Capítulo 14

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Narra ____

— Vine por el pedidoo.—Dije tocando la puerta de la habitación, donde ponían el dinero en bolsas.

— Toma, nena.—Dijo Nairobi pasándome otro paquete a mí y el otro a Helsinki.

— Tú ser fuerte.— Dijo Helsinki mientras íbamos a la cámara acorazada donde guardaríamos el dinero.

— Hasta más que tú.—Dije con seriedad y nos vimos entre nosotros.— ¿A qué sí?

— Solo te falta crecer un poco.—Dijo burlón y entramos a la cámara, dejando las bolsas de dinero y vi a Río de espaldas. Helsinki salió para traer más.— ¿Qué pasa? ¿Por qué no me ves?

— Es que me quedo ciego al ver tu belleza.—Dijo con seriedad y como poética.— Nah, es que me vas a regañar...

— No, nada a ver...mírame. ¿Te salió un barro?—Dije riendo y deje de hacerlo, él volteó y mire su rostro, viendo un moretón que tenía alrededor del ojo y estaba entre morado y verde.— Pero, ¿qué te pasó?

— Nada, me golpeé con...—Suspiró al ver como fruncía el ceño sin creerle.— Bueno, le pregunté a Denver que te había hecho y pues como que le dije que ya sabía de lo suyo...

— ¿Y qué más?

— Que, bueno...me contó que tú los viste a él y Mónica en cosas, pero antes de que me explicará...quizá lo haya golpeado.—Dijo y abrí mi boca sorprendida.

— ¡Río!—Dije.

— Pero, como no lo deje ni hablar...puede de que me devolvió el golpe en defensa propia. Solo trataba de defenderte.—Dijo explicándose y lo abracé sin poder evitarlo.

— Gracias Río, pero ya todo se solucionó.—Dije y me separé del abrazo, antes de que el me correspondiera el abrazo.

— Lo sé, y Denver entendió que trataba de protegerte.—Dijo con esa linda sonrisa que lo caracteriza.— ¿Te has sentido bien hoy?

— Sí, hoy no he tenido nauseas ni mareos.—Dije sin evitar sonreír y acaricié mi abdomen.— Ahora sí, al trabajo.


80 HORAS DE ATRACO

— Ya es la hora.—Dijo Moscú al ver el reloj de nuestra sala de descanso.

— Todavía falta un minuto para las seis.—Dijo Berlín, levantando su muñeca y viendo el reloj.

— Pues, dadas las circunstancias, ya sabes por donde me voy a pasar tu puñetera puntualidad británica.—Respondió Moscú y Berlín sonreía con burla. Moscú tomo el teléfono y llamo al Profesor.

Todos nosotros, excepto Berlín nos mirábamos con impaciencia y hasta podría decirse nervios de que el Profesor no se haya comunicado con nosotros durante tanto tiempo.

— Tercera llamada sin respuesta.— Dijo Moscú calculando las horas de la "desaparición" de la mente brillante del plan.— Y ya sabemos lo que significa eso.

Durante el tiempo que hemos estado en la Casa de Toledo, todo había sido planeado y organizado, el Profesor nos llamaría cada seis horas y si él no respondía en veinticuatro horas, lo más probable sería que fue atrapado por la policía.

— Tampoco tenemos noticia de la policía.—Dije con pesar y poniendo mis codos en la mesa, apoyando mi cabeza entre mis manos.

— Seguro que está pasando algo fuera ¿qué hacemos?—Preguntó Moscú mirando a Berlín, quien tomaba en una pequeña taza de plástico.

— ¡Oh! Bueno...—Dijo limpiándose con una servilleta sus labios.— Todavía queda una llamada para completar el ciclo a las doce de la noche.

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