Octubre.

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Aristoteles Córcega.
05. Octubre.

Las fechas para los intercolegiales se acercaban, así que necesitamos tener un equipo que de verdad dé resultados. El equipo había llegado al consenso de que necesitábamos un integrante más, ese alguien que brindara equilibrio. Me encuentro en la entrada de la escuela colocando pancartas para que vayan a las pruebas; Es un cartel azul con letras amarillas, prometen un lugar en el equipo y un descuento en la beca de la escuela. Unos cuantos curiosos se acercan para cuestionarme.

—¿Si voy es seguro que quede?— Cuestiona un chico. —No quiero perder mi tiempo y que no quede.

—Si eres bueno de seguro quedas.

Veo cómo al chico le cambia la expresión, vira los ojos y se acerca, cuando se está alejando me fijo en su cintura. ¡Pero que rayos! Cierro los ojos y me alejo del lugar. Mojo mis labios y trato de no pensar en lo que hice, continuó pegando el aviso.

—¡Ari!— Escucho un grito al fondo; es la voz, esa voz que me eriza los vellos del cuello. —¿Están aceptando nuevos integrantes? Desde que llegue quise inscribirme pero me habían dicho que están completos.

—Pero ni creas que por ser el mejor amigo del capitán tienes un lugar asegurado.— Bromeo. —Pero... pero si vas a la prueba prometo ayudarte, dándote consejos de campeón.

—Cuenta con ello, debes tenerme miedo.— Se coloca en pose de victoria. —Tal vez te quite el puesto de capitán.

Comenzamos a reír y caminamos juntos al salón de clases.
Temo en clase es la persona más extraña que puede haber en el mundo, y lo digo en serio. Yo creía que era inquieto pero el me gana. Se levanta de su silla cada cinco minutos, se faja su camisa y acomoda su cabello; apostaría que es un ritual. Moja sus labios siempre que quiere participar en clase, y cuando no lo dejan hace una mueca con su labio izquierdo que me causa gracia. Cuando está molesto arruga la nariz, y si se siente nervioso o incómodo lleva su brazo derecho al codo izquierdo, cada vez que logro verlo así me imagino que él pone una burbuja que lo excluye de todo mal que lo pueda rodear.

—Señor Córcega, le estoy hablando...

Me interrumpen de mis pensamientos.

—Y su cabello...— Me quedó callado inmediatamente. Pongo mi cara de seriedad y trato de salir del hueco en el que me he metido. —¿Me decía algo maestra?

—Si señor Córcega, parece que lo que piensa es más entretenido que mi clase, así que por lo siguiente quiero que me entregue un ensayo de que es lo que lo define, para saber si puedo entender el por que no presta atención.— Moja sus dientes, no puedo evitar reír, están manchados de labial, su blusa desabotonada y con manchas de café. ¿Tan descuidada tiene que ser en su persona? —Y como le parece muy gracioso tendrá que leerlo frente la clase.

Golpeo mi frente contra el pupitre, estaba acabado; no tengo nada bueno que escribir, y menos sobre mi.

Aristóteles Córcega.
07. Octubre.

Temo está vestido con ropa deportiva, tiene unas calcetas largas que me hace pensar que se viste como viejito. Una jersey de los Lakers. Los demás chicos se encuentran preparados para iniciar las pruebas, cosa que Ben estará encargado de hacer. No quieren que yo decida por Temo, no si no se lo merece. Todo comienza bien, algunos estiramientos, Temo está decidido a entrar en el equipo, me gusta ver esa cara de determinación, hoy no se deja intimidar por nadie ni nada. Ben forma dos equipos, cuatro chicos deben permanecer con sus jerseys, los otros cuatro deben quitársela; Temo entró en el segundo equipo. No pierdo detalle, postro mis ojos sobre el. Lo observo desde que está en la banca quitándose su jersey, sus brazos delgados son algo que me hacen pestañear, como si se trata de un mapa voy localizando cada parte que creo conocer; recuerdo unos cuantos lunares. Su ombligo está lleno de vellos; muerdo mis labios intentando contenerme. Pero soy débil, no puedo, no puedo ignorarlo. Lo tengo frente de mi como si fuera para mi solo. ¿Cómo ignorar que lo estoy viendo sudar y ver que unas cuantas gotas escurren sobre el? Quiero ignorar su trasero pero es imposible, corre y veo cómo se ajusta su ropa interior; mis recuerdos me llevan a la noche donde mi dedo recorrió aquella piel. Quiero respirar pero en cambio lo que doy es un pequeño quejido, trago saliva, no quiero ponerme de pie; maldita erección. El enfrentamiento termina, no he podido ver cómo estuvo... me concentre en otras cosas.

Respira, suspira y repite. {Aristemo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora