Diego. {Infancia}

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Diego Ortega. {Edad: Ocho años}
Ocho años atrás...

Recuerdo tener ocho años, mis brazos están extendidos y voy jugando a que estoy volando. Siento el golpeteo del aire sobre mis dedos, es como tocar el cielo. Paso por una cancha de fútbol y un balón cae sobre mis pies. Me detengo para tomarlo entre mis brazos.

-Pásalo, tira hacia acá.

Alzo la mirada para ver a un chico unos años mayor que yo. Tiene la frente mojada y su camisa está empapada de sudor. Sus ojos marrones me suplican que tire el balón. Por dentro me hace sentir extraño, revolotea algo que no sé cómo explicar, solo quiero observarlo.

Y así mi actividad favorita se había convertido en ir al parque para poder conocerlo más. ¡Lo logre! Me convertí en su amigo, su nombre es Enzo, me contaba de cosas sobre el fútbol que no entendía pero siempre decía que si lo hacía. Me sentaba con en las gradas y perdía mis tardes escuchándolo. Hasta había comenzado a jugar fútbol por el.

-Entonces Dieguito...

Había llegado un momento crucial para mi. Enzo estaba cuestionándome si me gustaban las mujeres.

-No mucho.

Quería decirle que no. No me gustan. Me gustaba el.

-Es la edad. Crecerás y tendrás muchas novias. Más que yo, ya verás...- Me golpea del hombro. Caminamos a la cancha, voltea corroborándose que no haya nadie cerca. Se agacha a mi altura y me da un beso en la mejilla, lo limpia con su pulgar y me toma de la mano. -¿Dirás algo a alguien?

-Nunca...

Enzo había sido mi primer gran amor

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Enzo había sido mi primer gran amor. Pero es historia de otro día.

Diego Ortega. { Edad: 13 años}
Tres años atrás.

-¿Puedo hacerte una pregunta papá?

-¡Claro hijo! Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras.

Mi papá es la persona más accesible del mundo. Lo admiraba por eso, siempre tiene el tiempo para escucharme. Acomoda su corbata y deja el periódico a un lado. Me siento delante de su escritorio. Dejo mi balón en el suelo y agacho la mirada.

-¿Pasa algo?

-No... bueno... si. Eso creo. Oye papá tú... bueno, verás, no sé cómo decirlo. ¿Cómo supiste que te gustaba una mujer?

-¿Ya andas buscando una nuera? ¡Wow Diego! Cómo creciste, y enfrente de mis narices. Estoy orgulloso de ti hijo. Y contestando tu pregunta, verás... sabes que te gusta cuando solo quieres ver a esa persona y perderte en todo lo que hace, hasta el más mínimo detalle. Su olor es adictivo, y escuchar a esa persona se vuelve lo más maravilloso de tu vida.

-Creo que me pasa.- Mis lágrimas brotan recorriendo mis mejillas. -Pero me está pasando con un hombre papá, no sé qué hacer. Me siento mal, pero no puedo evitarlo.

Mi papá queda sorprendido. Hace a un lado su silla y se acerca a mi, se recarga en su escritorio y me levanta el rostro con la barbilla. Sonrío al sentir su calidez. Lo veo tranquilo, me levanto la playera para limpiar mi rostro. Un puñetazo cae sobre mis labios, un sabor a fierro recorre mi lengua, es sangre. Caigo en el suelo y veo a mi papá aplastando una de mis manos.

-Si me vuelves a decir eso, o veo algo raro te voy a matar.

La voz de mi papá es clara. No juega con lo que dice. Sigue golpeándome en el suelo a su antojo.

Diego Ortega. {Actualidad}
03. Febrero.

Íker hace lo más prudente y saca a Aristóteles de la casa. Sigo suspendido en el aire, mi brazo comienza a fatigarse.

-Te lo dije Diego. ¡Te lo dije! Algo así y te mataría.

Las manos de mi padre caen sobre mi cuello, un crujido se está escuchando, trato de calmarlo o intentar huir pero nada de eso sirve. Los párpados amenazan con caer.

Respira, suspira y repite. {Aristemo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora