Especial Berlín Parte Uno

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Como pidieron un capítulo en que se viera una interacción entre Berlín y Linz.

¡AQUÍ ESTAAA!:D

Narrador Omnisciente

Se podría ver al grupo de atracadores en la Casa de Toledo, almorzando y los que ya habían terminado se habían separado para hablar o quizá solo respirar aire fresco.

— Está en contra de las reglas, Berlín.— Dijo el hombre de gafas al ver a su hermano mirando por la ventana a su compañera Linz que encendía un cigarrillo afuera.

— ¿Está en contra de las reglas, apreciar la belleza femenina?— Preguntó con una sonrisa Berlín sin dejar de mirar a su compañera.

La castaña sentía una pesada mirada en ella, por lo que empezó a mirar a los alrededores tomando el cigarrillo encendido entre sus dedos.

Andrés de Fonollosa, sintió su corazón palpitar con algo de fuerza al chocar mirada con Linz, que le sonreía y le daba una calada a su cigarrillo.

— Las relaciones personales afectaran el atraco.— Dijo el Profesor, volteó hacia un lado y vio que ya no estaba su hermano.

No se preocupaba mucho, ya que Berlín era de enamorarse de cada mujer hermosa que vea, por lo que se olvidaría de Linz luego del atraco.

Por un momento pensó, si es que Linz no le seguía el rollo, pero...ella parecía ser una mujer que solo venía por el dinero y no a liarse con alguien.

— Anda a cogerte a Tokio.— Dijo Linz al ver a Denver acercarse a ella.

— Solo me deje llevar...habíamos tomado demasiado, Linz.— Se defendió Denver intentando acercarse a ella, que rápido cogió una pequeña piedra.— No eres capaz...

— ¡Pruébame!— Dijo la castaña, pero se calló al ver acercarse a Berlín.

— Voy a ir en la noche.— Habló en voz baja Denver, y se fue a pasos pesados.

— Uy, parece enojado.— Dijo Berlín yendo al lado de Linz, que solo le observaba confundida.— ¿También fuiste a la verbena?

— Eh...

— Tranquila, no le diré nada al Profesor.—Dijo Berlín observando de reojo a su compañera.

Debería ser una regla de que Linz tenga prohibido usar ropa corta, pensó Andrés al ver la pequeña cintura de ella

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Debería ser una regla de que Linz tenga prohibido usar ropa corta, pensó Andrés al ver la pequeña cintura de ella.

— ¿Quieres un cigarrillo?— Preguntó la castaña ignorando la mirada de Berlín.

— Me gustaría haber ido.

— ¿Qué?...Pensé que no te gustaba.

— Claro que me gusta, me encanta bailar.—Respondió Fonollosa con una sonrisa.

— Pues, bailemos ahora.— Dijo Linz sonriendo, tomando la mano de Berlín. 

— ¿Ahora?—Preguntó con una gran sonrisa, recibió el asentimiento de la castaña.— Yo encantado.

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