Narra _____
Helsinki y yo, cuidábamos de los rehenes que serían llevados por Río y Tokio, donde los mostrarían a la inspectora para que viera que todo estuviera en orden.
— ¿Linz seguir mal?—Dijo y lo mire confundida, vi como colocaba su mano en la barriga.— Moscú decir dolor de panza.
— Algo que me cayo mal, Helsi. Ya sabes como es Moscú que exagera.—Respondí casi riendo forzada. Me acercaba a cada rehén que estaban en fila en el segundo piso, para llevárselos a Río.
Vi como Helsinki llevaba a Arturito, y luego a los rehenes ya vistos se los llevaba Tokio, pero los que trabajaban en el túnel que creían donde íbamos a escapar, se los llevaba Helsinki.
Por lo que me quede sola, y como me quede en el pasillo a vigilar que todo estuviera tranquilo, pude ver como Denver entraba con nuestro kit de primeros auxilios, pero minutos después salía con Mónica en brazos.
Ese sentimiento que te hace doler el pecho, no se si eran celos o miedo...miedo de perder a ese alguien que ha hecho que pierdas la cabeza. Pero, yo confiaré en él y que solo la ayuda porque así es él.
Caminé para ver que más podría hacer, y creo que ya era turno de que llevarán al frente a Corderito, vi la espalda de Nairobi corriendo por otro pasillo.
— ¡¿Qué pasa, Nairobi?!—Grité y yendo rápido hacia ella.
— La niñata ha escapado, esa hija de puta.—Dijo molesta, deteniendo su paso y mirándome molesta.— Debemos encontrarla o esa idiota arruinará todo.
Busqué por pasillos siguientes y en las habitaciones por si se había escondido.
— Avísale a Río, yo seguiré buscando.—Dije la ver como Nairobi venía hacia mí y luego se iba corriendo.— Corderito la has líado...¡Sal de donde estés!
Miraba con atención los lugares, y salía de la habitación, vi como Río venía y me dijo que estaba en la habitación donde estaba Nairobi.
La pelinegra nos miraba ansiosa y Río nos señalo la caja fuerte, abrí la caja, mostrándonos a Corderito con los ojos llorosos, y ella al vernos no supo que decir o que hacer.
—Niñata de los cojones.—Dijo Nairobi molesta y tomando de los cabellos a Corderito, sacándola de ahí.
— Bueno, los dejo e iré a esperarlos en nuestra sala de juntas.—Dije con sarcasmo y fui a esa sala de descanso que usábamos ahora nosotros.
Esperé unos minutos y con cuidado vi por la ventana, pudiendo ver como la inspectora ya se iba y me aleje de la ventana, antes de que me pudieran ver.
Me quede sentada en una de las sillas, y los demás iban entrando, según Tokio y Río descubrieron algo sobre Berlín.
Al ya estar reunidos, Berlín suspiro y hablo.
— Compañeros, después de una severa reflexión...quería pediros perdón por...—Escuchaba lo que decía mientras comía los sándwich, yo estaba sentada al lado de Denver.— No haber sido del todo sincero con vosotros.
Denver me daba la mitad de su sándwich y como los demás estaban tan atentos escuchando a Berlín, no le tomaron importancia.
— La inspectora tenía razón, tengo una enfermedad degenerativa...bastante cabrona.—Dijo y nos miramos entre nosotros.— Y mis días están contados, pero...no es mi intención que os pongáis tristes.—Dijo sacando unas pequeñas copas de la alacena.— Al fin y al cabo, se trata de una enfermedad que padece una de cada... 100 000 personas.
Empezó a servir en las copas licor, y yo hacía muecas al no saber como rechazar la bebida.
— Eso me convierte en alguien especial, lo que quiero es invitaros a celebrarlo.—Dijo y volteó a ver hacia atrás.— Río.
ESTÁS LEYENDO
La Casa de Papel
Fanfiction¿Quién iba a pensar de ser una ladrona de billeteras? Pasaría a formar parte del mayor Atraco de la Historia. Aunque, ganar tanto dinero, sería de lo mejor ya no tener que trabajar o bueno robar más, será un plan sencillo. No nombres, ni relaciones...