Agosto.

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Aristóteles Córcega.
01. Agosto.

Hay ruido a mi alrededor. Ya no siento que caigo. ¿Funcionó? Mis ojos temerosos parpadean lentamente. No puedo creer donde estoy. Es el primer día de clases. ¡Funcionó! Comienzo a saltar de alegría.

¡Ari!— Grita Ben.

Corro hacia el y le grito.

—¡Funcionó! ¡Funcionó! Estoy devuelta.

—¿De que hablas Aristóteles?

Me acerco y le beso la mejilla. El me empuja pero no me importa, había funcionado. Caigo en cuenta. ¿Mi Cuauhtémoc estará aquí?

—Maldito Aristóteles te voy a matar...— Grita Ben.

—¡ME IMPORTA UN CACAHUATE!— Le grito mientras corro a buscarlo.

Había una multitud. Maldito primer día de clases. ¡Esperen! Tengo que repetir el ciclo escolar. ¡Nooooo! ¿O es algo bueno? Me acuerdo de los exámenes. Mientras planeaba cómo iba a pasar mi último año escolar vi a alguien que iluminó mi rostro.

—¡Aidan!

Se quedo quieto señalándose. Sonreía y a la vez arqueaba las cejas.

—¿A mi?— Alcanzo a leer sus labios.

—Claro que si.— Lo rodeo con un fuerte abrazo. Lo levanto del suelo y comienzo a dar vueltas con el.

—¡Tranquilo!— Carcajea. —Vas muy rápido nos vamos a caer. Además bájame.

—Cierto...— Lo dejo en el suelo. El aún no me conoce.

Tomo distancia y le sonrío apenado. Extiendo mi mano.

—Aristóteles Córcega. Tu compañero de último año, y quiero ser tu amigo.

Aidan sonrío, sonrió tanto que apretó sus lentes con sus mejillas. Se veía ruborizado y contento; Sabía lo mal que le había ido en su primer día de clases, y lo difícil que fue para el los meses siguientes, solo y sin amigos.

—Aidan... Aidan Vallejo. Y si. Si quiero ser tu amigo, pero. ¿Por qué quieres ser mi amigo?

Juego con su cabello y acomodo sus lentes.

—Por que te ves amigable. Ahora si me disculpas nuevo amigo tengo que buscar a alguien. ¿Serás mi amigo verdad?— El asienta entusiasmado y sonriendo. —Perfecto, eso necesitaba saber. ¡Casi se me olvida! Me debes prometer que vas a ir con un doctor y revisarás ese corazón de pollo que tienes. ¿Me puedes prometer eso?

—¿Un médico? Esta bien, esta bien. Supongo. Eres raro, te me acercas de la nada ya somos amigos. Ahora me pides que vaya al médico. Eres muy raro.

—Raro no. Especial. Ahora si me disculpas tengo algo que hacer.

Corrí, corrí y corrí. Mi corazón saltaba con cada persona que apartaba. Las de nuevo ingreso se amontonaban a mi alrededor. Sentí que una chica pellizcó mi nalga. Una de ellas se ofreció a hacerme compañía. No sabía en qué forma interpretar eso. Soy un caballero ante todo. Y de pronto lo vi. En aquel extremo del patio caminaba encorvado, un suéter en su cintura, y en su mano un cupcake de chocolate. Lo mordía con timidez, como si todos lo viéramos comer y le llegaríamos a pedir un poco. Mis pasos son firmes, esta vez nada saldrá mal. Estoy a unos metros. Doy un fuerte suspiro. Agarro valor y digo.

—Hola.

Voltea sorprendido. Tiene embarrado el chocolate en su labio, me recuerda aquella primera vez que lo vi. Solo tengo ganas de besarlo.

Respira, suspira y repite. {Aristemo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora