Capítulo 13

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DOMINGO

HORAS: 23:40

62 HORAS DE ATRACO

Narra ____

Luego de todo este lío, ahora nos encontrábamos en el área de descanso y llamando al Profesor.

— ¿Dónde cojones estabas? ¿Dónde cojones estabas?—Fue lo primero que dijo Denver, cuando el Profesor contestó.

— ¡Hombre herido, hombre herido! ¡Ayuda!—Volteamos y entraba Helsinki llevando a Oslo. 

Esto no puede ser cierto...

— ¿Helsinki, qué pasó?—Pregunté con nervios, cuando habían recostado a Oslo en el sillón.

— Rehenes, fuga, golpe muy fuerte, traumatismo.—Dijo tomando del rostro a Oslo y mirando como las vendas que tenía alrededor de la cabeza, seguía sangrando.— ¿Denver, tú sabías de fuga? ¿Qué rehén hizo la fuga?

Denver volteó a mirarnos, y Berlín solo miraba y queriendo saber eso.

— ¿Qué rehén hizo la fuga?—Repitió Helsinki.

— Arturo, lo dijo, pero...no llegué a tiempo.—Respondió con pesar.

— Arturo.—Repitió con seriedad Helsinki. Berlín fue hacia Oslo y tomo su rostro con cuidado para inspeccionar.

Sentí el brazo de Moscú rodear mis hombros, y es que con Oslo...no nos podíamos comunicar, no decía nada. Pero, era parte de la banda y era la familia de Helsinki.

— Helsinki, Helsinki.—Lo llamó Berlín, éste volteó a mirarlo.— Oslo está mal.

— No. 

— Está muy malherido, Helsinki.—Trató de explicar Berlín.

— No, no.—Inhalé y exhalé, para no ir a abrazar a Helsinki, que se rehusaba a aceptar que Oslo estaba grave.— Malherido no, malherido no. Solo necesita descansar y medicina.

— ¿Por qué tiene los ojos abiertos?—Preguntó Nairobi.

— Yo ahora doy Prednisona, antiinflamatorios y heparina.—Dijo Helsinki, tomando una jeringa.— Y a dormir, y mañana Oslo mejor.

Nairobi y yo nos miramos, mientras que Helsinki fingía que estaba todo bien y que Oslo también.

Abracé a Nairobi, que parecía iba a soltar en lágrimas, y era entendible.

Uno de los nuestros, estaba entre la vida y la muerte.

Ya era de mañana, y cuando decidimos salir para seguir haciendo nuestros deberes, escuché pasos rápidos y vi como Denver se ponía delante mío.

— Déjame explicarte, por favor.—Pidió y vi a los lados. No había nadie.— Todo fue un jodido malentendido...

— ¿Qué la rubiecita este media desnuda...te bese y tu la sujetabas?—Pregunté cruzada de brazos.— Digo, eso vi yo...a no ser que necesite gafas.

— Eso sucedió, pero es que Mónica confundió todo.—Dijo en un suspiro.— Ella me intentaba seducir...y es qué no la culpo.—Bromeó, pero al ver mi expresión, carraspeó.— La cosa es que yo la separé.

— Denver, entiendo que si quieres conocer más chicas...pero, por favor.—Dije intentando que mi voz no sonará temblorosa.— ¿Q-Quieres estar conmigo, por qué me amas o—

— Ni si quiera digas lo que estás pensando.—Pidió y me tomo del rostro.— Mierda, te amo Linz y por favor...solo cree en mí.

— Lo haré, Denver...pero, no quiero que estés a solas con Mónica.— Pedí y el asintió de inmediato.

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