II.

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Los padres omegas tienen fama de ser sobre protectores con sus cachorros, pero el caso de Richard Parker, era extremo.

Su Peter nació con varias complicaciones debido a, un accidente que él tuvo mientras estaba embarazado, por lo que siempre estuvo protegiéndolo de más, hasta que su pequeño recibió esa picadura de araña en los laboratorios Oscorp en la sede de París, ciudad donde vivían hasta hacía unos meses.

Por una parte, había sido una bendición, ya que las afecciones de su bebé desaparecieron como por arte de magia y le dejaron ciertas habilidades bastante curiosas y utiles, la verdad, pero, por otra, Peter se enteró de su alter-ego. Richard había olvidado completamente que aquel nombre estaba entre los archivos de Oscorp como uno de los contribuyentes y participantes más activos hasta aquel accidente que lo sacó fuera de circulación.

Solo esperaba que ese alter-ego no sea reconocido en sí mismo mientras Peter estuviera en su entrenamiento como Vengador y mucho menos que quien lo reconozca sea él, por eso rogaba a todos los santos para que nunca se lo volviera a cruzar en su camino.

- Mi cielo - Su esposa lo abrazó desde atrás - Andas muy distraído.

El hombre gimió, su esposa había pasado su mano por su pecho hasta tomar su miembro y apretarlo lo suficiente como para excitarlo.

- Cariño, aún estamos en la cocina y Peter...

- Nuestro niño ya se fue- decía mientras le abría el pantalón y bajaba el cierre, dejando su miembro más que erecto libre- y verifique que subiera al autobús.

Sin más, su alfa dio la vuelta, se subió la falda entallada que llevaba puesta y lo montó, auto penetrándose con una expresión lasciva en su rostro, llevando su miembro hasta lo más hondo de su cavidad vaginal. Ambos gimieron de placer, Richard tomó a su esposa de las nalgas y la ayudó a subir y bajar sobre su miembro con fuerza mientras ella dejaba libre las hormonas que quedaban de su celo. Esta vez necesitaba de su esposo de la manera tradicional, no como un alfa en celo toma a su omega.

Con una mano, Richard masajeó el clítoris de su alfa que había hecho aparición, mientras que, con la otra, había desabrochado un par de botones de su blusa, para enterrar su rostro entre su generoso busto. Tras varios minutos de cabalgarlo con fuerza, más el roce a su zona más que erógena, su hermosa esposa se vino en su mano, su vagina lo apretó tan delicioso que, no aguanto y se derramó dentro de ella. Sus encuentros furtivos matutinos siempre eran así, rápidos, apasionados y muy placenteros.

Ambos se besaron apasionadamente, disfrutando de los temblores post orgásmicos, disfrutándose mutuamente.

- Si vas a llamar así mi atención, procuraré andar más distraído.

- Pruébalo y no saldrás de la habitación por un mes- lo beso como solo ella sabía hacerlo- No te preocupes, yo estaré ahí y no dejaré que nada le pase.

- Lo sé Mary, créeme que lo sé, pero no puedo evitarlo, tengo miedo mi amor- se abrazó a su Alfa como si la vida se le fuera en ello, siempre había sido así desde que la conoció.

- Tu eres mi Omega y Peter mi cachorro, nunca dejaría que nada les pasara, confía en mí, mi amor.

- Está bien, princesa, está bien.

Richard rezó para que su alfa tuviera razón y confiaría en que todo saldría bien.

[...]

- ¡Hasta mañana Peter!

- ¡Nos vemos amigo!

- ¡Hasta mañana chicos!

Peter se sentía alegre, era su primer día de clases y ya había hecho dos amigos, Gwen Stacy y Ned Leeds, con quienes compartía varias clases.

Monumento a tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora