Aristóteles Córcega sabe que su último año de secundaria debe ser el mejor, y debe conocer a una chica para cumplir todas sus expectativas de pubertad. Es un chico popular, capitán del equipo de basquetbol y altruista.
Cuauhtémoc Lopez es alguien ap...
El cargador de mi teléfono se lo había llevado Temo en su mochila, habíamos terminado de estudiar. Nos quedaba un examen de química y el domina muy bien esos temas. Me distraigo mucho cuando abre la boca, pero no puedo evitar perderme en el movimiento de sus labios y pensar en que gloss pudo ponerse el día de hoy. Un mensaje llega, es de la aplicación de citas. Pensé que la había borrado. ¿Tan despistado soy?
Amigable17. Hoy te vi con otro chico, le compraste un jugo. ¿Es tu novio?
You. Algo así. Se llama Temo. ¿Quien eres? Por favor envíame una foto, quiero conocerte.
Amigable17. 🤦🏻♂️ No sé si deba pero esta bien.
La conversación queda a la expectativa.
Typing ...
Y mi teléfono se apaga. En la pantalla aparece.
Low battery.
Doy un golpe a la cama, pero solo a mi me pasan este tipo de cosas. Viro los ojos. Debo de esperar hasta mañana. No puedo quedarme con la duda, aunque si Cuauhtémoc sabe que sigo hablando con él me corta mi aristoconda. Me toco mi pene, debía mantenerlo con vida.
Aristóteles Córcega. 15. Diciembre.
—¿Y sentiste fácil el examen?— Me pregunta Cuauhtémoc.
—Regalado. Espero un diez.
—Que confiado te ves Ari. ¿Qué pusiste en las abiertas?
—¡No manches! ¿Había abiertas? Bueno, un siete para pasar todo esta bien.— Temo se me queda viendo, está conteniendo su risa. —¿O sea me estás jugando una broma Lopez?
Me acerco a él y comienzo hacerle cosquillas, su risa es un tono que quiero repetir siempre que pueda. Estos pequeños momentos me robaban suspiros.
—Ya, ya... me duele el estómago.— Continúa riendo.
—La venganza de Aristóteles Córcega apenas comienza.
Mi teléfono suena que se está encendiendo. Temo voltea a verlo.
—Disculpa, no quería llevarme tu cargador. Me sentí tan raro por no hablar contigo antes de dormir, extrañe mi foto .
—Shhh, te van a oír.— Digo. —Yo también, tuve que terminar solo...
—¡No! Esas no. Eres un cochino. Me preocupas en serio Aristoteles.
Las notificaciones de mi teléfono comienzan a llegar.
—También te mande muchos mensajes hasta que me di cuenta que tenía tu cargador...— Se encoge de hombros, y su cara se ruboriza. —Y si, tal vez mande una foto que no debía.
Abro la conversación y descargo la foto, me manda directo a mi galería. Me quedo sorprendido al verlo; Temo está usando una ropa interior algo diferente, está acostado en su cama y su cara de perversión me forma una erección.
—¡Wow! No debiste... pero gracias.
—Falta una, fueron dos que mande.
Comienza a revisar mi galería, se descarga una foto.
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—Este chico lo conozco, va en el grupo donde iba Jerry. ¿Lo conoces?— Pregunta Temo rascándose la cabeza. —Creo que la pregunta está mal. ¿Por que tienes una foto de él?
Trato de sonar convincente, hasta cuando digo la verdad actúo como si fuera mentira. Una risa nerviosa y mis manos moviéndose de un lado a otro.
—Aris, te dije que esas apps no me gustan. Tengo mis motivos para desconfiar.
—Fue curiosidad, lo prometo. No me gusta quedarme con dudas.
—¿Dudas de que? Que si solo te gusto yo o te pueden gustar otros hombres.
Cuauhtémoc agarra sus cosas y me deja solo. La cafetería de la escuela se comienza a vaciar.
—Dude en acercarme. ¿Peleaste con tu novio?
Era el chico de la aplicación, acomoda su cabello, después toma sus lentes y los frota contra su camisa.
—No es mi novio... Aún.— Repongo. —¿Y tu eres?
—Amigabl...— Se interrumpe solo, sus mejillas se ponen coloradas. —Aidan, disculpa es tan raro hablar con alguien que no sea en la App.
—Oh bien, pues ya nos conocimos ahora debo salir corriendo por mi chico o de seguro no volverá hablarme.
—¿En serio te gusta? Por algo estabas en la app. Siempre te me hiciste guapo, eres popular, y capitán de básquetbol.
—Y canto.— Lo interrumpo. —Es lindo de tu parte, pero a mi me gusta Cuauhtémoc. Y no lo tomes a mal, eres guapo, te me haces guapo. Encontrarás a alguien.
Le extiendo mi mano, se ve algo molesto. Cuando quiero dejar de tomarle la mano el la sujeta, pongo una sonrisa incómoda y me suelto.
—No te preocupes Aristóteles. Tu secreto está seguro conmigo.
Me alejo de Aidan, es medio extraño. Lo volteo a ver y sigue clavando su mirada en mi.
