Verla en ese estado solo me traía a la mente un nombre "Levent Karaesky".
Su antiguo doctor era el indicado para seguir su caso, no dude en llamarlo y contarle todo. Decirle qe todo fue muy rápido y que ahora mi esposa estaba en peligro nuevamente.Esa eterna enfermedad nos perseguía, y aun no me quedaba claro que era lo que mi mujer podía haber hecho mal para merecerla, incluso me examinaba yo.
Cuando Levent llegó, se hizo cargo de ella. La atendió y logró convercerla de las quimioterapias.
Ahi estabamos otra vez luchando y tratando de salvarla.
Estabamos hablando de la dulce Lía, la fuerte y valiente mujer que era capaz de devorar el mundo con dulzura.-Me siento débil Emir- me dijo mi chica, sin abrir los ojos. Se veía cansada.
¡Joder! Si que me dolía verla asi, luchando por su vida. Tirada en la cama sin fuerzas ni para caminar.
Estaba tan flaca, su poco cabello destruido y su piel pegada a sus huesos me hacían llorar.-Vas a recuperarte hermosa, afuera tenemos una vida por delante- respondí ocultando mis lágrimas.
Me dolía, me quemaba verla así. Ojerosa y con puntadas en todo el cuerpo. Estaba destruida, igual que yo, igual que Itzel. Esta última ya no tenía 3 años y para mi fue dificil explicarle lo que sucedía, conseguí que Levent autorizara el permiso para verla.
-Mamá, ¿morirás?- preguntó Itzel. Era tan inteligente y hacía preguntas dificiles de responder.
-No hija- dijo su madre con una hermosa sonrisa. -Saldré de aquí Itzel, te veré crecer y serás madre para cuando yo muera, no te dejaré hija, no lo haré.
-Mamá, debes saber que te voy amar siempre- continuó mi pequeña hija
Yo estaba ahogando mis lágrimas para no empeorar la situación, Lia se estaba mueriendo, tras semanas de tratamiento nada cambió, se produjo la tan temida metastásis y los órganos contaminados eran varios.
-No te dejare Itzel, no lo haré- escuché decir a Lia. Su voz se quebraba más y más como si hablar le costara.
-Te amo mamá- respondió Itzel tomando de las manos ya casi heladas, y esqueleticas de su madre.
Ya el llanto era audible en los tres, mi esposa se moría amigos, frente a los ojos de mi hija y yo, Lia se iba.La abrazamos sin parar de llorar, Itzel grito llamando a los médicos pues Lia estaba empezando a combulsionar. Yo tomé mi celular y llame a sus padres.
Con mi mano derecha agarre a mi hija intentando sacarla de la habitación pues lo que estaba a punto de pasar era más que obvio, pero ella se negó a soltar a su madre impulsandome a que me una en ese abrazo que amenazaba con ser el último. Lia nos tomó a cada uno las manos y las apretó con su último aliento de vida. Suspiró diciendo un "te amo hija" y cerró sus ojos.
Lia murió.
Perdió la batalla esta vez, el cancer le ganó, esa enfermedad mato a mi esposa muy rápido.
Lia se fue y con ella vida. Desde ese día ya solo eramos mi hija y yo.
Luché contra mis propios miedos y mi depresión para evitar que mi hija se derrumbe.Después de la muerte de mi esposa, mi hija y yo volvimos a mudarnos a la que casa que fue nuestro primer hogar.
Matriculé a mi hija en aquel colegio en el que mi esposa yo nos graduamos.
Nuestra vida iba a cambiar, sin mi morena de ojos cáfes, si que sería duro vivir.10 Años despúes.
Le soy fiel a Lia hasta hoy, núnca me fijé en nadie. Y no lo haré, me enamoré de esa mujer y eso jamás cambiará.
Puedo ver a mi esposa en mi hija, son como dos gotas de agua. Amo a mi hija como amaba a su madre, la cuidó y mi vida doy por ella. Itzel se convirtió en una hermosa jovensita de ya casi 20 años. Entró a la universidad, soy feliz con la vida que lleva, cada día se parece más a su madre.
Esa chica no lleva mi sangre, pero la crié, y eso me hace su padre.-Papá, debes dejarme en la universidad, vamos levantate- escuché decir a mi hija.
-Vamos hija- le respondí con dulzura
-Papá, pasemos por el cementerio hoy, debo contarle a mamá que estoy saliendo con Javier- anunció mi hija, esta vez acomodando su cartera en su hombro y sonriendo.
-Le diré que Javier me agrada hija, vamos.
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Eterna.
Short StoryVa más allá de cualquier cosa, si la vida me pedía, mi vida misma se la daba. Con solo ver sus ojos, decidí entregarle mi vida. Si, era la nueva del salón, pero ¡joder! La estaba esperando. Fue la primera mujer ajena a mi madre, que tras sonreir pro...