Capítulo 2

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Entramos a un lugar fuera de la ciudad, era una casa grande, toda sucia y abandonada, éramos nueve personas en este lugar bueno diez contando con el.

- ¿Bienvenidos?- Dije al ver lo que escribió en su pizarrón, en verdad parecía como una puta escuela, sí, se leer...sumar restar, dividir, multiplicar...lo básico, supongo.

¿Mis padres?

Ni idea, cuando Thomas era un bebé, lo intentaron vender a una gran suma de dinero, querían comprarse sus drogas...lo bueno es que yo lo escuché y cuando ellos quedaron dormidos, me llevé a Thomas, lo más lejos que mis piernas me permitieron.

Nuestra vida fue dura, a veces yo no comía, solo para que el si pudiera.

- No quiero nada de nombres, ni preguntas personales.- Dijo el profesor que escribía en la pizarra.- Ni por supuesto relaciones personales.

- Aburrido.- Murmuré en broma, el chico que estaba al frente mío, me volteó a mirar y sonrío, era de tez clara y unos ojos celestes...

- Quiero que cada uno elija un nombre...algo sencillo, puede ser números, planetas, ciudades...-Propusó el profesor.

- Pues, ya empezamos mal...que yo no se recordar mi número de teléfono.- Dijo uno.

- ¿ Y planetas?- Dijo el que estaba atrás mío.- Yo puedo ser Marte.

- Y yo Venus.- Levanté mi mano riendo.

- ¿Por qué?

- ¿Por la belleza física?- Dijo el hombre que nos reunió aquí.

- El de aquí se puede llamar Urano.- Señalé al de al frente mío.

- Hermosa, yo Urano no voy a ser.- Contestó serio.

- ¿Por qué?

- Tiene mala rima.- Contestó y reí junto al de atrás.

- Van a ser ciudades.- Dijo el profesor y asentí estando de acuerdo.

Así me terminé llamando Linz, ciudad de Austria...país que siempre quise conocer.

- ¿Profesor?- Preguntó Tokio.

- ¿Si, señorita Tokio?

- ¿Qué vamos a robar?

- La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.- dijo alargando su brazo hacia al frente, volteamos con interés y era una réplica en miniatura de la fábrica.

- No jodas...-Murmuré algo entusiasmada, ¿qué?...sería mi primer robo a lo grande.



DÍA DEL ATRACO

VIERNES. HORA: 8:35 a.m.

Estábamos ahora reunidos en una furgoneta, me quité la máscara de Dalí del rostro, pues quería darme un retoque.

- Eh, Tokyo.- La llamé, ella me miro con curiosidad y dejo de pintarse los labios.- ¿Me prestas?

- Claro.- Respondió y proseguí en pintarme los labios, e ignorar la discusión de los críos de acá...estamos entrando a robar...¿A quién mierda le importa la máscara?

- Los muñecos de los críos, eso si que da miedo.- Dijo Denver y reí.- ¿De qué te ríes?

- Si unos muñecos te dan miedo...pues.- Dije y le devolví el labial a Tokyo.- ¿Por qué mierda discuten sobre la máscara?

- Porque es importante.

Ya harta de sus peleas, suspiré.

- ¡Es una puta máscara para un atraco, no para una puñetera fiesta!- Dije molesta, ya no dijeron nada más, el tiempo que hemos convivido juntos...se dieron cuenta, que cuando estaba así era el mismo Diablo en persona.

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