Capítulo 6

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Narra ____

Habíamos trasladado a Moscú a la cafetería de la fábrica, o nuestra base de operaciones, sede central, por así decirlo.

Moscú ya estaba descansando y Denver, miraba que todo estuviera en orden.

— Vamos a dejarlo descansar.—Dijo Berlín mirando a Helsinki, luego a Denver.— Tú termina de limpiar el baño, Linz ve con él y luego van con Helsinki para vigilar a los rehenes.

Asentí con la cabeza, Denver y yo salimos de la cafetería y fuimos hacia los baños de la fábrica.

— Linz.— Me llamó al ver que con un trapeador, que habíamos traído, limpiaba el piso de sangre.— Mírame.

— ¿Qué, Denver?—Dije dejando de trapear, y lo mire.

— Tengo que mostrarte algo.—Dijo con seriedad.— Pero cuando acabemos esto, pero...que es lo que me querías decir.

— Te lo contaré, más adelante.—Dije, ambos limpiamos todo rastro de sangre del piso.— ¿Por qué, Denver?

— ¿Por que, qué?— Dijo mientras limpiaba el trapeador en el fregadero.

— ¿Por qué le hiciste caso a Berlín?—Dije y el cerró el caño del fregadero, fue hacia mí y me agarró de las caderas.

— No lo hice...—Susurró lo más bajo que pudo.

— ¿Qué?

— No la mate...—Murmuró en mi oreja.— Eso, quiero que me ayudes a curarla.

— ¿Dónde...dónde la tienes?—Pregunté en un susurro.

— En la cámara acorazada.

Luego, de haber ido a por medicinas a curarle la herida de bala, que fue donde le disparo Denver, en la pierna.

Al estar en la puerta de la cámara, el pulsó unos botones para abrirla y ella estaba sentada en el suelo de ahí, ella al verme se sobresaltó, bueno yo también me sorprendí, pensé que quizá me mintió para tranquilizarme.

— Tranquila, ella es de confianza.—Dijo Denver, avanzamos hacia ella.— Linz, no contará nada.

— ¿Cómo está la herida?—Pregunté.

— Solo me duele un poco.—Respondió algo asustada.

— Vamos hacer bien ese torniquete, ¿vale?—Dijo Denver y Mónica respondió que sí.

Denver la levantó con cuidado, pero Mónica soltaba gemidos de dolor al pararse.

— Yo creo que habría de quitar...—Dijo Denver, mirándola y luego me miro a mí, lo vi confundida.

— Vale.—Respondió la rubia y empezó a quitarse el chándal, pero parecía tener dificultades.

— ¿Te ayudo?—Preguntó Denver y luego fui hacia Mónica a ayudarle, no me gusto como ella lo miraba.

— A ver.—Dije y me agaché a mirar la herida, quite con cuidado la prenda que usaron como torniquete.— Mierda...

Al quitarle todo el chándal, vi sus piernas estaban manchadas de sangre, Mónica soltaba sonidos de dolor.

— La voy a sentar.— Avisó Denver, la sentó con cuidado.— Madre mía...— Sacó un cuchillo y lo mire sorprendida.

— No, no, no...Que hay músculos, huesos y todo.—Dijo Mónica con nervios.— Así la vamos a liar.

— Es verdad, con cuchillo no se va a poder, solo hay que limpiarla.—Dije y Mónica asintió más aliviada.— Pasa el alcohol.

— ¿Ya te quieres emborrachar?—Bromeó, buscando en la mochila y me dio el frasco de alcohol.

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