Otra vez ese sonido, ese olor, ese ambiente que avisaba claramente el lugar en el que estaba.
La tarde que Steven y Emir me trajeron al hospital estaba casi deshidratada de tanto llorar, esa tarde tuve una pelea con las dos chicas que más me han odiado en mi vida, tumbé a Hande al suelo y a Ana la encerré en el baño, pero cuando intenté irme Hande me agarró por el pie haciendo que me caiga y que del golpe la herida se me abra un poco y empiece a sangrar, lo suficiente para manchar mi falda y parte de mi polo.
Iban a matarme entre las dos, pero pude lidiar con ellas pateando y lanzandoles puños tanto como me fue posible, agradecí no haber batallado tanto porque cuando voltié Malena tenía agarrada a Hande.
Lo que aconteció, ya se lo pueden sospechar amigos.
-Lia, debes cuidarte más- Dijo Levent, acariciandome la cara. -Te extrañé mucho- confesó.
-Gracias Levent, dime como estoy, ¿es grave o no?
-Logré parar la hemorragía Lia, los niños que te trajerón debierón hacerlo antes, por poco y te mueres.
*Los niños*No pude evitar poner los ojos en blanco.
Levent no había parado de enviarme mensajes, confesando su amor por mi y lo dispuesto que estaba a jugarselas por mi hija y por mi.
Era el partido perfecto pero no me interesaba, estaba enfocada en las vacaciones que se me venian y que el próximo año me graduaria al fin.
Estaba en casa otra vez, no podía estar tranquila, la paz que había sentido hace poco, se había esfumado.
-No es justo Emir, todo este tiempo luchando por estudiar y ahora me sucede esto- Me quejé
-Tranquila linda, los profesores entienden tu situción, siempre revisan las tareas que haces, tienes buenas notas- respondió el sonriendo
-Es que me molesta mucho, todo el tiempo estoy faltando y asi no podré acabar este año sin quedarme en alguna materia
-Claro que no Lia, pasarás, ya lo verás, pero ahora quedate quieta alguien se apróxima- anunció el, muy feliz
-Mami, cómo te va, abrazame mamá
Mi hija hija siempre me sacaba sonrisas, pasé mucho tiempo con ella esos días hasta volver al colegio.
Jugué hasta no dar más con ella, comimos juntas, vimos series, hicimos de todo.Cada tiempo a lado de mi hija lo disfrutaba muchisimo puesto que no sabia en que momento iba a estar internada otra vez.
En pocos dias estuve lista para dar las evaluaciones finales, las que determinarian si me quedaba a supletorio o no. Estudié mucho para ellos y esperaba los resultados.
En el último día de rendición me encontre con Ana y Hande, esta última había estado evitandome todo el tiempo. Pero estabamos frente a frente en el bar esta vez.
-¿Cómo estas Hande? ¿Todo bien?- Exclamé muy alegre.
-Yo..yo ..bueno Lia yo.. lamento lo de la última vez, no quise que fueras a parar al hospital, perdón- Se disculpó ella, no podía mirarme a la cara por obvias razones.
-Hande, ¿sabes que edad tengo? Tengo 19 años- contesté.
Para mi este proceso fue muy duro, tengo cáncer Hande, los dolores estomacales ya se han hecho presentes, hay días que me siento tan mal y no puedo ni pararme, la manera en la que el estómago me quema, es indescriptible, pero me pongo de pie por mi hija.-Lo se Lia, y lo siento por ti. Creeme, no volveré hacerte nada ni dejaré que Ana lo haga- Confesó ella, alzando su mirada.
Era una chica de 15 años totalmente avergonzda.-Debes saber que no disfruté para nada la humillación que mis amigas les hicierón, me disculpó por eso tambien
-¿Amigas?- concluyó ella, estirando su mano para darmela.
A lo lejos pude divisar a Emir acercarse apresuradamente hasta acelerar el paso y llegar casi corriendo
-¿Pasa algo Lia? Preguntó Emir
-No nada, estaba saludando a Hande, vamos Emir- respondí dibujando una sonrisa en el rostro de ambos.
Finalmente al ver los cuadros finales, ví que pasé mis materias si reprobar ninguna. Eso me puso muy feliz.
Era una gran noticia, ninguno de mis amigos se habían quedado, eso era mágnifico. Significaba que ibamos a pasar juntos todas las vacaciones.
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Eterna.
Short StoryVa más allá de cualquier cosa, si la vida me pedía, mi vida misma se la daba. Con solo ver sus ojos, decidí entregarle mi vida. Si, era la nueva del salón, pero ¡joder! La estaba esperando. Fue la primera mujer ajena a mi madre, que tras sonreir pro...