Aidan Vallejo.
12. Enero.Mi día estaba acabando en una aburrida cena de negocios de mis padres, siempre encuentran la manera de arrastrarme aquí. Ignoro su platica de adultos, cosas aburridas de transacciones en el extranjero y firmas con otras empresas que no entendía. La asistente de mi mamá se sienta a mi lado con un iPad en sus manos.
—Entonces se acerca tu cumpleaños.— Me dice revisando el calendario. Desliza sus dedos entre los días.
—Tu eres la única que te acuerdas.— Formo una sonrisa, y ella me toma de la mejilla.
—¿En que momento creciste tanto? Eres todo un pequeño caballero. ¿Celebrarás tu cumpleaños? Tu madre me a pedido que te organice algo, o si quieres te puedo comprar lo que quieras.— Encoge los hombros, se ve algo preocupada al querer volver hablar. —Tus padres no estarán para tu cumpleaños Aidan, lo siento tanto.
—No es sorpresa Rebeca.— Juego con los guisantes qué hay sobre mi plato. —Entonces estás diciendo que puedo pedir lo que yo quiera. ¿Cómo un dron?
—Un dron estaría bien...— Dice con malicia. Acomoda sus gafas y bloquea el iPad. —O alguna fiesta con tus amigos, Aidan acabas de empezar en una escuela nueva. Y créeme que una fiesta sin padres es lo mejor. De seguro ya hiciste amigos, y a ellos les complacería estar en tu día.
Amigos. ¡Seguro! Tengo miles. Me irrita la idea, no sabría a quién invitar. Miro de nuevo los guisantes y pienso en Aristóteles, el seguro vendría a mi fiesta... aunque eso implique que el Lopez esté ahí. ¡Casi lo olvido! Jerry, el disfrutaría mucho una fiesta, y conmigo.
—Está bien Rebeca, quiero una fiesta, algo sencillo. Un poco de botanas, un aperitivo y ya. Cero alcohol o algo que se salga de mis manos. ¿Si? ¡Pero aún quiero el dron!
—Tu déjalo en mis manos, haré las invitaciones de tu agrupación favorita.— Me guiña un ojo. —Solo necesito que me des los nombres de tus amigos, a la brevedad. Y claro que también tendrás un dron, mi niño consentido.
Me aprieta de las mejillas y me abraza. Esta acción hace que mi madre voltee y la fulmine con la mirada, mi mamá odiaba las muestras de afecto en público. Rebeca pone de nuevo su rostro serio y me da un apretón de manos.
—Lo siento Rebeca.— Le susurro. —Cuando tenga la lista te la enviaré por email, promesa.
Por debajo de la mesa unimos los meñiques. Rebeca es la única persona que me a cuidado desde que nací. Como asistente de mi mamá tuvo que fungir con el papel de madre adoptiva.
Al llegar a casa me despoje de toda la ropa, me senté en la cornisa de mi ventana y encendí mi cámara. No quiero parecer un pervertido espiando a las personas pero uno encontraba muchas curiosidades. El vecino de frente de mi casa veía una novela a la misma hora, mientras su esposa veía deportes en su habitación. ¿Curioso no? Mi vecina de a lado se había quitado la ropa frente a la ventana, creo que ella sabe que la observo pero sigue haciéndolo. Es bonita, aunque creo que no es correcto que continúe espiándola. La vibración de mi teléfono me saca de mis pensamientos y hace que casi tire la cámara, entro a la habitación nuevamente y me tiro en la cama.
Jerry. 🥰💘
Oiga usted fisgón.
¿Tiene tiempo para mi?You.
Lo prometo, solo tomaba fotos al cielo.Jerry. 🥰💘
¡No importa!
¿Me dejas pasar?El timbre de la puerta suena. Jerry no perdía el tiempo, bajo los escalones apresurado, no puedo evitar sonreír. Al abrir la puerta no hay nadie, salgo y no lo encuentro. En el suelo, encima del tapete hay una caja con una nota.
No eres tan rápido.
¡Vuélvete astuto!
—JAbro la caja y es una pulsera de plata, tiene un dije diminuto, es una J. Me la pongo y me llevo la muñeca al pecho. Me hace suspirar. Es tan tierno. Aunque hago una mueca, quería verlo. Al regresar cierro la puerta a mis espaldas observo mi pulsera. Alguien me toma de la cintura y me hace girar colocándome en el aire y frente a el.
—Así te quería agarrar pequeño fisgón.— Jerry tiene su chaqueta de cuero puesta, y esa sonrisa que me hacía iluminar mi rostro. —¿Por que no tienes fotos del cielo? Solo veo de tu vecina.
Siento caliente el rostro, me mata la vergüenza. Trato de decir algo pero solo tartamudeo. Me rindo y quedo callado. Jerry se ríe al verme, me baja dándome un beso en mi frente.
—¿Y te gusto el regalo? Es algo para que me recuerdes, y mira.— Alza su muñeca, de ella cuelga una pulsera con un dije en forma de A. —Quería hacer algo especial para ambos.
—¡Me encanto! No sé qué decir... es...perfecto.
Me lleva a la cama, se quita sus botas y tira su chaqueta en el suelo. Escucho su cinturón desabrochándose.
—Pondré seguro.— Escucho cuando pone el seguro de la puerta. Apaga la luz y su pantalón cae al mismo tiempo.
Se acerca a gatas en la cama. No sé qué cara poner, lo bueno que la luz está apagada. Cuando me toma del rostro, monta su cuerpo sobre el mío. Me hace soltar un gemido. ¡Que idiota! Me reclamo a mis adentros.
—Lo siento, no sé qué hacer. Perdona, perdona.— El trasero de Jerry presiona mi erección, muerdo mis labios intentando calmarme. —No es mi intención que tu sientas eso...
—¡Relájate! Nada que tú no quieras.— Se pone a mi lado, me acomoda mi cabello y me acuesto sobre su abdomen, se siente bien. —Podríamos ver una película, tienes una gran pantalla como para desaprovecharla.
Enciende la televisión y busca algún servicio de streaming en las apps.
—Estoy dispuesto Jerry. Enséñame.— Digo apenado. —Me dejare.
—¿En serio?— Entra a prime video. Muevo la cabeza en señal de aprobación. Me da un ligero golpe en la frente y sonríe. —¡Nop! Mira, lo que haremos debe ser natural, y no que lo planeemos. Estoy bien así, el dormir en bóxer a lado de un gran chico alegra mi noche.
—Gracias, un día te sorprenderé.— Me aferró a su abdomen, mis dedos juegan con su ombligo. —Por cierto, tendré una fiesta de cumpleaños y estás invitado. De verdad quiero que vengas. ¿Vendrías?
—Por ti lo que sea.
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Respira, suspira y repite. {Aristemo}
Teen FictionAristóteles Córcega sabe que su último año de secundaria debe ser el mejor, y debe conocer a una chica para cumplir todas sus expectativas de pubertad. Es un chico popular, capitán del equipo de basquetbol y altruista. Cuauhtémoc Lopez es alguien ap...