Iker. {Cena}

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Íker García.
07. Enero.

Golpeo mis dedos como baquetas de batería sobre el volante. Estoy impaciente por decirle. Sé que este tipo de cosas lo emociona, y a mi me emociona que se le dibuje una sonrisa sobre su rostro. Me agradaba ver su piel, es blanca, y radiante. Sus lunares que se esconden siempre detrás de sus camisas elegantes como el mismo puede ser, y esas gafas oscuras que ocultan unos hipnotizantes ojos verdes.

—Tenemos una cita mañana.— Digo.

—¿Tenemos? A mi no me has dicho nada.

—Es el punto Diego, te estoy invitando.

—¿Y no puedes ser directo?— Vira los ojos. —Y a donde iremos o que.

—Nada importante, una cena de etiqueta por la celebración de una empresa de mi padre. No mucho, ya sabes cámaras, gente de la sociedad. Lo habitual.

Diego se voltea y me deja ver sus dientes, esta sonriendo emocionado.

—¡No se diga más! Iremos a buscar ropa para la ocasión.

Mi estómago cosquilleaba al verlo feliz. ¿Por que me haces tan feliz?

—Solo quiero pedirte algo. Frente a mi padre...

—Shhh.— Interrumpe. —Ya sé tu vida de hetero y eso, no soy estúpido.

Puedo ver cómo hace una mueca de descontento.

—Disculpa, es por mi padre.

—Ya no digas nada.— Se pone unas gafas oscuras.

Después de dejar los papeles del seguro habíamos recorrido cientos de plazas. Teníamos que tener el atuendo perfecto según Diego. Aunque en casa tuviese muchos trajes el quería estrenar. Y no sé por qué me hace feliz cumplir sus caprichos. En mi cabeza rondaba su actitud del día de mañana. ¡Pero es tonto pensarlo! ¿Cómo preocuparse por algo que no a pasado? Estaba extasiado y preocupado, no podía pelear con ambos sentimientos.

Íker García.
08. Enero.

Anudo mi corbata, o eso trato. Mis dedos se enredan al querer dar el giro para poder ajustarlo. Diego se acerca, el resalta con su natural belleza, todo le queda bien. Termina de ajustar mi corbata y me da un beso.

—¿Estás usando un gloss? Tus labios saben a plátano.

—Yep. ¿No te gusta?

—Para ser honestos...— Dentro de mi cabeza pienso; Me excita. —Me gusto el sabor. ¿Utilizas muchos?

Diego se acomoda las cejas enfrente del espejo.

—No, son de Cuauhtémoc. Es una vieja costumbre que arrastra de Toluca. Una antigua ex mejor amiga le regaló una caja de gloss para su hermana solamente que nos la quedamos.

—¿Amiga? ¿Quedaron?— Pregunto.

—Una mujercita que quería con Temo, y casi lo logra pero adivina quien no dejo que eso ocurriera.— Se señala Diego con una sonrisa burlona. —Pudimos haber andado pero lo arruine. Y no quiero hablar de eso. ¿Estás listo?

La cena era en un hotel. Los candelabros en la entrada llenaban las pupilas con suaves luces. Los paparazzis pedían que te detuvieras para poder sacar sus portadas.

—¡Señor Ortega! ¡Señor Ortega!— Grita un fotógrafo.

Diego sabe lo que hace, se limita a posar.

—¡Señor Ortega, póngase de lado de su amigo!

Se acomoda a mi lado, no sé si sonreír o qué cara poner, trataba de estar fuera del foco de atención siempre.

Respira, suspira y repite. {Aristemo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora