Diciembre. {Parte V}

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Aristóteles Córcega.
16. Diciembre.

-Me estás diciendo que decir pollita tiene otro significado en otros países.- Digo sorprendido. -No es mi intención decirlo, solo suena bien si te quieres referir a una fémina.

-Di lo que quieras, naco.- Repone Diego. -Cada vez que digas pollita pensaré en qué quieres decir pene, y qué en lo único que piensa es en un gran pene. ¡Gay!

No puedo creer el poder de las palabras, y mucho menos en la multiculturalidad. Esta vida tiene aún mucho que enseñarme. Diego pasa sus dedos entre su cabello, y se ríe.

-En serio Aristóteles eres un idiota. Primero hablas raro, y para acabarla estás todo estúpido. Solo a ti se te ocurre decirle a Cuauhtémoc que tienes descargada un app de ese tipo. El las odia.

-¿Tu sabes por qué las odia?- Extendió mis piernas en la banca. Había citado a Diego para que me pudiera ayudar con la reconciliación. Temo seguía molesto conmigo, y no respondía mis llamadas.

-Cuauhtémoc tiene una mala historia con ellas, pero no seré yo quien te lo cuente. Mejor dime. ¿Encontraste algo interesante ahí?

-Hombres que me mandaron muchas fotos de sus penes.

-Riquísimo.- Interrumpe.

-Mujeres que dudó que sean mujeres.

-Argh. Solo es moda.

-Yo respeto todo.- Digo, y continuó con la lista. -Y un perfil, resultó ser alguien de la escuela. ¡Al principio si era mi intención conocer a alguien más! Pero luego me di cuenta que fue una mala idea, no entiendo lo que logro pensar a veces.

Diego se queda analizando la situación.

-¿Y aún tienes guardada las fotos? - Tira una carcajada y arquea las cejas. -Es broma. Entonces Aristóteles Córcega estuviste navegando en la oscuridad del mundo gay y te llamo la atención ese chico.

-¡Jamás! Estos ojos solo le pertenecen a un gay, y ese gay es Cuauhtémoc Lopez. No me veo con otro hombre.

-Te voy a creer ahorita que estás enamorado, pero en un futuro eso cambia. El conocer gente es adicción.

Me levanto de la banca y lo encaro.

-¡Basta! Deja de actuar como si conocieras la cabeza de todos. Te demostraré que soy diferente.

-¿Y cómo lo harás según tu?

-Te demostrare que amo a Temo, y que nada mas quiero estar con el.

-Entonces si sabes qué hacer. ¿Ya ves? Te aclaré las cosas, te dije que era el mejor dando consejos.

-¡No manches! Si es cierto. Asquerosa víbora arremedo de Teresa, eres bueno.

Salgo corriendo, debía llegar con Temo. A mis espaldas dejo a Diego con sus gritos.

Maldito naco!

Toco la puerta de su casa, espero ansioso que me abran. Su hermano lo hace, aún está en pijama y tiene un plato de cereal en su mano. Me queda viendo y trato de sonreírle para que me diga algo, parece despistado y hace una expresión de reconocerme.

-¡Papá están tratándome de leer la biblia!- Grita Julio.

Diles que hoy no!- Gritan al fondo, parece ser su papá.

Julio me cierra la puerta en la cara, me irrito y vuelvo a tocar.

-¡Que hoy! ¿Que no...?- Abre la puerta su papá y me reconoce. -Hola amigo de mi hijo. Que bueno que se fueron esos de la biblia, soy muy insistentes.

Me deja entrar a su casa. Tienen un pino gigantesco y ya está lleno de regalos; Su casa adornada me hace pensar en mi humilde casa, en un triste pino que no pasa de un metro y dos regalos que son para mi hermanito.

-Les quedó bonito el pino señor.

-El Cuauhtémoc que le emociona esta fecha, se vuela con toda la decoración. ¡No hijo! Para que te digo de las decoraciones, vieras la lista de regalos. Me dejará pobre en algún futuro.

Escucho alguien bajar las escaleras. Cuauhtémoc tiene puesta una pijama azul, sus brazos ya no caben en esa playera ajustada que tiene. Con sus dedos viene frotando sus ojos: Que adorable, es perfecto. No me importaba verlo recién levantado, con marcas de su almohada en el rostro, o rastro de saliva entre sus labios, era todo lo que pedía en esta vida. Esa imagen de él al despertar. En los últimos escalones sus pies se enredan haciendo que tropiece, logro sostenerlo.

-¿Estás bien?- Pregunto. Me sonríe para después cambiar su cara, recuerda que está molesto.

-Gracias, estoy bien.

Se suelta de mi y se endereza.

-¿Podemos hablar?

-Eso hacemos.- Dice mientras pone sus manos en la cintura, no puedo mantener mi seriedad con el.

-Bueno, en privado.

-Que privado ni que nada, donde los pueda ver.- Dice su papá. Me llevo la mano a mi rostro, quiero cubrir que quiero reír, si supiera. -Quédense aquí platicando, frente al arbolito y el niño Dios para que me los vigile.

Su papá se va y se lleva a Julio de la mano.

-Perate papá, quiero ver si se besan.- Dice Julio.

-Estás muy chico para andar viendo eso, y además Chuchito bebé los cuida para que no lo hagan así que vámonos de aquí.

Temo camina a la puerta y la abre, sale de su casa. No entiendo nada y lo sigo. Lo sigo hasta alejarnos de su entrada. Se pone contra una pared. Me mira unos instantes y sacude su cabeza.

-No puedo estar contigo si estarás entrando a esas aplicaciones. Me gustas Aristóteles, y mucho.

-Tu igual me gustas.- Lo tomo de la mano y lo acerco a mi rostro. -Te lo demostrare de la mejor forma.

Nos preparamos para unir nuestros labios.

-¡PERO QUE ES ESTO! YO NO TE EDUQUÉ ASÍ, QUIERO UNA EXPLICACIÓN.

Mi papá me toma del brazo, me sacude con mucha fuerza, veo a Temo esta muerto en terror.

-Yo... papá... yo papá... Es el papá, el me busca y quiere que sea gay. Ya le he explicado miles de veces que no soy así.

Escupo lo que primero viene a mi mente, mi papá me suelta y me tira a un lado. Ahora al qué sacude es a Temo.

-No quiero verte cerca de mi hijo, pervertido. Fornicador y homosexual. Traes el pecado, y quieres propagarlo entre mentes frágiles. ¿Te querías aprovechar de mi ponte hijo verdad?- Lo abofetea, me levanto para quitarle a Temo de sus manos pero también me abofetea. -Aléjate de mi hijo te lo advierto muchachito.

Me lleva arrastrando por la calle, volteo a ver a Cuauhtémoc dejándose caer en la pared con la mirada perdida y acariciando su mejilla. Qué demonios acabo de hacer. Diego llega corriendo y abraza a Temo; por lo menos quedo más tranquilo al saber que no está solo.

Mi padre me había molido a bofetadas, mi labio estaba abierto. Me hundo en la cama y abrazo mi almohada. Cuauhtémoc no me perdonaría esta. ¿Pero porque tengo miedo de decirlo? Quiero salir del closet, sé que una vida con Temo me espera. Las malditas palabras dolían pensarlas, y el tratar de decirlas se asemejaban a querer escupir navajas.

-Yo soy g... yo soy...

¡No puedo! No es fácil. Me odio por esto. Diego me había mandado mensajes insultandome, no quiero ni abrirlos. Entro al perfil del Temo y me tiene bloqueado. Debe de entenderme no es mi culpa. ¿Cómo debía reaccionar con mi papá ahí?

Respira, suspira y repite. {Aristemo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora