Lia

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Estabamos sentados en el patio, recitariamos poemas en la clase de literatura, todos con cuaderno en mano practicabamos los ademanes y acentuaciones que haríamos en cada una de las presentaciones.

La tarde se pintaba bien, cuando mis flores hermosas estaban con maleza, en mis tiempos libres me dedicaba a limpiarlas y a regarlas, recibia criticas y miradas de desaprobación por parte de los demás alumnos, por el hecho de cuidar las plantas pues ellos decian que lo hacía por llamar la atención. Pero que más da, poco o nada saben de mi.

-¿Vas tu o voy yo?

-Voy yo- me contestó Emir, mientras se ponía de pie para dirigirse al escenario.

-Suerte, guapo- le dije yo, al tiempo que le daba un empujón.

Mirada profunda, de esas que causan miedo, de esas con ojos cáfes, cáfes que producen desvelo.
Poco o nada era antes de verte, pero bueno es Dios que me cambió la suerte, vivo agradecido con el simple hecho de conocerte.
Yo no se si en otra vida pueda verte ¿o es que tan solo en esta tuve la suerte? Pienso que si, y despues de ti, bienvenida la muerte.
Mi alegría, mi mundo y mi vida. Lia, dulce y tierna, indefensa y soñadora, madre y amiga, mujer y luchadora, inteligente y fuerte. Lia, la mujer que quiero para toda mi vida.

-Tienes 10 Emir- dijo el licenciado mientras hacia un gesto gracioso. -Agradecele a Lia por la inspiración- volvió a decir el docente.

Yo solo sonreí y pase, al parecer el tambien me inspiraba a mi, si amigos, cuando el licenciado mando hacer el poema, lo primero que pense fue dedicarselo a Emir.

Pelo negro como la noche, y no cualquier noche, noche de invierno, de esas en que los abrazos florecen.
En ocasiones se enoja, pero no tarda en ponerse feliz, todos lo molestan y dicen que su felicidad me la debe a mi. Pero no se la cobraria, de todas maneras nací para ser de el. Sin Emir no hay Lia, y tomados de la mano vamos a vencer.
Cuando te alejes de mi, voy a tratar de hablar con las estrellas, les pediré que si te ven, te digan que no te dije pero que tambien te amé.

-Muy bien Lia, talves puedan juntar sus poemas y hacer uno grandioso- dijo el licenciado sonriendo. Al parecer el hombre estaba complacido con nuestra muestra de sentimientos.

No pasó mucho tiempo antes de que Emir se acercara para interrogarme. Y claro, yo lo esperaba, tenia una o dos preguntas para hacerle respecto a su poema.

-Asi que pelo negro como la noche- me dijo Emir. -¿Noche de invierno? ¿porqué?

-Pues porque si- respondí coquetamente, poniendo esa sonrisa que a Emir lo volvía loco.
-Pero que me dices tú- hice una pausa para agarrar su mano. -¿despues de mi, bienvenida la muerte?-

-Mi dulce niña, no te voy a mentir, no diré que antes de ti no era nada, o que no tenía sentido mi vida. Pero ¡joder Lia! Si que me cambiaste la vida, ya me tienes soñando contigo Lia.

-Te quiero tanto Emir, gracias por tanto

-Gracias a Dios, y gracias a la vida, que me ha dado tanto y ahora me da la oportunidad de conocer a alguien como tu.

Y es que eramos así, cuando no estabamos discutiendo, estabamos dandonos cariño.

Y para mi se volvió tan especial, ese aire de juventud que Emir me daba, las locuras que el me hacía hacer.
Ahí estaba yo, como a fuera una adolescente, creyendo de nuevo en que las personas buenas existen, y estan cerca.

Me sentí tan afortunada por tenerlo, por saber que a pesar de no ser el tipico chico popular por el que las chicas morían, si tenía una que otra que me haría la guerra por sus miradas y sus sonrisas.

Que obviamente despues de tanto drama, tanto llanto y tanta desilusión no iba a perder fácilmente.

La paz que ese joven inmaduro de 17 años me daba, no tenia precio.
Emir era para mi el amor de colegio que núnca tuve, pues a su edad ya era mamá, y estar con el significó regresar en el tiempo para mi.

Eterna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora