Jerry Vázquez.
05. Noviembre.—Pero señor. ¿Para que me pide eso?
—Aprende a callar, no cuestiones. Solo tienes que hacer lo que te ordeno yo. ¿Tanto te cuesta seguir lo que te estoy diciendo?
El guía está nervioso, no sabe qué hacer con el dinero que tienen en sus manos.
—Si puedo patrón, solo está medio raro lo que me pide.
—Solo tienes que llevarnos a donde te dije, te bajas y listo. Yo seguiré el recorrido. Quiero sorprender a mis amigos.
Parece aceptarlo con un poco más de tranquilidad. En el pedir esta el dar, y una sonrisa con unas buenas palabras siempre funcionan.
—Está bien, son quiero que se meta en problemas. ¡Capaz su papá me mata!
No te preocupes. Arruina mi plan y seré yo quien lo haga.
—Nada de cuidado, quiero quedar bien. Mi novio tiene que quedar muy impresionado.— El guía no guarda su risa, y su mirada de sorpresa. —¿Algún problema con que tenga novio?
Lo tomo del cuello, hago que pierda el equilibrio y prueba el suelo. Mi pie está sobre su cuello, su forma de sofocarse es una dulce melodía. Su cara cambia a múltiples colores.
Lo libero. Comienza a toser y sonarse el cuello.—Es un monstruo igual que su padre.
—Cállate. Tu no sabes nada.
Me acerco nuevamente, ahora retrocede.
—Me callaré, esta bien. Seguiré su juego señor, solo no le diga a su padre.
El miedo siempre a servido como una herramienta útil para quebrantar a los débiles. ¿Pero qué haces cuando pone en peligro todo tu juego? Si ataco directamente a Aristóteles de seguro Temo me deja. ¡Y nada, ni nadie me quitará a mi Temo! Es mío, mío y solo mío.
Entro a la habitación de Aristóteles. Descansa tan apacible, su respirar es lento, casi armónico... que me da ganas de poner una almohada sobre su rostro, mis manos tiemblan con la idea, me parece perfecta.
—Tranquilízate.— Me susurro. —Nada puede salir mal, las cosas deben fluir natural, sin que nadie sospeche o indague.
Salgo de su habitación. Cierro la puerta y sigo tentado en acabarlo con mis propias manos. Rápido, indoloro sin testigos.
—¿Que haces despierto? Casi es media noche.
—Arreglaba unas cosas para mañana. Tu no te preocupes Temo. ¿Y tu por qué no puedes dormir?
—Tuve una pesadilla.— Me sujeta con sus brazos, esta calidez es la que necesito. Lo que no quiero que me arrebaten. —¿Puedes acostarte ya conmigo?
Lo levanto y llevo a nuestra habitación, mientras caminamos me da besos en mi mejilla. Temo tiene una pijama de conejos, enternezco al verlo y le doy un beso.
A los minutos cae rendido, su sueño es pesado.Jerry Vázquez.
06. Noviembre.Aristóteles Córcega es como un niño pequeño. Se sorprende con lo más insignificante, se emociona como un inocente y habla como santurrón. Quiero romper esa amistad que tiene con Temo, no lo necesito compartir. Quiero que esté únicamente conmigo. Enfurezco nuevamente, el escuchar su voz raya mi paciencia. Mi pierna está moviéndose incesablemente, estoy ansioso, quiero que salga como yo quiero. Las cosas deben salir a cómo las pienso, sin sorpresas, sin alterar lo pactado.
—Claro que si Ari. ¿Y a ti te divierte Jerry?— Pregunta Temo.
Quiero responder que no me divierte, quiero gritar que me emociona, me excita, me altera. Quiero que llegue el momento indicado. Tengo que ocultar mi sonrisa, pongo una cara de indiferencia. Es hora, llegamos al lugar acordado, el guía voltea a verme y abro los ojos. Más te vale entender estúpido. Baja y se hace tonto con el teléfono. La balsa sigue su curso. Había pedido estrictamente que nos acercara a las aguas mas turbulentas que conociera, de ahí yo me haría cargo de lo que ocurriera. Temo es el primero en reconocer que algo no va bien.
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Respira, suspira y repite. {Aristemo}
Teen FictionAristóteles Córcega sabe que su último año de secundaria debe ser el mejor, y debe conocer a una chica para cumplir todas sus expectativas de pubertad. Es un chico popular, capitán del equipo de basquetbol y altruista. Cuauhtémoc Lopez es alguien ap...