Aidan Vallejo.
08. Enero.He leído suficientes historias como para saber que este hotel había salido de algún cuento de hadas. Gente a tu servicio, coloridas cortinas y mucha comida. Me sentía parte de una historia como cenicienta, o alguna otra princesa que haya tenido un baile. No me comparto con una princesa claramente, pero si en su historia. Todo me estaba cambiando, al fin tenía alguien en mi vida.
Jerry baja de la moto, deja su casco sobre ella.—Te ves tan bien en traje.— Le digo. —Pareces un príncipe.
El sonríe y me hace sonrojar.
—¿Como un príncipe? ¿Tanto así?
—Discúlpame, aún no sé qué decir. Esto es nuevo para mi, solamente que en mi cabeza sonaba como cumplido.
—Y lo fue, tranquilo.— Me acaricia la mejilla. —Es bonito saber que alguien me ve como su príncipe. Tu si sabes apreciarme, no como Cuauhtémoc. El nunca supo verme como tú lo haces.
—Ni me lo menciones. Me cae mal.
Me lleva de la mano hasta el elevador.
—Ya, ya. Esta noche la vamos a disfrutar. ¿O no quieres disfrutarla conmigo?
—Claro que quiero, quiero todo contigo.
Jerry se ajusta su moño y me da un beso. Cuando salimos del elevador se detiene en un ventanal que daba hacia la entrada del hotel. Ve a los paparazzi.
—¿Por eso entramos por el estacionamiento?
—Si, odio la atención. No soy tan superficial como ese tipo de ahí.— Señala a un rubio y a su acompañante. Son los amigos de Aristóteles. —Y como sabía que iba a venir le jugaremos una broma, y tú me ayudarás.
—¿Yo? Soy pésimo haciendo bromas, siempre me salen mal.
—Anda, no seas aburrido. ¿O me quieres ver triste?— Hace un puchero que me provoca reírme. —No te rías, tienes que doblegarte.
—Está bien, haré lo que me pidas.
—¡Perfecto! Únicamente tienes que acercarte al mesero que está a lado de aquella mesa.— Señala, en el piso de abajo esta la fiesta y en medio hay una mesa inmensa de comida. —Tienes que darle esto.
Jerry me pone en mis manos un sobre, y un frasco. Me acomoda mi corbata.
—¿Y es todo?
—Sí. Es todo, solo que el truco está en que nadie tiene que darse cuenta de que se lo das.— Me quita las gafas. —Me gustan tus ojos Aidan, se ven tan inocentes, tan suaves, no sabes lo bien que me haces.
Me emociona poder ayudar a Jerry, o meternos en problemas por unas pequeñas bromas. ¿Esto es lo que hacen las parejas no? Me acerco al mesero y le acomodo las cosas en sus bolsillos, trato de ser lo más sutil que puedo. Volteo a ver a Jerry y me esta viendo desde el segundo piso. Levanto el pulgar; Misión cumplida.
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Respira, suspira y repite. {Aristemo}
Novela JuvenilAristóteles Córcega sabe que su último año de secundaria debe ser el mejor, y debe conocer a una chica para cumplir todas sus expectativas de pubertad. Es un chico popular, capitán del equipo de basquetbol y altruista. Cuauhtémoc Lopez es alguien ap...