Jerry Vázquez.
19. Enero.Tres doctores analizan a Aidan, acomodan oxígeno y un suero. Entre ellos parlotean y hacen unas cuantas bromas. Sus padres no había aparecido. La única que está a su cargo es la asistente de la mamá.
-Es un buen chico.- Dice. Le da un sorbo a su café, se consuela con sus palabras. -Sí, Aidan es diferente, muy callado pero inteligente, amante de las cosas electrónicas pero jamás se metía en problemas. Solo una vez peleó, y fue por defender a una niña. Es todo un caballerito, y mira como lo dejaron. A mi niñito.
-Lo sé, no es mala persona, y tiene ese algo que te hace sonreír.
-Y como no, es un pequeño solecito. Míralo aquí.- Saca una fotografía de su bolsa.
Sus ojos me atrapan, quiero saborear la sangre de Aristóteles. Quiero vengarme. Ahora más que nunca quiero matarlo.
-¿Jerry?- Aidan apenas y abre los ojos.
-Aquí estoy.- Me acerco a sostenerle la mano.
-Que bueno, tenía miedo que no estuvieras aquí.
No te podría dejar solo. Esas palabras en mi mente suenan tan bien, me encojo de hombros y lo sostengo con más fuerza.
-No tengas miedo. Aquí estamos.
Extiendo la mano para que la asistente se acerque. Ella está llorando y agradeciendo a Dios por hacer que Aidan abriera los ojos. No tengo a quien rendirle cuentas, o tal vez si. Miro de nuevo la fotografía. Esta inocencia me está consumiendo.
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Respira, suspira y repite. {Aristemo}
Genç KurguAristóteles Córcega sabe que su último año de secundaria debe ser el mejor, y debe conocer a una chica para cumplir todas sus expectativas de pubertad. Es un chico popular, capitán del equipo de basquetbol y altruista. Cuauhtémoc Lopez es alguien ap...