I.

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Nueva York, año actual.

- Es hora de levantarse dormilón, no querrás llegar tarde a tu primer día de escuela.

- MmHg... Cinco minutos más papi.

- O te levantas, o no te dejaré entrar al taller por el resto de la semana.

- ¡Ya estoy despierto! - se levantó de inmediato como si su cama tuviera clavos.

- Ese es mi bebé - su amado padre le revolvió el cabello y salió de su habitación para darle un poco de privacidad para comenzar con la rutina de las mañanas.

Peter Parker sonrió encantado, adoraba cuando su papá lo trataba como un bebé y que lo dejara trabajar junto a él en su taller.

Hoy sería su primer día de clases en este país y la verdad se encontraba un poco nervioso ya que no conocía a absolutamente nadie. Tuvieron que viajar desde Francia hace seis meses gracias al trabajo de sus padres y también debido al pequeño accidente que había tenido con una pequeña araña radiactiva.

Su papá no lo pensó dos veces y los trajo a Estados Unidos para que su tío, un científico especializado en rayos gamma y radiación de todo tipo y niveles, lo pueda examinar. Una vez que comprobó que por lo menos, a corto plazo no habría problemas, pudieron respirar más tranquilos. Fue ahí que descubrió que había otros como él y que había un grupo que se encargaba de salvaguardar al mundo de las amenazas varias que podrían aparecer.

Descubrió a Los Vengadores gracias a aquella visita, resultó ser que su tío y su tía eran miembros fundadores de aquel grupo de súper humanos que tenían como único fin ayudar y proteger al planeta. A sus ojos, eso le pareció noble y tras una larga charla con discusión y berrinches de por medio, su papá le permitió hacer algo por la nueva ciudad en la que vivían.

A pesar de tener poco tiempo viviendo allí, le gustaba mucho Nueva York, cada vez que paseaba por sus calles se sentía como en casa y también se percató de los delitos menores que se escapaban de las manos de los policías y decidió ayudar. Su papá, aunque reticente, le fabricó un traje que protegiera su identidad y le dio un nombre. Aquel apelativo lo atesoraría por el resto de su vida, Spider-Man.

No solo fue el nombre, resulto ser que su papá era un excelente luchador, - a saber cómo, ya que  se la pasaba metido en una oficina ocho horas al día, sin contar con las horas que pasaba en su taller - por lo que lo entreno a pulso, fue duro, pero era necesario para poder defenderse, no bastaba con tener habilidad, había que trabajar en ello para fortalecer sus puntos débiles.

Así que, desde hacía cuatro meses se dedicaba a atrapar rufianes, claro está bajo supervisión paterna.

Hace un par de meses, un hombre se le acercó mientras hacia sus patrullas y le propuso ser parte de los jóvenes Vengadores, estuvo encantado hasta que recordó que dicho grupo solo estaba conformado por los hijos de los fundadores y recomendados de los mismo. Pero aquel hombre dijo que no había ningún problema, ya que conocía a sus padres.

Aquello le pareció raro, él jamás mencionó su nombre verdadero. Al final, no prometió nada y habló con sus padres, su papá, para variar se negó en redondo hasta que habló a solas con su mamá, entonces su papá accedió a hablar con este hombre que lo había abordado y le entregó la tarjeta de presentación que le dejó.

Tras varias horas de estar encerrados su papá y aquel hombre en su despacho, finalmente accedió a regañadientes. Por lo que hoy, no sólo sería su primer día de escuela, también sería su primer día de entrenamiento oficial en la base de los Vengadores.

- Buenos días mamá y papá - saludó el muchacho bajando a la cocina cuando estuvo bañado y cambiado para su día.

- Al fin, pensé que te habías ahogado en la bañera - Su mamá se rió de él.

- Sólo me estaba arreglando mamá, hoy será un excelente día.

- Espero que lo digas por tus clases en la escuela - Se quejó su padre.

- Papá...

- Mi cielo, ya hablamos de eso.

- Esta bien, solo recuerda nuestro trato Peter, mientras estés en ese entrenamiento no saldrás a las calles, ¿entendido?

Peter rodó los ojos, se levantó de su asiento y se acercó a su padre para abrazarlo.

- Lo sé papá, confía en mí, no te preocupes ¿sí?

Su padre suspiró.

- Está bien cariño, ahora desayuna, que llegaras tarde.

- Sí.

Le dio un beso en la mejilla y regresó a su lugar para desayunar, necesitaría de mucha energía, hoy sería simplemente un día muy interesante.  

Monumento a tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora