡Madre mia! Acepté. Acepté y ya no había vuelta atrás.

-Si Levent, casemonos, estoy dispuesta a seguir mi vida a tu lado- acoté nuevamente, el se veía tan felíz que no pude dudar más.

La diferencia de edad era muy poca, aún quedaba por saber que pensarían mis padres al respecto, pero la desición estaba tomada, Levent y yo ibamos a casarnos.

Eterna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora