Lia

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-¿comemos hoy, hermosa?  Lleva a la niña, las paso a recogiendo en una hora.
Te espero

-Mamá iré a comer con Levent

-¿La llevarás?- dijo refiriendose a Itzel

-Claro que sí, ahora iré a cambiarla

-Quería hablarte sobre algo, pero talves cuando regreses

-Dime, aún me queda tiempo mamita- dije dandole un beso

-Es sobre Emir- confesó

-Me voy, estoy cansada de el- dije yo, caminando hacía la puerta para dirigirme hacía mi cuarto

-Hablé con el- acotó y me dejo quieta, casi helada al oir la noticia. -Fue hace muchos meses Lia, lo cité, fui yo quién le contó sobre tu enfermedad.

Ya decía yo, los ojos con los que Emir estaba mirandome esos dias no eran los mismos de siempre, claro, el ya lo sabía. Al parecer mi madre tenía empatía con Emir.

-No me molesta mamá, ya pasó, estoy viva, en eso estoy enfocada, en que sobreviví

-Emir esta enamorado de ti ¿lo sabes verdad?- preguntó mi madre

-Si lo sé, pero mi decisión está tomada, me casaré con Levent a penas acabe el colegio

-Veremos que pasa en este año, nada está dicho aún hija

-¿Qué? Mamá creí que estabas feliz con la noticia

-Y lo estoy hija, lo estoy, pero ya no estoy tan segura de que el doctor sea lo mejor para ti

-Y Emir si, ¿no es así?

-No se creo que pueden intentar algo talves..

-No mamá, Emir es un niño, el no se merece a una mujer vivida como yo, el es joven, conocerá más chicas de su edad y se enamorará en cambio Levent es un hombre y sabe bien a lo que se enfrenta al casarse conmigo- espeté muy enojada.

Mi madre siempre quería anteponer su ley, presumía de buena madre y talves lo era pero su papel de querer ayudarme no le cuadraba para nada.  Me apoyaba en todo pero de lejos, con mis hermanos era un amor, pero conmigo la cosa era distinta.

Fue ella misma la que me votó de la casa un millón de veces, la misma que me orilló a meterme con el padre de mi hija, la misma que decidió por mi cada cosa que haría en mi maldita vida, y al final todo salió mal y fracasé en mi intento de hacerla feliz.

-No lo tomes asi, solo decía, la decisión es tuya, pero acuerdate de mis palabras: El matrimonio es para toda la vida, en dos años, cuando estés acabada y devastada por tu fracaso matrimonial, ven, ven con tu madre que aquí estaré para pegar cada uno de tus pedazos rotos.-respondió ella

-Si vencí al cáncer mamá, puedo vencer todo en esta vida.-murmuré en voz baja y me fui.

Regresé de la cena con Levent, nos llevó a un restaurant muy bonito, cerca del centro, con luces por todos lados y un espacio de juegos infantiles, Itzel se divirtió mucho, todo fue muy bonito, la compañia de mi doctor me hacía bien.

-Gracias por esta noche, te veo mañana, iré a dejarte al colegio, te quiero mucho princesa.
Descansa guapo, te veo mañana.

Fue por mi a casa, me despedí de todos y salí, el se bajó y me abrió la puerta de su auto, Levent, Levent, el sueño de toda mujer.

-¿cómo has estado Lia?- preguntó mi futuro esposo

-Todo bien ¿y tú?- respondí poniendo mi mano en el manubrio y acariciandolo de una manera cómplice que sabía que lo volvía loco.

El tiempo que los dos pasabamos juntos era increíble, sin duda en los detalles está la magia, y asi era Levent, vivía enamorado de cada centimetro de mi piel sin ni siquiera tocarla, asi que cuando yo lo tocaba provocaba en el reacciones inexplicables, su sonrisa, el brillo de sus ojos, su piel, todo, todo en el cambiaba, mis inocentes caricias eran a Levent, lo que el agua a las plantas, le deban vida.

-No hagas eso o no dejaré que vayas al colegio- me dijo coquetamente

-Te quiero- exclamé suspirando y besando sus manos

-Yo te quiero más preciosa

Me bajé del auto y como una esena de novela mexicana, estaban en la puerta Emir, Cami, Luna y Steven.

-Epa- Soltó Lu

-Hola a todos ¿cómo están?

-Bien pero al parecer tu estás mejor que nosotros- respondió Cami.
Se que dentro de ella se rió muy fuerte al ver en esa situación a Emir.

-Tengo que irme hermosa, paso por ti más tarde para ir a comer, traeré a Itzel para irnos desde aquí- dijo Levent a manera de despedida mientras me daba un leve beso en la frente desde el interior del auto.

-Chao- respondí sonriendo.

Dicen mis amigas que la felicidad me salía por los poros, que cada vez que Levent y yo estabamos juntos el ambiente quemaba y ellas podían ver el fuego. Puras locuras de ellas, porque Levent y yo no nos hemos besado en la boca, habíamos acordado un noviazgo a la antigua, en esos que besas y tocas a la novia cuando ya estan casados, Levent lo preferia así, era muy romántico y caballeroso.

Eterna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora