Capítulo 10: "Dos palabras"
Narra Linz
— Río, necesito que me respondas de la manera más precisa posible.— Dijo el Profesor a través de la radio.— ¿Dónde te tenían?
— En una celda muy pequeña, como un ataúd, no podía ni sentarme.— Contestó Río, su mirada reflejaba cansancio.— Estuve de pie todo el tiempo.
— ¿Cuántos días?
— No sé, perdí la cuenta al cuarto o al quinto.— Respondió Río y suspiro.— No había luz natural.
— Río, ¿puedes seguir?— Dijo el Profesor, luego de unos segundos.
— Sí.
— Cuéntame, ¿qué te daban de comer?
— Una pasta grumosa, como de harina, y café.— Dijo y soltó una pequeña risa ronca.— Muchísimo café, treinta, cuarenta, cincuenta cafés al día. Como una moto.
— Te han estado privando del sueño.— Dijo con tranquilidad.— ¿Crees que en el café había además algún otro tipo de sustancia?
— Puede ser, sabía a mierda.— Dijo con sinceridad.— Pero, vamos, estaba drogado...Cuando me interrogaban me obligaban a respirar un gas. No sé que cojones era.
Suspiré y trate de calmarme al oír todo lo que le hicieron a Río, que esos malditos no le dejaban bañarse o bueno para ellos, el baño sería mojarle con una manguera, ni siquiera le permitían que haga sus necesidades.
Mordí mi labio al verle como le costaba contar esto, debió haber sido un infierno para él.
— Si quieres que esto termine, solo dinos donde está el Profesor.— Dijo Río con una sonrisa cínica.— Eso me repetía Alicia todo el rato.
La mano de Río empezó a temblar al igual que su voz.
— Le juro por Dios, Profesor...que si yo hubiera sabido donde cojones estaba metido...lo hubiera dicho.— Contó Río, y parecía que en cualquier momento lloraría.
— Cualquiera lo hubiera hecho.— Reconoció el Profesor luego de unos segundos de silencio.— Temiste por tu vida, ¿verdad?
Río sorbió su nariz y dijo que cada día encerrado pensaba que podría morir y sería enterrado en el desierto, luego contó como le trajeron hasta aquí.
— Bueno, ¿qué?— Sonrío Río, por lo que le miramos.— ¿Dónde está mi mono rojo?
— Descansa un poco más, que te preparen un baño caliente.— Dijo el Profesor con seriedad.— Te has ganado unas pequeñas vacaciones.
Esas dos palabras eran la contraseña que nos dijo el Profesor, era algo obvio que si entregarían a Río, nos lo darían con un micrófono introducido en él.
Nos enseño como encontrarle el micro y como sacarlo, solo teníamos que esperar que Tokio le explicará a Río.
***
— Pero, que tanto se demora este esposo mío.— Hable en voz baja para mí misma.— ¿Estará estreñido?
Reí por lo que pensaba y fui a los baños, si teníamos suerte, solo estaría él.
— ¿Qué tanto te...demoras?— Me detuve al ver también allí a Tokio y Río.— ¿Interrumpo?
— Claro que no, Linz...— Habló torpemente Tokio, le mire extrañada a los otros dos.— Esta a punto de contarle algo a Río.
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La Casa de Papel
Fanfic¿Quién iba a pensar de ser una ladrona de billeteras? Pasaría a formar parte del mayor Atraco de la Historia. Aunque, ganar tanto dinero, sería de lo mejor ya no tener que trabajar o bueno robar más, será un plan sencillo. No nombres, ni relaciones...