Steve se notaba claramente aburrido mientras fingía escuchar lo que sea que Sharon le estuviera diciendo. Hoy cumplían diez años de casados, por lo que la mujer beta hizo unas reservaciones para cenar en un fino restaurante.
Sabía que era de mal gusto, pero no pudo evitar recordar las celebraciones que tenía con Tony por sus aniversarios, simplemente eran mágicos. A pesar de la crianza del castaño, nunca iban a sitios elegantes, siempre asistían a sitios populares y comunes, al castaño le gustaba estar en ambientes más hogareños y familiares, Steve siempre pensó que era más en consideración con él que por si mismo.
Siempre le regalaba a Steve las mejores cosas y no por su valor económico, sino por su valor sentimental y de necesidad. Aun, después de quince años de su fallecimiento, él llevaba en su cuello puesto en una cadena de hierro forjado sus alianzas de matrimonio y el anillo de compromiso que él había escogido especialmente para el castaño. Los había obtenido debido a que Tony se los había enviado junto al acta de divorcio, en un principio, intento devolvérselo junto al acta no firmada, pero, tal cosa, no pudo ser.
Cuando James le sugirió que aquellos anillos deberían ser enterrados con su dueño, Steve se negó en banda, no podía concebir la idea de separarse de ellos, ya era suficientemente duro con lo de Tony.
- ¡Steven!, te estoy hablando— Sharon grito llamando la atención no sólo de Steve, sino también de la concurrencia.
- Cálmate, lo siento, me distraje.
- Siempre estas distraído Steve, no es novedad, pero por favor, por lo menos por hoy, ¿puedes hacer un esfuerzo?
- Por supuesto, disculpa, ¿decías?
- Te decía que, después de cenar podemos ir a algún hotel lujoso y hermoso, y quizá, hoy tu y yo podamos tener un poco de romance, hace mucho que no me tomas entre tus fuertes brazos.
Steve sonrió un tanto tenso y tomó un gran trago de su copa de vino, en honor a la verdad, no sabía si era un problema de edad, o un efecto secundario del suero o simplemente falta de interés, pero, su soldado fiel – al menos con su esposa– ya no quería saludar a la bandera. No lo iba a negar, le había sido infiel a Sharon unas cuantas veces, –cosa que nunca hizo con Tony, no había necesidad, ya que con su cuerpo de infarto y su actitud ardiente lo mantenían casi siempre en celo y hambriento de él– tratando de buscar llenar el vacío que su castaño dejó y que claramente ella no podía llenar.
Pero, ninguna de esas relaciones lo satisfacían, así que simplemente dejó intentarlo y de tomarle importancia a su problema.
Mientras Sharon volvía con su diatriba y Steve fingía que la escuchaba, algo curioso pasó. Su piel, de la nada se comenzó a calentar y sentía como si tuviera miles de hormigas bajo la piel.
Intentó olfatear el aire, pero no encontró nada, hasta que, al levantar la vista hacia el ventanal del recinto, vio a un hombre alto y esbelto, de cabello plateado y bigote del mismo color. En un principio, le pareció extraño el remolino de emociones que embargó todo su ser al observar a aquel hombre hasta que este, sonrió.
Y, como si sintiera su mirada penetrante, aquel hombre giró su rostro sonriente hacia la ventana, su risa se mantuvo unos segundos para desvanecerse poco a poco. Pudo ver el pequeño jadeo que soltó al verlo mientras sus fosas nasales se dilataban para olfatearlo. Sus ojos negros se ampliaron en sorpresa.
Steve se levantó de inmediato con el corazón en la garganta. En su camino hacia la puerta varias personas se le cruzaron por el camino como si quisieran impedir su paso, cuando finalmente salió del recinto, aquel hombre misterioso ya no estaba.
Steve olfateo el aire, pero no encontró nada. No eran los ojos ni el cabello, pero conocía aquella sonrisa a la perfección, aquel hombre tenía la sonrisa de su Tony. El coronel se meso los cabellos en desesperación, quizá finalmente la culpa y el dolor lo habían vuelto loco.
[…]
- Vamos cariño, demos un paseo por la ciudad, ¿qué puede pasar?
- La última vez que dijiste eso, terminamos en un callejón dándole una paliza a un par de ladrones.
- Oh, si, lo recuerdo, fue genial, no lo niegues.
- Esta bien, vamos.
Richard y Mary salían de cenar, ambos necesitaban un descanso de tantas emociones, especialmente él, que estaba al borde del asesinato con Wilson como futuro yerno.
- Oye – Mary lo detuvo– ¿Porque los astronautas no tienen novia?
- Oh por favor, no tus chistes malos— se quejó dramáticamente el genio.
- Solo uno– hizo un puchero.
- Oh por Babas, está bien, dime ¿por qué los astronautas no tienen novia?
-Pues, porque necesitan su espacio - empezó a reír como loca.
Richard sonrió moviendo la cabeza, no era posible que una mujer tan bonita he inteligente contara chistes tan malos.
El Omega sintió que era observado intensamente, así que, giró la cabeza y se topó con un hombre rubio, de hombros realmente anchos y con barba que lo miraba a través de un ventanal de lo que parecía un restaurante lujoso y exclusivo.
Richard mantuvo la sonrisa hasta que lo vio a los ojos, la imagen de unos ojos impresionantemente azules apareció en su mente mientras le decían "te amo". Y al día siguiente, esos mismos ojos llenos de ira le clavaban un escudo sobre su reactor, sobre su corazón, partiéndolo en dos.
Con el corazón en la garganta inhaló profundamente, el aroma de aquel alfa, tan potente como siempre, hizo que su entrada se mojara y sus piernas temblaran, por lo que soltó un jadeo totalmente involuntario.
Mary vio la reacción de su esposo una vez dejó de reír, preguntándose que le pasaba, cuando vio en el momento justo al coronel Rogers ponerse de pie y tratar de salir del lugar. La mujer no lo pensó ni dos veces y tomó a Richard del brazo y lo jaló, metiéndolo al primer taxi que encontró en el momento exacto en el que Steve salía del recinto.
Richard, su precioso omega estaba temblando, lo olfateo, por suerte, los supresores hacían bien su trabajo.
- ¿E-era...él? - él lo sabía, claro que sí, pero, quería que alguien se lo negara.
- Si, el mismo.
Volvió a gemir, esta vez con pesar.
- Cariño, ¿estás bien? - acaricio su cabello.
- Si, yo... Lo siento.
- No tienes por qué, tu reacción es natural.
- No Mary, no lo es, ese maldito alfa intento matarme.
- Richard, independientemente de lo que haya pasado, él es tu destinado y sin saberlo, tú lo amaste desde siempre, es natural que tu cuerpo y tu alma reaccionen a su presencia.
Richard se froto el puente de la nariz. Eso era cierto, él, mejor dicho, Tony Stark lo había amado desde siempre, toda su maldita vida lo idealizó y, cuando supo que eran destinados, lo amo con todo su jodido ser, sin medidas ni condición, por eso, la caída había sido tan dura.
- Te amo, Mary – susurro al borde del llanto.
- Lo se mi amor, por supuesto que lo sé- la alfa lo abrazo- yo también te amo, pero también sabes que, no es de locos amar a dos.
Claro que lo sabía, ellos más que nadie lo sabían. Esa noche, Richard Parker no pudo dormir, torturado por los fantasmas que llevaba consigo Tony Stark.

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Monumento a tu Amor
Fanfiction" Tony Stark ha muerto" Ese era el título que abarrotaban las primeras planas en los periódicos, revistas, en las redes sociales, noticias de televisión y de radio de todo el mundo. ¿Lo peor de todo?, es que no estaba tan lejos de ser verdad. ¿Qui...