Capítulo 16

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Narra Denver

En mi regazo, estaba la cabeza de Linz, quien seguía inconsciente. Berlín, nos había mandado a llamar a la sala donde nos reuníamos. Ya cuando los demás, estuvieron sentados en la mesa, habló.

— Tokio perdió la cabeza. No aguantó y no es fácil.—Dijo Berlín, y tomó una pausa.— Pero no he tenido más remedio que entregarla, daos las manos...por favor.

Tomé la mano de Linz y la acaricié con mi pulgar, observé como en la mesa se tomaban de las manos, excepto Río que estaba serio, pero había una mirada de furia hacia Berlín.

— Estamos aquí jugándonos la vida, no hace falta tanto valor para tomarse las manos.— Dijo Berlín, yo con mi otra mano jugaba con el cabello de la castaña.— Cuando se produce una herida, las plaquetas se unen para cerrarla. Si no lo hacen, el cuerpo, finalmente muere. Se ha producido una herida y tenemos que unirnos.

— ¿Pero qué coño estás hablando de plaquetas?— Preguntó Río dejando salir su enojo. Quizá sea un hijo de puta, pero me alegro lo que hizo Berlín...ella pudo haberle hecho daño a mi novia y al bebé.

— Río.

— ¿Qué te crees, un predicador? ¿El líder de una secta? ¿Qué váis a viajar todos de la manita al espacio con él?—Decía Río con sarcasmo.

— Río, es preciso que te tranquilices, ahora.—Pidió Berlín.

— No, no me tranquilizo, has mandado a Tokio a la cárcel.—Dijo Río.— No tengas los santos cojones para pedirme que me tranquilice. Es mi novia, MI novia...y le has jodido la vida.

— Es el primer amor. Estás al final de verano y te despides de Susan en la Costa Azul.—Dijo Berlín como si fuera un experto.— Parece el fin del mundo, pero no lo es.

— Que te calles la puta boca, psicópata de mierda.—Escupió Río con notable enojo.— No tienes ni puta idea de lo que estás diciendo, ¿vale?...¿Hay alguien aquí qué no esté loco?...¿Moscú?

Levante la mirada y vi como mi pápa parecía algo incómodo con la situación.

— ¿A ti te parece bien lo de Tokio?

— Hijo..., perdió los papeles. Lo vimos todo.— Respondió mi pápa y miro hacia nosotros.

— Nairobi.—Dijo Río y ella en respuesta bufó.

— Aquí hay unas reglas. Votamos, ella no aceptó y luego se le fue la pinza.—Dijo Nairobi y Río asentía.

— Denver.—Dijo Río y le mire con seriedad y algo de frialdad, ¿en serio quiere saber lo que pienso?— Tu sí ves el pedazo de mierda qué es esto, ¿no?

— Claro que lo veo. Pero, le hizo la puta ruleta rusa a Berlín, fue capaz de sedar a mi novia para que no dijera nada...¿qué pasa si le hizo daño al bebé?

— No pasó nada, joder.—Dijo Río frustrado y con los ojos brillosos.— El que sedo a Linz, fui yo.

— ¿Qué?—Dijo Nairobi, fue la primera en reaccionar. Si no tuviera a Linz descansando en mis piernas, sería capaz de pararme a romperle la boca a Río, mi pápa supo lo que quería, pero me pidió con la mirada de que me calmará.— ¿Ves lo qué eres capaz de hacer por ella?...A Tokio se le fue la olla, no podemos tener una bomba aquí dentro.

— No me lo puedo creer.—Dijo Río.— Estáis todos con Berlín, estáis todos con un puto psicópata. 

— No, no estamos con Berlín. Estamos con el Profesor.—Respondió Nairobi.

— ¿Con el Profesor?...Está detenido, lo hemos visto todos por la tele.—Dijo Río mirando a cada uno en la mesa.— No va a llamar, no va a estar esperándonos al final del túnel. Ahora vas a empezar con lo de que quedan dos horas para la llamada de control, ¿no?—Dijo mirando a Berlín que estaba frente suyo.— Cojonudo, porque es la última. A ver, que cojones hacéis cuando no llame, yo desde luego no me voy a quedar aquí para verlo.

Vimos como Río se levantaba de la silla, y dejaba con fuerza en la mesa su arma. La cual deslizó hasta Berlín.

— Se han ido rehenes, se ha ido Tokio.—Dijo Río mirando a Berlín, apoyando sus manos en la mesa.— Supongo que te dará igual que me vaya yo también, ¿no?

— Ya sabes que no nos da igual, Río.—Dijo Berlín.— Pero es tu decisión y la respetamos, adelante.

— Ahí ós quedáis. Bueno que venga alguien a cerrar la puerta principal, ¿no?—Dijo Río, miramos como Berlín se acercaba a Río.

— Espera. Cuando salgas..., coge esto y álzalo.—Berlín le tendió un pañuelo blanco.— Que vean que sales en son de paz, hay francotiradores...no quiero que te pase nada, cógelo. Dame un abrazo.

Berlín abrazó a Río, pero éste no le correspondió.

— Quiero que te vaya bien. Quiero que nunca dejes de creer en el amor, es precioso.— Dijo Berlín y vimos como con cautela, acercaba la jeringa hacia Río y le inyectaba.— Confía, confía. Eh, tienes que vaciar la mente para poder pensar con claridad.

Berlín tomaba a un Río inconsciente en sus brazos.

Narra Linz

Sentía mis ojos pesados, y mi cuerpo dolerme. Por lo que quería solo seguir con los ojos cerrados, y eso sería buena idea. Hasta que recordé, lo que había pasado en la fábrica, todo y como Tokio le mandaba a Río que me sedará.

— Hijos de puta.—Murmuré al abrir los ojos. Me rasqué la cabeza y me sobé el cuello, me habían dejado en el sillón y no me dejaron una almohada para mi cabeza, que me empezaba doler.

Me levanté e iba dispuesta a irme de aquí, hasta que escuché el sonido del teléfono. Caminé casi tambaleándome, no sé con que mierda me sedaron pero era algo fuerte.

Tomé el teléfono y lo llevé a mi oreja.

— A que te dignas a aparecer, Profesor.— Dije con la voz rasposa, mi garganta estaba seca.

— Lo explicaré, Linz. Ahora explícame...¿qué está pasando allá dentro?—Preguntó intentando controlar su enojo, lo que me sorprendía.

— No sabe como me agradaría contarle el chisme, pero...Tokio y Río me sedaron por lo que no se ni una puta mierda.—Contesté con seriedad.

— Ellos ya están viniendo hacia allí, tengo que hacer otra llamada.—Colgó y luego, yo también. Fui a tomar agua, al terminar, vi como entraban Berlín, Nairobi, Helsinki y Denver, éste último fue directo a abrazarme e ignorando el sonido del teléfono.

— Ya quería ver de nuevo esos ojos.—Murmuró en el abrazo y le correspondí.

— No es momento, tortolos.—Dijo Berlín contestado el teléfono. Los demás se colocaron atrás de Fonollosa.— Por aquí va como la seda.

Me quedé mirando sin decir nada, Nairobi había golpeado a Berlín con la culata de su arma, dejándolo inconsciente.

— Profesor, soy Nairobi.—Dijo al tomar el teléfono.— Berlín no está en condiciones, así que a partir de ahora estoy al mando yo...Empieza el matriarcado.

Quería poner el gif, pero el puto Wattpad no me deja csm>:(

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