XXVI.

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- Hola princesa, siento no haber venido antes.
Richard dejó los Lirios en la base de la tumba de su Mary, después de aquella conversación con su hijo necesitaba un poco de consuelo y algo de iluminación.
- Princesa, espero de todo corazón que estés con Nicole y tu bebé y te estés burlando de mi por ser el nuevo director, como siempre, te pido que veles por Peter y que lo guíes en su camino.
Richard se sentó a un lado de la lápida viendo hacia el horizonte, abrazándose las rodillas.
- ¿Sabes? estar sin ti es horrible para mí, pero no me quejo porque sé que donde estas te encuentras bien, princesa, sé que te lo prometí, pero, se me hace muy difícil si quiera pensar en eso, yo, perdóname mi amor, pero no podré cumplir la promesa, no no puedo...
Su teléfono sonó, cortando en el acto su diatriba.
- ¿Sí?
<<Director Parker, solicitan su presencia de inmediato en la base>>
- Correcto, enseguida voy.
Richard rodó los ojos mientras cortaba la llamada, esas reuniones sorpresas con el consejo lo estaban sacando de quicio, eso, se acababa hoy.
- Lo siento mi amor, tengo que ir... - El ojinegro se levantó, pero le dio un fuerte mareo y tuvo que agarrarse a la lápida.
- Oh, muchacho, ¿se encuentra bien?
Richard inspiró tratando de jalar aire.
- Si, no se preocupe, solo fue un mareo.
Observó a la anciana alfa que lo sostenía del brazo, de pronto se sintió tranquilo al ver sus ojos azules.
- Jovencito, debe tener cuidado y alimentarse más, está muy delgado.
El Omega sonrió.
- Lo siento—se sintió impulsado a disculparse —he pasado por mucho últimamente.
- Como todos, muchacho, como todos, un Omega tan guapo como usted debe cuidarse más, debe dejarse querer. No es bueno que se ande mareando por ahí, es muy preocupante.  Déjeme y lo acompaño a su auto.
La anciana tomó a Richard del brazo —con una fuerza insospechada para alguien de su edad— y bajaron por el camino hasta donde había dejado su auto.
- Gracias por la preocupación, señora.
- ¿Sabe también qué no es bueno? — preguntó una vez que Richard llegó a su auto e insertaba las llaves en la puerta para abrirlo, por lo que estaba de espaldas a ella.
- Dígame.
- Aferrarse a los muertos y no cumplir las promesas que se les hace en su lecho de muerte, ellos necesitan saber que sus seres amados están avanzando y que se esfuerzan por ser felices, Anthony...
Tony se tensó al reconocer la vos y giró inmediatamente para encontrarse con la nada. Sacudió la cabeza y se metió en el auto arrancado lo más rápido que pudo.
- Definitivamente, ya me volví loco.

[…]

- Ésta será la última vez que me llaman de improviso a una de sus estúpidas reuniones.
- Director Parker, no le permito...
- ¡El que no le permitió soy yo! no soy su títere y tengo la suficiente autonomía para tomar las mejores decisiones con respecto a esta organización, así que, o se aguantan o buscan a un monigote que si baile al son que le toquen.
Sin más cortó la comunicación. Era una reverenda tontería, llamarlo especialmente para exigirle que le retirara a Wade la membresía como miembro de los Vengadores por los crímenes cometidos.
<<¡Crimen mi culo! >>
Si Wade fue secuestrado y lavado el cerebro fue precisamente por culpa del secretario de la cabeza del consejo, ahora, resultaba que querían que él lo sacara a patadas de la base. Era obvio que no lo iba a hacer, Wilson no era santo de su devoción y menos desde que es pareja de su hijo, pero él sabía la clase de persona que es. Así que el consejo podía besar su apretado culo y largarse a la mierda.
Estaba por llegar a su oficina cuando otro mareo lo atacó, pero esta vez estaba acompañado con un calor intenso que venía desde su vientre, expandiéndose por todo su cuerpo al instante. Richard abrió los ojos asustado cuando su aroma se intensificó y su entrada comenzó a mojarse y a dilatarse al son de los latidos de su corazón. Sentía la sangre correr por sus venas como lava caliente dirigiéndose a la destrucción del pueblo más cercano.
Un escalofrío subió por su espalda y comenzó a sudar.
- No puede ser.

[…]

- Bien, eso es todo por hoy.
Steve término su clase sintiéndose demasiado acalorado, se había sentido raro toda la mañana, pero justo hace unos minutos comenzó a sentirse agitado, sudoroso y un tanto... Excitado.
- ¿Te encuentras bien, padre? — Peter se acercó hasta él recogiendo una botella con agua y una toalla en la mano — te noto agitado y estas muy rojo. ¿tienes fiebre?
- Si, cariño, estoy bien, pero me siento afiebrado. Creo que voy a enfermar.
- Eso es imposible, si bien es cierto, naciste con asma, pero desde que te pusieron el suero nunca te volviste a enfermar.
- ¿Cómo lo sabes? —preguntó sorprendido.
- He leído todo sobre ti y hablado con mis tíos y con papá, pero esto es otra cosa—Peter se acercó un poco más y lo olfateó— tu aroma es más intenso que esta mañana. ¿No estará entrando en celo?
Peter arrugó la nariz. quería saber más de su padre, pero no tanto.
- Imposible, para eso falta mucho...
En ese momento, lo golpeo de lleno un aroma que estaba saturando el ambiente, ese olor era inconfundible. Un Omega había entrado en celo. Y no era cualquier Omega.
Las fosas nasales de Steve se delataron al máximo al captar el delicioso aroma del champán, chocolate, fresas y canela picante que por tantos años había extrañado. Definitivamente un Omega estaba en celo, su Omega. Y debía ir a servirlo.
- ¡Es mi papá! —gritó Peter en pos de salir corriendo a buscarlo.
Con todo lo que había pasado su papá había olvidado tomar sus supresores, por suerte él tenía algunos en su mochila iba a salir corriendo, pero un brazo lo agarro.
- ¡No vayas! es demasiado tarde y si te le acercas tu celo se precipitará y no quiero tener que matar a Wade.
Peter se sorprendió al ver a su padre, tenía las pupilas dilatadas junto a sus fosas nasales, su cuerpo emanaba mucho calor y su aroma se hizo aún más intenso, su nariz picada por lo molesto que le resultaba su olor.
- Pero papá necesita tomar sus supresores... —Ahí tuvo una idea, se iría al infierno por esto, pero su papá lo necesitaba—Ve a servirlo, debes servir a papá.
Steve lo miro espantado y más que sorprendido.
- No, debo alejarme lo más que pueda...
- Padre, mi papá te necesita, además, recuerda que aquí hay muchas alfas y quizá en estos momentos estén intentando llegar a... Papá...
Peter no llegó a terminar la idea y Steve ya se encontraba corriendo desesperado por encontrar a su Omega.
Cuando llegó al piso donde Richard tenía su oficina, se encontró con varios agentes alfas corriendo en la misma dirección que él. Dejó salir sus colmillos y sus garras y comenzó a sacarlos violentamente del camino dejándolos inconscientes.
Llegó a la oficina justo a tiempo para ver como un grupo de cinco alfas tiraban la puerta abajo y entraban en manada a la sala. Steve ya cegado como estaba entró y tomando a uno por el cuello y lo arrojó con violencia contra la pared más cercana. Tomó a otro del brazo y le metió un cabezazo rompiéndole la nariz y dejándolo inconsciente. 
Giro rápidamente y pudo ver cómo Richard peleaba contra un alfa mujer y dos varones, Steve vio todo rojo cuando se percató que tenía la camisa y las piernas de su pantalón rasgados. Cogió al alfa de la derecha y le partió el brazo, lanzándolo lejos.
Richard aprovechó que lo habían librado de un alfa para golpear a la alfa que tenía más cerca de su cuello, antes que le diera otro golpe de calor y lo debilite. Cosa que sucedió justo en el preciso momento en que era librado del otro alfa, cayó al suelo de rodillas agarrándose con fuerza el vientre mientras pegaba la frente al suelo frío.
Sintió como unos fuertes brazos lo cargaban, iba a pelear, pero se dio cuenta que aquel aroma a menta, agua fresca y a whisky escocés de cien años le era entrañablemente conocido. 
- Te llevaré a un lugar seguro.
Richard solo asintió pegando el rostro al ver ello de aquel alfa.
Al salir con su Omega en brazos, se topó con un nuevo grupo de alfas.
- ¡Para atrás! — rugió utilizando su voz de alfa prime, viendo cómo se detenían en seco los alfas —Él es mío y me bañarte en la sangre de cualquiera que quiera quitármelo.
Las alfas dieron sendos pasos hacia atrás dejándole el camino libre. Steve corrió como poseso hasta la habitación asignada para él antes que a Richard le diera otro golpe de calor. En cuanto llegó, colocó al Omega en la cama justo en el preciso momento que había otra explosión de hormonas por parte del ojinegro, quien gritó y se retorció de dolor y excitación, terminándose de rasgar la camisa.
Steve tuvo que hacer gala de toda, y es decir, toda su fuerza de voluntad para no lanzarse como el animal que es sobre su Omega, por lo que, mordiéndose la mejilla internamente se alejó de él como pudo, dispuesto a salir en busca de la enfermera beta para que le ponga un supresor a él y atendiera a Richard.
Pero unos brazos le rodearon la cintura y un delgado, pero musculoso pecho se pegó a su espalda, frenando toda buena acción por su parte.
- N-no te vayas...
Richard susurro, pero Steve lo había escuchado alto y claro, giró entre los brazos del Omega y lo miro a los ojos. Castaños, no negros, unos ojos castaños y brillantes le devolvían la mirada. Sus piernas temblaron y su corazón lloró de alegría.
- ¿Estás seguro? —jadeó.
El Omega no se hizo esperar y lo besó, mientras Steve cerraba la puerta detrás de él con llave.

Monumento a tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora