XXXII.

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Richard ya se encontraba saliendo de la base rumbo a su casa, cuando su celular vibró con un mensaje.
*Hey bonito, necesito ayuda con algo, ¿Te importaría?.
El ex castaño sonrió, la última vez que Steve le pidió algo así terminaron teniendo sexo en el baño y esperaba que, en esta ocasión, no sea la excepción.
*Por supuesto, ¿dónde está, coronel?.
Mientras esperaba a que contestara dejó libre sus sentidos, intentando encontrar a su alfa por medio de su lazo. Aun se encontraba dentro de la base.
*En mi habitación.
Sin esperar más, se encaminó de inmediato a la habitación de aquel hombre que le resultaba tan familiar y tan desconocido a la vez. Le resultaba tan excitante la personalidad desinhibida que estaba mostrando que, ahora no tenía dudas de que le saldría con algo deliciosamente sucio.
Y no se equivocó.
Steve lo esperaba en medio de su habitación sentado en un sofá negro de cuero individual, vestía solamente una bata negra que estaba anudada por la cintura, pero dejaba ver gran parte de sus pectorales y más abajo, su miembro más que erecto por entre los lados de la dichosa bata.
Richard tragó duro, esos ojos azules brillantes resaltaban más gracias al color de la prenda y el sofá, ese cabello aún mojado por la ducha peinado hacia atrás, mostrando las patillas ya encanecidas y esa bendita barba que había empezado a amar completaban la vista del dios griego del sexo que tenía en frente. No necesito más para mojarse como adolescente primeriza ante la vista de su más que condenadamente caliente novio.
- Buenas noches, coronel Rogers— saludó mientras cerraba la puerta—Dígame para que soy bueno.
- Para muchas cosas — Steve le regalo la sonrisa más sucia que tenía, haciendo las piernas de Richard temblar— precisamente por eso lo he llamado, verá, el día de mañana me harán unos chequeos médicos de rutina.
- ¿Quiere que lo acompañe y lo tome de la mano mientras le sacan sangre?—ironizó el director.
- Eso sería realmente reconfortante y gracias por el ofrecimiento, pero lo que realmente quería pedirle es que me ayude a recolectar una muestra en...—Steve tomó su miembro en su mano derecha y lo apretó con fuerza mientras subía y bajaba, masturbándose—particular.
Richard abrió los ojos de sobremanera, juraría haber escuchado como se abría un dique en su entrada debido a la escena jodidamente sexy que le estaban dando, incluso llegó a ver el piso, pero estaba seco.
- No me lo creo, ¿quién ha sido él o la degenerada que te ha pedido una muestra de mi semen?
- Tuyo, ¿eh?— sonrió encantado—pues con mucha más razón, ven aquí y ayúdame, bonito.
Richard no se hizo de rogar y camino hacia Steve hasta arrodillarse entre sus piernas, subió lentamente sus manos por las piernas del rubio volviéndolo loco, hasta que llegó a tomar la capiconda, no, la coronelconda en sus manos y sin más preámbulos se la metió en la boca.
Steve gimió como alma en pena cuando su Omega comenzó a succionar y a la vez a ahuecar sus mejillas, creando una sensación de vacío y estrechez muy placentera. Las cosas se precipitaron cuando el genio comenzó a metérselo centímetro a centímetro en lo más hondo de su garganta. 
El ex castaño sabía que su alfa estaba a punto de venirse, por lo que, para apresurar las cosas, con una mano comenzó a masajear sus pesados testículos con fuerza y a tirarlos hacia abajo.
- ¡Richard! 
El nombrado se lo sacó rápidamente de la boca y aún cubierto con su saliva lo puso contra el abdomen del coronel, con una mano lo masajeaba de arriba abajo con fuerza mientras con la otra colocaba el frasco estéril—que había tomado previamente—en la punta del miembro, recolectando toda la semilla del rubio.
Sin dejar de masturbarlo y con el frasco bien sujeto, Richard hizo lo que sabía que volvía loco a Steve y lo hacía eyacular nuevamente casi al instante. Se acercó hasta el nudo que se encontraba en la base de su miembro y sacó la lengua, comenzando a lamer y a chupar con fuerza.
- ¡No!... ¡Oh por Dios!... Richard... Ric... Tony... ¡Tony!
Steve se volvió a venir, pero esta vez un poco más que la anterior, habían tenido suerte al darle un frasco con bastante capacidad, ya que Richard estaba seguro que de lo contrario estarían bañados ambos en esperma, aunque la idea no le desagradaba.
Sin perder tiempo retiro el frasco y lo tapó para dejarlo a un lado, se desabrocho los pantalones y se los bajo junto a su ropa interior.
Sin necesidad de hablar Steve tomó su miembro aún erecto y lo levantó para que Richard se sentara en el lentamente, dándole la espalda.
- ¡Oh, Si!... ¡Steve!—grito gustoso cuando sus nalgas chocaron contra la pelvis del rubio, quien no espero y se inclinó para levantar las piernas del genio hasta su pecho.
Richard levantó sus manos para agarrarse a la parte superior del sillón, con la cabeza de Steve prisionera entre su cuello y hombro. El rubio lo penetraba con fuerza, aquella posición lo hacía llegar hasta el fondo de su omega y eso lo estaba volviendo realmente loco. Con una mano separó lo suficiente las piernas del genio para dejar al descubierto su miembro y testículos, de modo que quedarán hacia afuera, cosa que al cerrar sus piernas quedaran atrapados entre ellas y de cara a los muslos del rubio.
Richard comenzó a temblar cada vez más cerca del orgasmo, había olvidado que a Steve le gustaba esa posición de sobremanera, ya que tenía absoluto control sobre su cuerpo y un acceso garantizado a su próstata, por lo que no se sorprendió cuando levantó sus piernas nuevamente cerradas hasta el punto de doblarlo por completo por su cintura mientras la mano que tenía libre comenzaba a acariciar con fuerza sus genitales, pero sin hacerle daño.
El genio gritó cuando empezó a venirse como salvaje, manchando sus muslos, pantorrillas y hasta sus zapatos, sintió claramente como Steve se venía dentro de él en un gemido ronco que sonó realmente sexy en su oído. El rubio lo bajó lentamente en cuanto el nudo se formó, sentándolo cual muñeca de trapo toda desmadejada en sus piernas y recostado contra aquel pecho fornido.
- Dios... Steve... No que... Íbamos... A ir... ¿Lentos?
- Mi amor... Si en nuestra vida pasada no fuimos lento, ¿en serio creías que en ésta sí? — Steve comenzó a besar su mejilla y lo abrazó con fuerza.
- Ah... Buen punto —Tony sonrió, recordando los maravillosos momentos que tuvieron juntos cuando empezaron su relación— ¿Quieres venir a casa? Hoy es noche de películas y pizza con Peter, será agradable vernos fuera de este entorno.
Steve sonrió emocionado, era la primera vez que le proponía algo así.
- Por supuesto que sí quiero, bonito, nada me haría más feliz que pasar la noche contigo y con nuestro hijo.

[…]

Era sábado, y Richard estaba más que dispuesto a dormir todo el Santo día, pero Brucie boo vendría a desayunar junto a Nat y a sus hijos. Lyra y Peter se irían de tiendas mientras encontraban cosas buenas para el matrimonio que tenían en puerta. Richard había tenido que hacer los trámites correspondientes para facilitar aquel acontecimiento, ya que a Peter aun le faltaba un año para ser mayor de edad y era necesario realizar todos los trámites pertinentes para que le dieran el permiso para casarse.
- ¡Tío! —Gritó el pequeño Mark de cinco años en cuanto cruzó la puerta de su casa.
- Hola campeón— Richard lo cargó y besó sus regordetas mejillas mientras su pequeño sobrino se carcajeaba alegre— hola chicos, ¿qué hay?
- Ya me dijeron por ahí que andas con Steve, ¿es cierto?
Natasha como siempre al grano, mientras Bruce le daba un abrazo a Richard y bajaba a su hijo al suelo, quien salió corriendo al comedor.
- Buenos días Arañita y si, supongo que sí, lo estamos intentando de nuevo.
- Vaya que sí —río Bruce, pero su sonrisa se desvaneció cuando su esposa y amigo lo miraron extrañados por el comentario —lo siento.
- Solo para que sepas, si te vuelve a dañar esta vez no habrá poder humano sobre la tierra que me detenga para darle su merecido — Declaró Bruce.
- Si, lo sé y él también, está más que advertido.
- Oímos también que Bucky te amenazó.
- ¿De dónde sacan tanta información eh?, que yo recuerde, eso sucedió a puertas cerradas —Bruce y Nat se escogieron de hombros — olvídenlo.
Sin más chismes de momento, se sentaron a desayunar mientras comentaban sobre noticias, últimas actualizaciones en cuanto al nuevo equipo y como les estaba yendo a sus hijos. Todo iba bien hasta que Richard tomó un sorbo de café y le supo mal, por lo que comenzó a hacer caras raras.
- ¿Te encuentras bien?— Preguntó Bruce preocupado.
- Si, es solo que el café me sabe mal, siento como si...
No dijo más y salió corriendo al baño más cerca que encontró y comenzó a devolver lo poco que había consumido de su desayuno, escuchó golpes en la puerta cuando pensó que las extrañas se le saldrían por la boca. Se levantó y tomó un poco de agua para enjuagarse.
- Adelante.
Bruce entró en el momento justo en el que el genio bajaba la tapa del wáter y se sentaba sobre el.
- ¿Te sientes mejor?
- Si, creo que el café no estaba tan fresco como dijo la dependienta —sonrió con pesar, se sentía realmente mal.
- No creo que haya mentido, esa tienda siempre trae lo mejor para los locos exigentes y egocéntricos bebedores de café, tú tienes otra cosa, ten.
Bruce le tendió una caja larga y rectangular de color blanco, soltó una carcajada cuando leyó la portada.
- Esto es una broma pesada incluso para ti, Bruce.
El mencionado lo miro serio y sin decir nada, un escalofrío surcó su espalda.
- Bruce...
- Hazlo, te esperaré justo detrás de la puerta.
Sin más el científico salió cerrando la puerta, como pudo Richard saco la prueba cacera de embarazo he hizo lo que decían las instrucciones, cuando terminó la dejó sobre la encimera y se lavo las manos.
- Bruce —Llamó y el mencionado entró al instante.
Ambos se acercaron a la prueba para observarla, como si estuvieran viendo una bomba nuclear a punto de estallar y al cabo de unos minutos vaya que estalló. Dos líneas rojas como la sangre le dijeron hola.
- P-pero... ¿Como es esto posible?

Monumento a tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora